La verdad usurpada del cardenal Daniélou muerto en 1974
Un gran teólogo injustamente mancillado
Pablo VI veía en él un baluarte de la interpretación ortodoxa del Concilio Vaticano II. Los progresistas no se lo perdonaban y aprovecharon la ocasión.
ReL, 20 enero 2013.- El cardenal Jean Daniélou (1905-1974) es una de las figuras eclesiásticas más relevantes de la segunda mitad del siglo XX. Su padre, Charles Daniélou (1878-1953), político anticlerical, tras evolucionar de un pasado conservador, fue varias veces ministro de la masonizante Tercera República Francesa, así que fue todo un shock que su hijo, tras estudiar en la Sorbona, decidiese ingresar en la Compañía de Jesús, lo cual sucedió en 1929.
Tras los duros estudios jesuitas, que en su caso incluyeron una formación en la Patrística de la mano de Henri de Lubac (1896-1991), se ordenó sacerdote en 1938. Sirvió en el ejército del Aire antes de la derrota francesa ante Hitler, cuando fue desmovilizado y se inició propiamente su brillante trayectoria intelectual y eclesiástica.
Terminó su tesis doctoral en 1942, en 1944 fue nombrado profesor de Historia Antigua de la Iglesia en el Instituto Católico de París y comenzó una brillante producción como estudioso de la liturgia y la espiritualidad, que le llevaron a ser nombrado por Juan XXIII perito en el Concilio Vaticano II.
A su conclusión, el aprecio de Pablo VI no pudo demostrase más: el 19 de abril de 1969 fue consagrado obispo, y el 28 de abril le nombró cardenal, en una muestra inequívoca de que para el Papa Gianbattista Montini la posición teológica de Daniélou se identificaba con la que él quería para la Iglesia en el tiempo postconciliar: una apuesta por los cambios sin alejarse de la ortodoxia doctrinal de la cual el nuevo purpurado había dado pruebas, separándose de antiguos amigos progresistas en forma no muy distinta a como lo había hecho también otro célebre teólogo, también perito conciliar, que sería nombrado obispo en 1977: Joseph Ratzinger.