jueves, 8 de noviembre de 2012

¿El Concilio rompió con el pasado? Lo afirma Cantalamessa el predicador Papal

¿El Concilio rompió con el pasado? Lo afirma Cantalamessa el predicador Papal


El padre Raniero Cantalamessa vino a Buenos Aires para ser la estrella del encuentro anual de CRECES (ver Aquí), durante el cual se puso de rodillas al recibir una bendición protestante, o algo por el estilo. Habría que preguntarle si se arrodilla para comulgar en una misa que no sea la propia.

El suplemento "Enfoques" del diario La Nación del pasado Domingo 28 de Octubre del 2012 (ver Aquí), publica un reportaje que le realizó Mariano de Vedia y que publicamos abajo con algunos comentarios nuestros en rojo.

Es interesante notar su referencia a los Blogs que dicen que el ecumenismo, como él lo practica, procede del diablo. No sabemos si será para tanto, pero que no sigue la tradición es seguro.

Cuando el periodista le pregunta si hay resistencias dentro de la Iglesia a los avances del Concilio, don Raniero dice que "La Iglesia ha hablado de una novedad de la continuidad. El Concilio ha hecho una ruptura respecto del pasado próximo en la Iglesia, pero una continuidad respecto del pasado remoto".

Esta frase implica desconocer lo que significa la Tradición, que no está integrada por compartimientos estancos, sino que su vivo fluir nos pone en contacto con las fuentes de la Fe, que se ha de mantener siempre viva y fiel a Jesucristo, y que va siendo profundizada bajo la guía suprema del Magisterio de la Iglesia.

Tradición es solidaridad entre generaciones que se transmiten unas a otras el integro depósito de la Fe, que han sido llamadas oportunamente a custodiar.

Podría figurarse la Tradición en una cadena de eslabones de la que se vale el Espíritu para impulsar la barca de la Iglesia hacia el Puerto de la Parusía; si se quitara un eslabón, la cadena de "transmisión" se volvería inservible.

¿Acaso el predicador pontificio quiere significar que el Espíritu Santo abandonó a la Iglesia en el pasado reciente, de modo tal que hubo que ir a buscarlo en tiempos remotos?

Quizá sus contactos con los herejes lo hayan contaminado pues es la misma tesis que usa el protestantismo para intentar conectarse con Cristo, salteando quince siglos de historia de la Iglesia.

Probablemente a Cantalamessa le moleste la encíclica "Mortalium Animos", que condena lo que él hace, y por eso desea eliminarla (aunque para ello deba descartar el pasado inmediato de la Iglesia).

Pero el procedimiento que quiere aplicar, fue llamado "Arqueologismo" por Pío XII cuando la condenó en su encíclica "Mediator Dei".

Allí este Papa, explicando lo que es el arqueologismo doctrinal, dice (81): "ningún católico sensato puede rechazar las fórmulas de la doctrina cristiana compuestas y decretadas con grande utilidad por la Iglesia, inspirada y asistida por el Espíritu Santo, en épocas recientes, para volver a las fórmulas de los antiguos concilios, ni puede repudiar las leyes vigentes para retornar a las prescripciones de las antiguas fuentes del Derecho canónico".

Ningún católico sensato... ¿pero será sensato un "católico del Concilio Vaticano II", como gustó llamarse recientemente Cantalamessa?

Veamos ahora el reportaje completo, con nuestras opiniones en rojo:



Raniero Cantalamessa: "Benedicto XVI no tiene
miedo de declarar que hay aire sucio en la Iglesia"


¿Qué es ser predicador del Papa?

-Es un oficio tradicional, otorgado a la Orden Franciscana Capuchina desde el siglo XVIII. Consiste en dar charlas al Papa, a sus colaboradores, cardenales y obispos de la Curia romana, unas 70 personas, en los períodos de Adviento y Cuaresma (las semanas previas a la Pascua y a la Navidad).
Nunca un predicador duró tanto. Yo tengo una explicación: el Papa se ha dado cuenta de que es el lugar donde el padre Cantalamessa puede hacerle menos daño a la Iglesia.


