lunes, 19 de abril de 2010

En cada momento de la vida dependemos totalmente de Dios, recuerda el Papa Benedicto XVI

En cada momento de la vida dependemos totalmente de Dios, recuerda el Papa Benedicto XVI


FLORIANA, 18 Abr. 10 (ACI).- En su homilía de la Eucaristía que presidió esta mañana (hora local) desde en la localidad de Floriana en Malta, el Papa Benedicto XVI destacó, ante miles de fieles presentes, que "en cada momento de la vida dependemos completamente de Dios" y solo la confianza en Él y el seguimiento de sus enseñanzas permitirá obtener grandes frutos.

En su sermón ante miles de fieles presentes, el Santo Padre alentó al pueblo de Malta a seguir siendo hospitalarios con quienes los visitan y alertó a recordar que "no todo lo que el mundo de hoy propone es digno de ser asumido por el pueblo maltés. Muchas voces tratan de convencernos de dejar de lado nuestra fe en Dios y su Iglesia, y elegir por nosotros mismos los valores y las creencias con que vivir. Nos dicen que no tenemos necesidad de Dios o de la Iglesia".

"Cuando nos sentimos tentados de darles crédito, hemos de recordar el episodio que nos narra el Evangelio de hoy, cuando los discípulos, todos ellos pescadores expertos, habiendo bregado toda la noche, no consiguieron un solo pez. Después, presentándose en la orilla, Jesús les dijo dónde echar las redes y la pesca fue tan grande que apenas podían sacarla. Abandonados a sí mismos, sus esfuerzos resultaron inútiles; cuando Jesús se puso a su lado, lograron una multitud de peces. Mis queridos hermanos y hermanas, si ponemos nuestra confianza en el Señor y seguimos sus enseñanzas, obtendremos siempre grandes frutos".

Seguidamente explicó que a ejemplo de San Pablo cuando naufragó en Malta, "también nosotros debemos poner nuestra confianza sólo en Dios. Nos sentimos tentados por la idea de que la avanzada tecnología de hoy puede responder a todas nuestras necesidades y nos salva de todos los peligros que nos acechan. Pero no es así. En cada momento de nuestras vidas dependemos completamente de Dios, en quien vivimos, nos movemos y existimos. Sólo Él nos puede proteger del mal, sólo Él puede guiarnos a través de las tormentas de la vida, sólo Él puede llevarnos a un lugar seguro, como lo hizo con Pablo y sus compañeros a la deriva ante las costas de Malta". "Hicieron como Pablo les exhortó y, así, 'todos llegaron sanos y salvos a tierra'. Más que cualquier bagaje que podamos tener con nosotros –nuestros logros humanos, nuestras posesiones, nuestra tecnología–, lo que nos da la clave de nuestra felicidad y realización humana es nuestra relación con el Señor. Y él nos llama a una relación de amor".

Seguidamente el Papa pidió recordar la "pregunta que hizo por tres veces a Pedro en la orilla del lago: 'Simón, hijo de Juan, ¿me amas?'. Basándose en la respuesta afirmativa de Pedro, Jesús le encomienda una tarea, la tarea de apacentar su rebaño. Aquí vemos el fundamento de todo ministerio pastoral en la Iglesia. Nuestro amor por el Señor es lo que debe dirigir todos los aspectos de nuestra predicación y enseñanza, nuestra celebración de los sacramentos y nuestra preocupación por el Pueblo de Dios. Nuestro amor por el Señor es lo que nos impulsa a amar a quienes Él ama, y a aceptar de buen grado la tarea de comunicar su amor a quienes servimos".

Al hablar luego sobre el pasaje del Evangelio de la pesca milagrosa, el Santo Padre dijo que ésta "pone de manifiesto que los Apóstoles dependían de Dios para el éxito de sus proyectos en la tierra. El diálogo entre Pedro y Jesús subraya la necesidad de la misericordia divina para curar sus heridas espirituales, las heridas del pecado. En cada ámbito de nuestras vidas, necesitamos la ayuda de la gracia de Dios. Con Él, podemos hacer todo; sin Él no podemos hacer nada".

Poniendo luego como ejemplo de esta confianza al primer santo de Malta, P. Dun Ġor Preca, Benedicto XVI se dirigió de manera especial a los sacerdotes poniendo al presbítero como ejemplo: "que os sirva de modelo e inspiración en vuestros esfuerzos por cumplir la misión recibida de apacentar la grey del Señor. Recordad también la pregunta que el Resucitado hizo por tres veces a Pedro: '¿Me amas?'. Esta es la pregunta que hace a cada uno de vosotros. ¿Lo amáis? ¿Queréis servirle con la entrega de toda vuestra vida? ¿Deseáis guiar a los otros para que lo conozcan y lo amen?. Como Pedro, tened el valor de responder: 'Sí, Señor, tú sabes que te amo'; y acoged con gratitud la hermosa tarea que él os ha asignado. La misión confiada al sacerdote es verdaderamente un servicio a la alegría, a la alegría de Dios que quiere entrar en el mundo".

"Al mirar ahora a mi alrededor la gran multitud reunida aquí, en Floriana, para la celebración de la Eucaristía, vuelvo a pensar en la escena descrita en la segunda lectura de hoy, en la cual millares de millares unieron sus voces en un gran canto de alabanza: 'Al que se sienta en el trono y al Cordero, la alabanza, el honor, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos' ", continuó el Papa.

Finalmente el Santo Padre animó a seguir "cantando este himno, como alabanza al Señor resucitado y como acción de gracias por sus innumerables dones. Concluyo mi exhortación esta mañana con las palabras de San Pablo, apóstol de Malta: 'L-imħabba tiegħi tkun magħkom ilkoll fi Kristu Ġesù' [Os amo a todos en Cristo Jesús]. Ikun imfaħħar Ġesù Kristu! [¡Alabado sea Jesucristo!]".

Para leer la homilía completa ingrese a:



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