sábado, 17 de febrero de 2024

El pontificado del Papa Francisco ostenta su condición dañina a medida en que se prolonga

Cada vez peor
Mons. Héctor Aguer

     La filosofía ha acuñado la siguiente observación sobre los procesos, lo que vale especialmente para los de cambio: motus in fine velocior, es decir: el movimiento se acelera hacia el final. La indicación ha de ser entendida, más allá de la física, referida a la identidad, la cualidad metafísica del proceso en las proximidades del fin, del cumplimiento hacia el cual el proceso se dirige. Pensemos, como ejemplo, en una revolución: la ley que la rige indica que la situación es cada vez peor, los flancos negativos muestran aumentado su perfil de mal. Valga esta visión aristotélica para el pontificado del Papa Francisco, que ostenta su condición dañina a medida en que se prolonga como la edad del pontífice. La aceleración es, en este caso, algo tan connatural que parece descuido. Ocurre esta circunstancia por todos los medios privilegiados por la acción papal: el papel de la mujer en la Iglesia, y la sociedad; la mayor “inclusión” de las parejas homosexuales; el ecumenismo, y el diálogo interreligioso; y la teología del pueblo.
     
     Comencemos recordando las reacciones que produjo la declaración Fiducia supplicans, hasta en conferencias episcopales enteras. La africana ha sido, quizá, la más severa: públicamente se ha dicho que en África no se bendecirá a las “parejas” homosexuales. Intentando una posible aclaración, acaba de salir un nuevo texto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Se asegura en él que hay diversos tipos de bendiciones; la declaración se refiere a bendiciones breves, de apenas unos segundos, y es, de quince o veinte; una tal bendición no se debe negar a nadie. Esta instancia incurre en una actitud bien conocida en el actual pontificado: la deliberada confusión oculta tras el disimulo. Veamos lo que puede apreciarse en los distintos sectores. El feminismo, en primer lugar. Es verdad que ha habido, en este campo, un hecho elogioso, la desaprobación de la subrogación materna (alquiler de vientres), reprobada como contraria a la dignidad de la mujer, y del niño en gestación. Ha dicho claramente: “es imprescindible no naturalizar esta práctica perversa, ni mucho menos romantizarla”. Pero continúa el propósito de sumar mujeres a las estructuras de gobierno de la Iglesia. Ahora ha incluido una mujer en el grupo de nueve cardenales que constituye su equipo de consejo, en consonancia con el Camino Sinodal, en el que el feminismo vaticano se ha instalado. El contraste no podría ser mayor con las clarísimas observaciones de San Pablo, que ponía el papel de la mujer en lo que corresponde a su condición de esposa, y de madre, en la que se cumple su vocación. En cambio, no contempla ninguna actividad en la organización de las comunidades, al contrario, le reserva el silencio en las asambleas: que calle y aprenda. De allí la interpretación tradicional: mulieres in Ecclessia taceant. El papel actual de la mujer ha sido expuesto ampliamente por San Juan Pablo II, en especial, en su carta apostólica Mulieris dignitatem.
     
     Se nota el propósito perseverante de una mayor “inclusión” de la “pareja” homosexual, una iniciativa desplegada por el Cardenal Fernández. Se ha publicado un nuevo escrito del Dicasterio para la Doctrina de la Fe ordenado a “clarificar” la Declaración Fiducia supplicans. La precisión al respecto dice que existe un diverso tipo de bendiciones, como ya lo hemos señalado. El caso de la citada Declaración se trata de bendiciones breves, una bendición así no se debe negar a nadie. Aquí, también, el disimulo encubre la confusión. Porque el problema no está en la duración, es a quién se bendice, en el caso a una “pareja” de homosexuales. Una persona homosexual puede ser bendecida, y se la debe exhortar a la castidad, como indica el Catecismo de la Iglesia Católica. De la bendición a la “pareja” se podría seguir la afirmación de la licitud del maridaje homosexual, sobre todo teniendo en cuenta que según Fiducia supplicans a la bendición no debe anteceder un juicio moral.
     

miércoles, 14 de febrero de 2024

En los años 70 del pasado siglo, las ideologías eclesiásticas causaron un grave daño

Las Ideologías Eclesiásticas
Mons. Héctor Aguer

     En su sermón de la Misa de Epifanía, el Papa advirtió contra las “ideologías eclesiásticas” para “encontrar el sentido de la Santa Madre Iglesia”. Fue una justa y oportuna observación. En los años 70 del pasado siglo, las ideologías eclesiásticas causaron un grave daño, confusión y abandonos de la vocación sacerdotal; se hicieron fuertes en algunos sectores de la vida religiosa. El marxismo sobre todo se constituyó en una obsesión bajo el pretexto de acercamiento a los pobres. La relación de la Iglesia con la cultura implicó una “evangelización” al revés: las ideologías mundanas dieron origen a las eclesiásticas. Más adelante fueron las vigencias culturales; tuvieron su turno e impregnaron la vocación cristiana, con la crítica de la Tradición, descartada como lo contrario de la actualización pastoral.
     