De todos modos, el padre utiliza muy bien la "chapa" de predicador pontificio para hacer daño


- ¿Cómo recibe el pontífice sus meditaciones?

-A pesar de todo su trabajo, encuentra el tiempo necesario para ir a escuchar. Nunca falta. Es un ejemplo de sumisión a la palabra de Dios.


-¿Cómo selecciona los temas? ¿Los conversa con él previamente?

-Tengo amplia libertad. Me esfuerzo por adecuarme a los problemas que la Iglesia está viviendo. El año último, por ejemplo, abordé el compromiso por la nueva evangelización. En la historia de la Iglesia hubo cuatro grandes momentos de esfuerzo misionero. En los primeros tres siglos del cristianismo, los protagonistas fueron los obispos; en la reevangelización de Europa, entre los siglos VI al X, el papel principal lo cumplieron los monjes; en el siglo XVI, con el descubrimiento de América, se destacaron los frailes. Y hoy, cuando el desafío es volver a evangelizar a un Occidente secularizado, el papel lo tienen los laicos.


Flaco favor le hace a los laicos, que deben convencer a sus parientes y amigos de que fuera de la Iglesia no hay salvación, el hecho de que el predicador del Papa sea estrella de reuniones en las cuales la verdad es puesta al mismo nivel que el error.


-¿Por qué es importante el papel de los laicos?

-Porque han tomado un papel activo. Es un fruto del Concilio Vaticano II, que ha proclamado que los laicos son sujetos activos y tienen carismas. Ahora están en la primera línea de la evangelización, en la atención de los que no van a la Iglesia, aquellos a los que los sacerdotes no podemos ya contactar. Jesús les dijo a los apóstoles que sean pastores de hombres y pescadores. Hoy los sacerdotes son más pastores que pescadores: pueden alimentar a los que ya vienen a la Iglesia, pero no pueden ir a evangelizar a los que están lejos. Los laicos son, precisamente, un medio para ir a los lugares de trabajo, a las familias, a las distintas profesiones, y llevar el mensaje de Jesús donde el mundo vive.


En primer lugar, si los pastores no evangelizan a los que están lejos es por comodidad, o por dedicarse a tareas que deben hacer los laicos y no son prioritarias en ellos, como por ejemplo dar de comer a los pobres.
Por otro lado, la generación de católicos fruto del Concilio, es probablemente la más ignorante de las verdades de fe en toda la historia de la Iglesia. No sabe el catecismo, sencillamente, porque los modernistas no se lo han enseñado. ¿Cómo podrá formar el que no lo está?


-El Papa convocó a celebrar el año de la fe. ¿Hoy hay una crisis de fe en el mundo?

-Hay una crisis desde el punto cuantitativo: los creyentes son hoy una minoría. Pero desde el punto de vista cualitativo hay una aceleración de la fe, porque nunca hubo tal cantidad de creyentes reales y decididos. Benedicto XVI siempre dice que los cristianos serán una minoría motivada.
Eso no significa que nos resignamos a ser una elite, porque esa minoría siempre está llamada a evangelizar, a promover el evangelio y muchos valores, como la justicia.
El evangelio es inseparable de la caridad. Jesús evangelizaba y sanaba. Hoy la Iglesia lleva adelante estos dos frentes: evangelización y lucha contra la pobreza. En ciertos países de África, las instituciones de la Iglesia son las únicas que hay en muchos kilómetros para atender las enfermedades de la gente.


Si bien es cierto que la radicalización del bien y del mal es un signo de los tiempos finales, no se puede decir con propiedad que nunca hubo tal cantidad de creyentes reales y decididos. ¿Por qué no llamamos a los Cruzados o a los Cristeros a declarar en este tribunal histórico a ver si coinciden con el juicio del fraile?


