jueves, 11 de noviembre de 2010

El “milagro arquitectónico” de Gaudí llena las calles de Barcelona de banderas vaticanas y catalanas - Juan Francisco Jiménez Jacinto

El “milagro arquitectónico” de Gaudí llena las calles de Barcelona de banderas vaticanas y catalanas
Juan Francisco Jiménez Jacinto


La Sagrada Familia ya es Basílica. Más de 250.000 personas dan una calurosa bienvenida al Papa en la dedicación del templo


El Templo de la Sagrada Familia ya es Basílica. El propio Benedicto XVI ha querido viajar hasta Barcelona para elevar a esta consideración la obra arquitectónica maestra del catalán Antoni Gaudí. Tras leer la bula papal que consideraba a tal efecto el monumento, los más de 7.000 fieles y personalidades que abarrotaban el templo han estallado en un espontáneo aplauso.

Pero la mañana empezaba mucho antes, cuando a las 9.30 el papamóvil se echaba a las calles de Barcelona para dejarse arropar por más de 250.000 personas, según el Ayuntamiento de la ciudad, que le han acompañado a lo largo de esta mañana. El Papa ha podido vivir de primera mano la hospitalidad barcelonesa y entre banderas vaticanas y senyeras (la bandera de Cataluña) ha constatado el cálido ambiente católico que existe en la Ciudad Condal.

Al llegar al templo, las principales autoridades de la ciudad esperaban al Pontífice para darle la bienvenida. Así lo han hecho el presidente de la Generalitat, José Montilla; el ministro de la presidencia española, Ramón Jáuregui; José Bono, presidente del Congreso de los Diputados; y el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu.

Los reyes de España, Juan Carlos I y Sofía fueron los primeros en saludar al Santo Padre que les agradeció su presencia mantuviendo posteriormente un breve encuentro privado con Sus Majestades.

La que será a partir de hoy la novena basílica de la capital catalana, esperaba con 6.500 fieles y autoridades, 1.100 concelebrantes y 800 cantores en su interior, a que el mismísimo obispo de Roma empujara las puertas del templo iniciando así el rito de dedicación del templo.

Más de 800 cantores, de la Escolania de Montserrat, la Coral Sant Jordi y el Orfeó Català entonaron el Aleluya mientras el Santo Padre saludaba a los asistentes sin dejar de ofrecer bendiciones a los más pequeños que le esperaban entusiastas al borde del paso de Su Santidad.



La emoción de un pueblo con el Papa

En el templo se percibía la emoción de los asistentes por poder contar con el Papa de Roma para la dedicación del templo más singular de una de las ciudades europeas que con mejor acierto ha unido tradición y cosmopolitismo, modernidad e historia, origen con desarrollo. Justamente, Gaudí es un gran exponente de esa perspectiva urbana y protagonizó de forma inmejorable la línea que separa y une tradición y modernidad. Este carácter del genio queda patente en la famosa afirmación del arquitecto que sostenía que la originalidad consiste en volver al origen. Un origen en el que “está Dios”, según el Papa.

Benedicto XVI asombró a los barceloneses con un regalo significativo: el cáliz con el que se ofició la misa de la dedicación y con el que se oficiará a partir de ahora la liturgia en la Sagrada Familia, ya oficialmente basílica para el culto católico.

La liturgia se ciñó al guión. Benedicto XVI es uno de los papas mejor conocedores y que más importancia le otorgan al culto católico, rico en simbología. Por ello, el Pontífice ofició un rito de consagración solemne y dotado de una fuerte carga simbólica.

Así fue cuando el arquitecto jefe de las obras del templo inacabado en su exterior, Jordi Bonet, entregó la llave del templo al Santo Padre para que este a su vez se las entregara al presbítero responsable de la misma.

En su breve discurso de bienvenida al Santo Padre, Bonet, ha considerado verosímil que la construcción del exterior del templo acabe en 2024, centenario de la muerte de su arquitecto, Antoni Gaudí. Para eso, hace falta acabar la fachada de la Pasión con sus columnas diversas; levantar parte del crucero hasta alcanzar los 170 metros; y construir dos edificios laterales que se proyectaron como sacristías. "Adivinar el futuro es muy difícil. Tenemos más de dos tercios", ha concluido.

