jueves, 3 de octubre de 2019

El inefable T(r)ucho en una de sus Bergogliadas

 Adversus Tuchum
 o la respuesta de un fiel a un inaceptable comunicado de monseñor Víctor Manuel Fernández aparecido ayer en La Nación


Habiendo leído el día de ayer el cobarde y políticamente correcto comunicado de Monseñor Víctor Manuel Fernández, consulté a un sabio sacerdote sobre la conveniencia de salirle al cruce al obispo de La Plata. Tuve como respuesta una afirmación, pero con la aclaración de que esta vez había que hacerlo ya sin palabras: con los dos puños. Pero encontrándome lejos y sin posibilidad de tenerlo a tiro (con los puños, aclaro), vi más que conveniente escribir al menos unas pocas líneas. Líneas de un simple laico, padre de familia, contra una autoridad de la Iglesia que no habla el mismo lenguaje. No es mi intención analizar punto por punto el comunicado vergonzoso y humillante para la Iglesia y sus fieles. Sólo repudiarlo en bloque, espigando algunos pocos puntos.

Empezaré diciendo que a mí sí me interesa conformar a alguien (como también a Fernández le interesa, vamos, aunque diga lo contrario). Soy cristiano, y con mi vida, mis palabras y mis obras quiero conformar a mi Señor Jesucristo. (¿Usted no, monseñor? ¿Por qué dice lo contrario?) Sé que si lo reconozco frente a los hombres, Él me reconocerá a mí frente a sus ángeles (Lc. 12, 8-9). ¡Qué reconfortante certeza en este día!

El obispo de La Plata, casi al inicio nomás, arranca notando que con ocasión del próximo Encuentro Nacional de Mujeres Autoconvocadas “hay gente con miedo”. Le pregunto, monseñor: ¿no será usted el que tiene miedo? ¿Y no será ese miedo el que lo lleve a querer pensar que esas “hordas sedientas de venganza y destrucción” sean solamente “mujeres a quienes une un mismo sueño de igualdad” (!)? Y no puedo dejar de preguntarme si realmente estaremos refiriéndonos a lo mismo, o si monseñor Fernández estará tomándonos el pelo a la feligresía. 

Sí, olfateo miedo a llamar a las cosas por su nombre. Miedo a las definiciones. Miedo del pastor a los lobos. Miedo a ejercer la autoridad, esa que le confirió Jesucristo para apacentar y defender a su rebaño. Miedo a la resistencia, pues expresamente la prohíbe, no sea que se interprete como agresión. ¿Se nos prohíbe la resistencia, en estos tiempos tan fieros? Sí, el arzobispo de La Plata se comprometió a “procurar evitar todo acto, movilización o expresión que se manifieste como contraofensiva” (¡menos mal que no nos prohíbe rezar!  Aunque, claro está, esto deja manifiesto qué poca fe tiene monseñor en la plegaria, pues esta sería ya algo inofensivo, no un arma del cristiano). Pero, ¿en qué quedamos? ¿Habrá una ofensiva entonces? Pues de otro modo no hablaría de “contraofensiva”. Pero no: todo eso sería “inútil, ineficaz e imprudente”, nos aclara. Como el testimonio de los mártires, le faltó rematar. 

jueves, 23 de mayo de 2019

El alma católica está herida

Las beatificaciones riojanas y la “traición de los clérigos”
Rodolfo Méndez


[Especial para el Blog «Sagrada Tradición»]

     
La traición de los clérigos” (1927) fue un libro escrito por Julién Benda, un judío francés errante, en el que se quejaba contra los intelectuales, progresistas o conservadores, que sin miramientos habían renunciado a la verdad en aras del partido, de la clase, del poder o del interés personal. 
    
El pasado 27 de abril, en La Rioja, fueron beatificados cuatro hombres, tres clérigos y un laico, habiendo decretado la Iglesia, a través del Pontífice Romano, su “muerte martirial por odio a la fe”. Son ellos, Monseñor Enrique Angelelli, el fraile Carlos de Dios Murias, OFM, el presbítero Gabriel Longueville, y el laico Wenceslao Pedernera, quienes vivieron y murieron en dicha provincia argentina en los años 70 del siglo pasado.
    
Para los propósitos de esta nota doy por bien conocidos los antecedentes de los cuatro nombrados y también el contexto histórico nacional, sea político, sea eclesial, en el que obraron.
    
Quiero decir, doy por sabido el plan del comunismo internacional y la guerra revolucionaria en Argentina; bien conocida la historia del grupo Montoneros, brazo armado del peronismo de izquierda; la historia “caliente” y dramática de la penetración marxista-leninista dentro de la Iglesia, mediante la creación de “propuestas renovadoras” como el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, Cristianos por el Socialismo, y las diversas modalidades de la Teología de la Liberación; que, además, existieron organizaciones de “fachada” que cubrían los objetivos específicos de las agrupaciones terroristas armadas; por último, descuento también, que se conozcan los aciertos y desaciertos de la actuación de las Fuerzas Armadas en el combate contra la guerrilla marxista. 
    