     El sentido de la Iglesia se basa en la fe y se desarrolla en la experiencia de la vida eclesial. Las ideologías simulan el sentido de la Iglesia y lo destruyen. Proceden, por lo general, de mentes calenturientas que copian los modelos del mundo; así desconocen el Evangelio o lo contradicen. La ideología pretende una actualización del Evangelio; allí está el error y la injusticia. La experiencia de los 70 se extendió ampliamente en la Iglesia. La última década del pontificado de Pablo VI (1968 a 1978) conoció la ideología de carácter teológico, que difundió el repudio a la encíclica Humanae vitae, de varios autores sobre todo alemanes y franceses, y las ideologías sociales de corte socialista por la obsesión del marxismo. La “Iglesia de los pobres” fue una estafa que engañó a muchos; en varios países, sobre todo en Iberoamérica, y en África adquirió un cariz revolucionario. Muchos católicos, sacerdotes, sobre todo, se comprometieron con los movimientos guerrilleros; en Argentina ese fenómeno se configuró como una verdadera guerra interna con miles de víctimas.
     
     La advertencia del Sumo Pontífice ilustra muy bien un problema fundamental del actual camino que se ha abierto en Roma. No pueden entenderse algunas posiciones suyas sino reconociendo las dos ideologías que impulsan a Francisco. La primera, de carácter doctrinal, es el progresismo teológico, con una vertiente relativista. Así se comprende la tirria contra la Tradición, y el menosprecio que experimenta de los católicos apegados a ella, y que manifiesta todo el tiempo –especialmente, luego del escándalo de Fiducia supplicans, declaración que no debe obedecerse-; a veces de forma espontánea, y otras de manera programada. La identidad católica y la fidelidad a una línea vigente durante siglos y siempre actualizada, ya no son la inspiración del Pontificado. Una grave decisión fue nombrar Prefecto del Dicasterio de la Doctrina de la Fe al Cardenal Víctor Manuel Fernández, un autor de libritos de “espiritualidad”, y un libro escandaloso: “La pasión mística: espiritualidad y sensualidad”, en el que presenta una interpretación sexológica de la unión mística con Dios; es ignorancia y falseamiento de la teología mística. Este Cardenal ocupa el cargo que honró durante muchos años el gran teólogo Joseph Ratzinger (luego Benedicto XVI). El progresismo teológico de Francisco se ha manifestado especialmente en el campo de la Moral, donde también se percibe la tradición teológica de la Compañía de Jesús, que en un tiempo fue rigorista y modernamente es de inclinación laxista.
     

lunes, 8 de enero de 2024

Vergonzoso: Interpretación sexista de la conducta de destacados místicos

Tucho Fernández: El Prefecto Pornógrafo
Antonio Caponnetto


Se volvieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles
(Romanos 1, 21-27)


El 25 de julio del año 2023, publicamos una nota titulada “Tucho Fernández, el Badanelli de Bergoglio”. Puede verse completa en el siguiente sitio: http://www.ncsanjuanbautista.com.ar/search?q=El+Badanelli+de+Bergoglio

Recordábamos en esas páginas –para decirlo ahora abreviadamente– la existencia de Pedro Badanelli, un cura explícitamente sodomita, cismático, pervertido moral, intelectual y psicológicamente; obsesionado con las morbosidades sexuales y hasta con los delitos originados en sexopatías clínicas. Fue uno de los brazos derechos de Perón, y ambos sujetos se manifestaron apoyo, respaldo y complacencia recíprocos. Nuestro análisis tendía a probar la asqueante asociación –personal y doctrinal– entre la figura de este prete invertido, con el ahora Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe: Víctor Manuel Fernández. Demasiados gustos, extravagancias, predilecciones, obsesiones y monotematismos unen a la distancia a ambos oscuros personajes; y todo ello, claro, en grave desmedro de la Iglesia, y para escándalo y confusión de los fieles.   

Pero cuando escribimos la mencionada nota, no conocíamos un libelo del “Prefecto”, que generosamente nos hizo llegar un viejo y noble amigo. Se trata de “La pasión mística. Espiritualidad y Sensualidad”, México, Dabar, 1998. 

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