Otro momento significativo de la liturgia ha sucedido cuando el Benedicto XVI ha procedido a bendecir el altar ungiéndolo de aceite para purificarlo, doce obispos han ungido las columnas que sostienen el edificio como fueron doce los discípulos que sostuvieron y sostienen la palabra de Dios. Asimismo, se ha bendecido el agua con el que se ha aspergido a los fieles y, posteriormente, se ha inciensado el templo con un gran brasero y un grupo de diáconos concelebrantes han procedido a inciensar también a los asistentes. De esta forma el simbolismo era doble: se bendecía la Iglesia templo y la Iglesia viva.

Además de los 1.000 sacerdotes y 100 obispos, concelebraron la Misa rodeando al Santo Padre el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone y el cardenal anfitrión: el arzobispo de Barcelona, Lluis Martínez Sistcach.



El Papa ha hablado en catalán

El Papa ha utilizado el catalán para iniciar y cerrar su homilía en la misa de dedicación de la Sagrada Familia al culto, con referencias a la Virgen de Montserrat y a la Mercè, patronas de Catalunya y de Barcelona, respectivamente.

Así, al término de su discurso Benedicto XVI se ha dirigido a los fieles en catalán para confiar la protección de la Virgen a todos quienes han hecho posible el “milagro” de la construcción del templo de Gaudí.

Finalmente, el Papa se ha dirigido a la Fachada del Nacimiento para rezar el Ángelus con los más de 50.000 fieles que llevaban horas esperando para poder saludar al obispo de Roma. Benedicto XVI se ha dirigido a la balconada flanqueado por dos voluminosos motivos florales que representaban la bandera vaticana y la basílica de San Pedro uno, y la senyera catalana junto con la Sagrada Familia, el otro.

Al término del rezo que ha tenido que ser interrumpido varias veces por Su santidad debido a los vítores y los aplausos que los fieles barceloneses le dedicaban, ha regresado al ábside de la nueva Basílica para volver a salir por la puerta principal, acompañado del Nigra sum del músico catalán Pau Casals y el Aleluya del Mesías de G. F. Haendel.

Los 7.000 fieles que han presenciado la misa del Santo Padre para dedicar al culto la Sagrada Familia de Barcelona han roto el protocolo de estos actos religiosos y han despedido calurosamente al Pontífice de pie, con aplausos y algún 'Viva el Papa' cuando el Papa enfilaba la salida. No obstante, antes de salir de la basílica, Benedicto XVI ha destapado una placa que inmortaliza la designación del templo para el culto el genial edificio modernista de Antoni Gaudí.

Tras despedirse de las autoridades, el Santo Padre ha vuelto a subir al papamóvil acompañado como en su llegada en el interior del vehículo de su secretario personal, Georg Gaenswein, y el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach.

De las 250.000 personas que han querido acompañar al Papa, 7.000 lo siguieron desde el interior del templo, cerca de 50.000 desde el exterior de la Sagrada Familia y unas 13.000 desde la plaza de toros Monumental. El resto, espontáneamente se fueron situando a lo largo de los dos trayectos que ha realizado el Papa de ida y de vuelta.



 Gracias, Gaudí

Gracias al arquitecto Antoni Gaudí y su singular mente creadora, Barcelona ha podido vivir una jornada festiva en la que se ha mostrado al mundo en el contexto de la visita de Benedicto XVI. Este hecho, ya está siendo leído por muchos miembros del vaticano como un impulso a la causa de beatificación de este arquitecto inigualable y devoto absoluto que camina con paso firme hacia los altares, él que hizo tantos.

El templo ha mostrado a los presentes una arquitectura compleja y simbólica. Una catequesis en piedra cuyas columnas, auténticos árboles de fe, se encastan en su base en el sustrato de la iglesia viva representada en los 7.000 fieles que llenaron el templo, y cuyo final concluye esparciendo las fuerzas arquitectónicas en el soporte de la Iglesia de Dios, representada en las torres, las fachadas y los muros de esta obra constructiva que une fe y arte, liturgia y belleza, en intensas proporciones equivalentes. En definitiva, “un signo visible del Dios invisible”, en palabras de Benedicto XVI.

Si Gaudí utilizó la materia, como la piedra y el hierro, para construir la belleza que lleva a la fe, Benedicto XVI se ha valido de los elementos, como el aceite y el incienso, para construir una liturgia que ha elevado la piedra a una nueva condición trascendental: la de la representación física e inmortal de la Iglesia de Dios.








1 comentario:

  1. No estaría de más incluir el copyright u origen de algunas de las fotografías publicadas sin la autorización del autor Dr. Guillermo SIMÓN-CASTELLVÍ (FIAMC Press Servcices)

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...