- ¿Hoy ser cristiano implica ir contra la corriente?

-Siempre ha sido así. El Concilio Vaticano II renovó la actitud de diálogo con la modernidad y con el mundo. Los cristianos tienen que sentirse miembros de una sociedad y responsables de los bienes y los males de esa sociedad. Y saben que la cultura va en una dirección dominada por el dinero. Tienen que ir contra la corriente. En esa carrera por el dinero, la gente se vuelve siempre más triste. Por eso, ir contra la corriente es una manera de ayudar a la sociedad, para que se dé cuenta de que no tiene que ser esclava del dinero y del poder, que no tiene ideales sociales.


Luego del Concilio se aceleraron tendencias que venían de antes, por las cuales no solamente se renovó el diálogo con el mundo, sino que se dejó que lo mundano hiciera eclosión en la vida cristiana. Signo por antonomasia de esta verdad es la profanación del templo de Dios y de la Santa Misa.
Por otro lado el fraile nombra los excesos del dinero y del poder sin decir nada del sexo; no vaya a ser que se enoje su amigo Bergoglio.




- ¿El mensaje de la Iglesia perdió credibilidad e influencia?

-En los últimos años, los escándalos de la pedofilia han quitado a la Iglesia el prestigio del que quizá gozaba en el pontificado de Juan Pablo II. Pero las cosas de la Iglesia no se pueden medir solamente por lo que aparece en la superficie. Benedicto XVI no tiene miedo de declarar que hay aire sucio en la Iglesia. Hay una toma de conciencia de la debilidad de la Iglesia. Es una manera de purificarla. Algo doloroso, pero muy útil y propicio.


Si el mensaje de la Iglesia perdió credibilidad, no ha sido sólo ni principalmente por los escándalos, amplificados por la prensa mundana, sino porque los innúmeros Catalamessas que andan por el mundo la han igualado con las sectas protestantes.
Por otro lado, recuerde el fraile que si bajo Juan Pablo II no se conocieron mejor los casos de pedofilia, etc., se debió a la política de silencio y postergación de sanciones que se vivió en aquella época. Siendo justamente Benedicto XVI el que destapó la olla, que le transmitió bien podrida su antecesor.


- ¿Qué fortalezas y qué debilidades señalaría hoy en la Iglesia?

-La fuerza de la Iglesia es su fe. Las debilidades somos nosotros. San Pablo ya lo decía: llevamos un tesoro en vasos de barro. La división que permanece en los cristianos es un punto de debilidad y por eso se debe promover el ecumenismo. La escasez del clero, la falta de vocaciones, es otra debilidad. Hay escándalos dolorosísimos, pero muchos medios de comunicación no ven en la Iglesia más que esto. Hay pocos esfuerzos por ver el intenso trabajo por los pobres, los marginados, en favor de la defensa de la vida.


Se debe promover el genuino ecumenismo, no el falso practicado por él, que consiste en equiparar en la práctica la verdad con el error.
¿Escasez de clero, falta de vocaciones? ¿No era ésta una época con la mayor "cantidad de fieles creyentes y decididos"?


- ¿Cómo enfrenta el Papa estas situaciones de escándalo?

-Ha sido muy claro y abierto en reconocer errores y pedir perdón. Y gritar contra la enormidad de estos casos de abusos de los menores. Pero la Iglesia no es una fuerza de policía, es una fuerza espiritual. La sociedad también propone un código de comportamiento moral, pero hay personas que no lo cumplen.


- ¿Estas situaciones le producen daño a una institución con 2000 años?

-La Iglesia es muy vasta, hay de todo. La red saca del mar peces buenos y peces malos.


