lunes, 28 de junio de 2010

El problema ya no se llama Nicolás Alessio sino Carlos José Ñañez - Luis Fernando Pérez Bustamante

El problema ya no se llama Nicolás Alessio sino Carlos José Ñañez
Luis Fernando Pérez Bustamante


Voy a ser breve. Hace 20 días exactos que publiqué un artículo titulado “¿A qué espera Monseñor Ñañez para suspender al padre Nicolás Alessio?”. En el mismo manifestaba mi estupor ante la actuación de un sacerdote argentino, Nicolás Alessio, quien se estaba pitorreando de su arzobispo, Monseñor Carlos Ñañez, al burlarse públicamente de su prohibición de defender la legitimidad del matrimonio homosexual. Es más, daba la impresión de que la actuación del arzobispo de Córdoba logró el efecto contrario al deseado. Ese presbítero indigno de ejercer el sacerdocio se emperró aún más en su postura y se aprovechó de la repercusión mediática de la prohibición de su pastor para arremeter con más fuerza contra la Iglesia y su doctrina.

La guinda del pastel la puso el pasado jueves, donde fue el protagonista de una marcha del lobby gay a favor del matrimonio homosexual. En InfoCatólica informamos de lo ocurrido y en YouTube se puede ver al personaje en acción. Cabe destacar que un grupo de católicos argentinos ha puesto ya en marcha una recogida de firmas para que Monseñor Ñañez haga algo.

De hecho, a estas alturas de la película el problema no se llama Nicolás Alessio. El problema tiene como nombre el de Carlos José y como apellido el de Ñañez. Todo ello con el monseñor por delante. Si hoy el padre Alessio sigue siendo párroco de la parroquia de San Cayetano, en el barrio Altamira de la ciudad Córdoba, es porque el arzobispo Ñañez lo permite. Si hoy Nicolás Alessio puede presentarse como sacerdote católico ante la opinión pública, es porque Mons. Ñañez lo permite. Si hoy el sacerdote cordobés escandaliza a cualquier católico que sienta un mínimo de respeto por la Iglesia y sus enseñaznas, es porque hay un arzobispo, que se supone que está en comunión con el Papa, que lo consiente. Por eso mismo, mientras Monseñor Carlos José Ñañez no aparte al presbítero Nicolás Alessio del sacerdocio -no digamos nada de la dirección de una parroquia-, él será cómplice de todo lo que ese cura miserable diga y haga.

Lo dije en su día y lo vuelvo a decir. Muchos fieles estamos HARTOS de la pasividad de determinada jerarquía ante los lobos que se alimentan de sus rebaños. Estamos hasta el gorro de los pastores cobardes. Y me temo que es cuestión de tiempo que nuestra justa, y yo diría que santa, indignación, acabe por manifestarse públicamente de alguna manera. No queremos enfrentarnos a nuestros legítimos pastores. No queremos hacerle el juego sucio a los enemigos de la Iglesia, que se regodearían de nuestra división. Pero es hora de que todos los obispos, no sólo unos pocos, se den cuenta de que o cumplen con su deber de velar por la sana doctrina y de impedir que la comunión sea profanada por los herejes, o perderán toda la legitimidad moral -que no canónica- para ser nuestros pastores. Algunos nos encargaremos de recordárselo.


Luis Fernando Pérez




Comentario de Marcial: «¡Qué lástima! Los fieles recogiendo firmas para que los pastores hagan de pastores. Pero no estoy de acuerdo con usted, LF, en que "No queremos enfrentarnos a nuestros legítimos pastores". No son legítimos. Hay una legitimidad de origen y otra de ejercicio. Cuando se pierde la segunda, no puede invocarse la primera.

Lo que está ocurriendo es algo que nunca se había previsto, porque es inimaginable, y es por eso que no sabemos cómo actuar, qué hacer. Lo que está pasando es que los pastores usan su bastón para desnucar a las ovejas. Les abren el vientre para ofrecérselo a los lobos» (Tomado del Blog de LF).








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