Endeble es la legitimidad de estas beatificaciones si está asentada sobre una ruinosa falsificación histórica a propósito de los hechos, especialmente en lo que concierne a la muerte de Monseñor Enrique Angelelli, y, acerca del carácter martirial por odio y explícita persecución a la fe católica, de la muerte de los cuatro “beatos”, habida cuenta de que Murias, Longueville y Pedernera sí fueron asesinados.  
    

miércoles, 15 de mayo de 2019

La abominación de la desolación: una falsa iglesia con falsos mártires

La falsa Iglesia beatifica sus falsos mártires
Arnaldo de Vilanova


[Especial para el Blog «Sagrada Tradición»]


Cuando veáis la abominación de la desolación, anunciada por el Profeta Daniel, en el lugar santo -el que lea que entienda- entonces los que estén en Judea huyan a los montes; el que esté sobre el tejado no baje a tomar nada de su casa; y el que esté en el campo no vuelva a tomar su túnica. Mateo, 24, 15-18.
    
    
Finalmente, este sábado 27 de abril se consumó la beatificación del Obispo Angelelli junto con la de los curas Murias y Longueville y el laico Pedernera. De nada valieron las súplicas dirigidas a Roma desde distintos lugares de Argentina y del mundo. Tampoco las fundadas razones expuestas en numerosos trabajos y voluminosos dossiers que circularon abundantemente por las redes sociales y variados medios periodísticos. Con una pertinacia asombrosa, contra viento y marea, se han llevado adelante estas beatificaciones fruto de una grosera impostura sin precedentes en la historia, al menos reciente, de la Iglesia.
    
Hemos rezado insistentemente a Dios por medio de la Santísima Virgen pidiendo que tamaña iniquidad no se llevara a cabo: que al final prevaleciera en el Papa y en los obispos involucrados en esta aventura una pizca de sentido de la fe y de temor de Dios. Nuestras plegarias no fueron oídas: bendito sea el Señor que en su sapientísima Providencia -por motivos que se nos escapan- ha permitido que las cosas sucedieran de este modo. 
    
    
Un texto premonitorio
    
En los años setenta, cuando arreciaba en Argentina la oleada tercermundista, la Teología de la Liberación se expandía haciendo estragos en las almas y la situación política y social comenzaba a teñirse de sangre por la aparición de las organizaciones guerrilleras armadas (algunas de ellas integradas y alentadas por amplios sectores eclesiales), un grupo de sacerdotes argentinos -muchos de ellos figuras ilustres del clero de aquella época- dio a luz un documento que tuvo amplísima difusión y fue, en su momento, el más claro y lúcido alerta ante la situación que se vivía. Se trataba de una extensa declaración, fechada pocos días después del asesinato por parte de un comando guerrillero del ex Presidente Aramburu, en la que se hacían serias advertencias respecto de la situación del país pero, fundamentalmente, el texto apuntaba a lo que ocurría en el interior de la Iglesia. Uno de los pasajes más salientes del documento expresaba:
    
Pero he aquí que desde hace unos años un grupo de sacerdotes, cada vez más numeroso, de diversas jerarquías y ubicados en todas las latitudes, se hallan empeñados en cambiar la imagen de la Iglesia, del Cristianismo y aun del mismo Jesucristo. Con sus palabras o con sus actos quieren estos sacerdotes presentarnos una imagen de la Iglesia -y también, lógicamente, la misión de Jesucristo y del sentido del Evangelio- radicalmente falsa”.
    

sábado, 27 de abril de 2019

Dos Obispos Argentinos [y algunas imágenes]


Hoy es un día de luto para la Iglesia de Cristo: el Papa Francisco en su voluntad omnímoda y soberbia, ha declarado beato y mártir a un Obispo Pro-Montonero. ¡Es el Papa Dictador!

Satanelli, como la decían en La Rioja, era un Obispo Tercermundista. Apoyaba la Guerrilla Terrorista Izquierdista en Argentina. Y murió en un accidente de auto.








domingo, 17 de febrero de 2019

«¿Cómo puede Dios querer religiones que niegan la divinidad y la resurrección de Cristo?»

Graves alarmas sobre el documento de Abu Dabi del Papa Francisco
Josef Seifert


El filósofo Josef Seifert ha reaccionado mediante una declaración -publicada en el portal amigo “InfoVaticana” y que reproducimos a continuación- al texto del reciente documento firmado en Abu Dabi por el Papa Francisco con el Gran Imán de Al Azhar.


«Nadie duda de que muchas verdades sobre Dios y la ley moral natural, y muchas ‘semina verbi’ han sido conocidas por los paganos y están contenidas en muchas religiones (excepto en las directamente satánicas), como, por ejemplo la “regla de oro”.

Nadie cree que Dios no puede dar la gracia de la salvación eterna fuera del ámbito de la Iglesia visible, sus sacramentos y una fe cristiana consciente. Nadie se equivoca al ver las numerosas verdades buenas y bellas que el papa Francisco y el Imán confirman en el documento.

Sin embargo, afirmar que “el pluralismo y la diversidad de religiones (color, sexo, raza e idioma) son queridas por Dios en su sabiduría, a través de la cual Él creó los seres humanos” va mucho más allá de todo esto.

¿Cómo puede Dios querer religiones que niegan la divinidad y la resurrección de Cristo? ¿Cómo se compatibiliza eso con la lógica? ¿Puede Dios querer que los hombres afirmen creencias opuestas sobre Jesucristo, sobre Dios o sobre cosa alguna?
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