El periodista trata de enredarlo con el tema de los escándalos y el pobre fraile no sabe o no quiere soltarse. Lo que hay que contestar es que los escándalos se multiplicaron en la medida en que en los seminarios y, luego en la vida sacerdotal, se dejó de lado la ascética católica tradicional abriéndose de par en par las puertas al mundo. Ya lo advirtió en 1968 el padre Menvielle, que Freud había entrado en las casas de formación como el nuevo Santo Padre de la moral católica.
Pero, a pesar de todo eso, podría haber dicho que porcentualmente el número de sacerdotes abusadores es muchísimo menor que el de hombres casados en la misma condición. Por lo cual la abolición del celibato, que a eso apunta esta cuestión, no solucionará el problema, lo empeorará en todo caso si se sigue con la mala formación en los seminarios.


-¿Se encuentran todavía resistencias dentro de la Iglesia a los avances del Concilio Vaticano II?

-Durante el Concilio aparecieron dos líneas muy evidentes: los progresistas decían que era un gran avance, una ruptura con el pasado. Para los tradicionalistas, era un drama, una tragedia. La Iglesia ha hablado de una novedad de la continuidad. El Concilio ha hecho una ruptura respecto del pasado próximo en la Iglesia, pero una continuidad respecto del pasado remoto. Hay quienes ven en el Concilio una novedad muy tímida. Otros, al contrario.
No hay resistencias explícitas, salvo en los lefebvristas. Según una indicación del cardenal Newman, muchas veces los concilios no se entienden sin un después.


Aquí está la frase que da lugar al título de este post sobre la que ya opinamos arriba.
Por otro lado: ¿dónde vivirá el padre Cantalamessa para no ver las resistencias de figuras de primera magnitud que ha provocado el desmadre que siguió al Concilio? Llamemos a declarar ante este tribunal a Romano Amerio, a Brunero Gherardini, a Roberto de Mattei, a la Fraternidad San Pedro, a la Administración Apostólica Personal San Juan María Vianney (de Campos, Brasil) por sólo nombrar unos pocos, y veremos sí únicamente la Fraternidad San Pío X resiste como él dice.


-¿Hoy es un tiempo propicio para pensar en nuevas reformas en la Iglesia?

-Hay puntos que el Concilio Vaticano II no ha tocado. Se dieron pasos muy valientes y hubo cambios dramáticos. Pero quedan problemas: el celibato obligatorio del clero se discute, así como la colegialidad de los obispos, una mayor participación de los episcopados en el gobierno de la Iglesia. Pero la Iglesia se mueve con un ritmo distinto. No se puede dar un paso que determine profundas divisiones.


Aquí saltó la víbora: el celibato es un problema


-¿Se puede esperar que en algún momento se aborden estos temas?

-Hay obispos que ya tratan estos problemas. Al Papa no le parece el momento para decidir una cosa tan relevante, como el celibato del clero. Pero se ha empezado, es la dinámica que siempre han llevado adelante las reformas. Yo soy completamente abierto a estos cambios, pero a veces recomiendo no ser impacientes: pareciera que cambiar esto es la panacea, la medicina para todos. Y no es así. Hay problemas hoy en el matrimonio, la familia. Se presenta de una manera tan complicada, tan frágil. Puede ser una carga tremenda para un sacerdote, que debe cuidar a toda la sociedad. La sabiduría de Dios guiará a la Iglesia.


Gracias por reconocer públicamente la mecánica que sigue la Revolución: "se ha empezado, es la dinámica que siempre han llevado adelante las reformas". Así hicieron con la Comunión en la mano.


- ¿Es posible que se produzcan cambios en la Iglesia respecto de la situación de los divorciados vueltos a casar?

-La admisión a los sacramentos de los divorciados vueltos a casar es un problema que se está discutiendo. Se han dado pasos y, a pesar de que están excluidos de la Eucaristía, están aceptados en la vida de la Iglesia. Algunos obispos son más avanzados en esta línea. El Espíritu llevará a la Iglesia a una solución, a una praxis evangélica, pero también misericordiosa, abierta a la comprensión del hombre. ¡Jesús era tan comprensible! Afirmaba los principios del matrimonio (el hombre dejará su casa y se unirá a su mujer, el hombre no puede desunir lo que Dios ha unido), pero es el único que perdona a la mujer adúltera.


¿Y ésta es la exégesis del Predicador Papal? Jesucristo perdonó a la mujer adúltera porque estaba arrepentida, y le mandó no pecar más.
Jamás se podrá admitir válidamente a una persona que vive en adulterio a la Sagrada Comunión, aunque haya cientos de Cantalamessas y miles de obispos que se le junten en este error.
Si la Iglesia no puede declarar la nulidad de un matrimonio por no haber causas, luego no puede admitir que uno o los dos cónyuges legítimamente casados y que conviven sexualmente con otros, se acerquen a comulgar.
Lo que es de derecho divino no puede ser reformado ni por la Suprema Autoridad de la Iglesia.


- ¿La Iglesia podría rever su postura?

-Hoy la situación de los divorciados no es una excepción. El divorcio es un fenómeno social tan difundido, que no se puede dejar a toda esta gente excluida de la Iglesia. Se tiene que encontrar una fórmula que pueda salvar los principios y aplicar el Evangelio de una manera evangélica. Los divorciados tienen que sentirse plenamente hijos de Dios. Lo que guía a la Iglesia no es tanto defender un principio: es salvar el matrimonio, que está atacado hoy en la sociedad. La Iglesia defiende un bien, el bien de la familia, del matrimonio. Cómo conjugar esta defensa con la misericordia será el desafío.


Los divorciados que viven en adulterio son hijos de Dios que están en pecado mortal. Y la única solución que existe para eso es el arrepentimiento, la confesión y la vida virtuosa posterior. ¿Qué otra fórmula se puede encontrar? La única forma sería declarar que el adulterio no es pecado, pero es imposible. No macanee más don Cantalamessa.


- ¿Hoy es más difícil avanzar en el diálogo ecuménico?

-Algunos sitios radicalizados en Internet dicen que los encuentros ecuménicos son creados por el diablo. Existen estos grupos, pero lo mejor para aislarlos es que los más responsables se reúnan y avancen hacia la unidad de los cristianos. Lo que tenemos en común es mucho más importante que lo que nos separa. Ésta es la línea para aislar a los grupos más radicales, que todavía existen.


Lástima que el ecuménico fraile sea tan poco ecuménico con estos blogs a los que quiere aislar; ¡habráse visto tolerancia!
Por otro lado, lo que nos separa no es menos importante que lo que nos une. ¿O serán moco e' pavo los Dogmas Marianos, el Santo Sacrificio de la Misa y los Sacramentos?


- ¿Se vio afectado Benedicto XVI por el reciente juicio del mayordomo y el escándalo por las filtraciones en la Santa Sede?

-Está afectado y ha sufrido mucho. Es algo que lo toca muy de cerca. Son cosas que en el momento parecen lo más importante del mundo y después se ve que es una cuestión secundaria. Hay muchas hipótesis. En el Vaticano, como en cada organización, hay diferentes opiniones.


- ¿Se habla ya en el Vaticano de cómo será la próxima sucesión del Papa?

-Usted conoce el dicho: quien entra papa en el cónclave, sale cardenal; quien entra como cardenal, sale papa. No hay posibilidad de prever qué pasará. Depende de tantas cosas. No se habla de nadie en particular que pueda ser papabile . Hay muchos nombres, pero no tienen mucho fundamento. De hecho, este papa Benedicto XVI tiene una personalidad tan respetuosa con los demás, tan gentil y humilde, que es impresionante. Dejará una impronta difícil de soslayar. Todos sus viajes empiezan con una atmósfera tremenda, negativa, y al final se manifiestan sus éxitos enormes. Así ocurrió, por ejemplo, en Inglaterra y recientemente en el Líbano, donde fueron a escucharlo cristianos e islámicos. Tiene una personalidad que no es agresiva, muy respetuosa.








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