lunes, 31 de mayo de 2010

Cardenal Rouco pide a sacerdotes ser ministros de auténtica alegría

Cardenal Rouco pide a sacerdotes ser ministros de auténtica alegría


TOLEDO, 27 May. 10 (ACI/Europa Press).- El Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Cardenal Antonio María Rouco Varela, reseñó hoy el "gran servicio" del ministerio sacerdotal "especialmente en estos tiempos tan tocados de desaliento, escepticismo y tristezas", antes los cuales animó a los sacerdotes a "ser ministros de la alegría auténtica".

En la celebración que acogió la Catedral Primada de Toledo en el marco del 10° Congreso Eucarístico Nacional, aseguró que "no podemos escatimar esfuerzos para alentar las vocaciones sacerdotales y subrayar ante los fieles el verdadero significado y la necesidad del sacerdocio ministerial", convencido de que del "grado de fervor de los sacerdotes" y de su entrega a sus hermanos depende su vida diaria.

El Cardenal Rouco Varela también habló de la Eucaristía, para señalar que "sin Eucaristía no hay Iglesia y sin sacerdotes no hay eucaristía, por lo tanto no hay Iglesia", y recordar la "presencia misteriosa pero real y auténtica del Señor" en la Eucaristía.

"No debemos olvidar que la seguridad para el hombre de poder acercarse al verdadero altar de Dios depende decisivamente del ministerio sacerdotal que se realiza en la Iglesia como Ministerio eucarístico", aseveró.

En este punto, recordó que el ministerio sacerdotal se encuentra entre los caminos de los jóvenes, y aludió así a la "gran cita que tenemos en Madrid en agosto de 2011", donde sonarán de nuevo las palabras de Juan Pablo II en la 4° Jornada de la Juventud cuando animó a los jóvenes a no tener miedo "a ser santos".

"Tenemos que invitar a los jóvenes del mundo a acercarse al Señor con corazón sincero para robustecer la fe, robustecer su fe", finalizó el Presidente de la CEE, que detalló como este 10° Congreso Eucarístico Nacional abundará en ello a partir de este viernes 28.

Previamente a este acto de oración y de renovación de las promesas que los sacerdotes hicieron el día de su ordenación, se celebró una procesión y un lucernario, desde el Seminario, con el que se invocó a Cristo "como luz y padre" y como expresión "de fe, invocando el nombre del Señor, del Dios Santo, fuerte e inmortal", manifestó.

Finalmente, el Cardenal Rouco Varela recordó a los sacerdotes presentes que con la oración "las comunidades cristianas a las que servimos llegan a ser auténticas escuelas de oración, como quería y pedía Juan Pablo II", y subrayó que el Congreso que hoy se inicia "constituye una renovada invitación a dar gracias a Dios por nuestro ministerio y por el don supremo de la eucaristía que hay que acoger con devoción.

Junto al Cardenal Rouco, que presidió esta celebración en el altar mayor de la Catedral, en cuyo centro se situó la Custodia de Arfe, concelebraron esta oración, entre otros, el Arzobispo de Toledo, Mons. Braulio Rodríguez; y su predecesor en Toledo, actual Prefecto para la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y miembro del Comité para el Congreso Eucarístico Internacional, Cardenal Antonio Cañizares.



jueves, 27 de mayo de 2010

Concilio Vaticano II y hermenéutica de la continuidad

Concilio Vaticano II y hermenéutica de la continuidad


Han pasado cerca de 45 años desde el final del Concilio Vaticano II y, nunca como ahora, desde varias partes, está surgiendo un intenso y profundo debate sobre las enseñanzas y las implicaciones de este acontecimiento eclesial. Entre las diversas interpretaciones, los Pontífices que han tomado parte personalmente en el Concilio (como Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI) han sostenido una lectura de acuerdo a la llamada “hermenéutica de la continuidad”, según la cual el Concilio no se pone en contraste con el milenario “depositum fidei” propio de la tradición católica. Como explicó el Pontífice Benedicto XVI durante su visita a Fátima, según este tipo de lectura no hay ruptura entre modernidad y tradición.

Para comprender lo que el Papa ha confirmado como “hermenéutica de la continuidad”, la asociación Vera Lux organizó en San Marino un encuentro de estudio sobre el tema: “Passione della Chiesa. Amerio e altre vigili sentinelle”. El congreso parte de la obra del teólogo Romano Amerio (1905-1997) “Iota Unum. Estudio sobre las variaciones de la Iglesia Católica en el siglo XX”, para proponer una articulada investigación sobre el período post-conciliar. Intervendrán en el congreso, entre otros, don Nicola Bux, el profesor Matteo D’Amico y el padre Giovanni Cavalcoli O.P.

La jornada de estudios será presidida, y concluida con una reflexión sobre la figura de Benedicto XVI, por monseñor Luigi Negri, obispo de San Marino-Montefeltro. Considerando el gran interés que está naciendo en torno al Congreso, Zenit ha realizado algunas preguntas a Mons. Negri.


- ¿Usted conoció personalmente a Amerio?

Conocí personalmente a Romano Amerio porque recibí de él una sugerencia muy precisa para orientar mis estudios de filosofía sobre la personalidad de Tomás Campanella, a quien él dedicó una consistente parte de su actividad de estudio y de enseñanza. Le debo el redescubrimiento de este gran autor que normalmente la historiografía laicista hace pasar como uno de los precursores de la revuelta moderna contra la tradición católica y que, en cambio, es un singular testigo de un catolicismo que ciertamente reconquista a partir de más de una falla frente a una mentalidad laicista. Este es el motivo de gran gratitud que tengo hacia Amerio, quien, por otro lado, ha sido por décadas profesor en el Liceo Cantonal de Zurich, uno de los puntos de mayor impacto cultural no sólo para el Cantón del Tesino sino también para buena parte de Italia.

La discusión sobre la hermenéutica del Concilio Vaticano II, sobre la que Amerio ha reflexionado y escrito mucho, es de gran actualidad. En el famoso volumen – “Iota Unum” -, traducido a varias lenguas, Romano Amerio habla de lo que sucedió en el Concilio Vaticano II y de la crisis post conciliar, indicando aquellas fisuras en la solidez de la fe que todavía hoy hieren a la Iglesia. ¿Podría ilustrarnos el sentido y la razón de este análisis crítico?

La lectura desapasionada, a tantos años de distancia, del libro “Iota Unum”, es la demostración de que Amerio había intuido cómo se estaba operando una fractura entre la tradición y un cierto modo de interpretar el Concilio Vaticano II. Por lo tanto, representa un testimonio inteligente y vivido hasta el fondo, expresado no sin sufrimiento por esta fractura que se estaba delineando y en la cual la interpretación “modernista” o, como le gustaba decir a él, “neotérica” del Concilio corría el riesgo de poner en crisis todo un dato de la tradición, de la cual no se podía prescindir. En su libro, se muestra claramente la situación tal como la ha indicado Benedicto XVI diciendo que ya es necesario cerrar el tema de la contraposición entre las hermenéuticas y tomar el camino de la continuidad hermenéutica. Por otro lado, que en esta re-lectura del Concilio –o, mejor dicho, de todo lo que se ha provocado dentro y fuera del Concilio– realizada por Amerio algunas veces haya un poco de vehemencia es algo que resulta perfectamente comprensible.


- ¿Cuál es la principal contribución que esta jornada de estudios podrá ofrecer?

Yo participaré en esta conferencia como expositor, hablando de Benedicto XVI, y estoy feliz de acoger esta jornada de estudios en San Marino porque pienso que en la línea del magisterio de Benedicto XVI puede representar una contribución sobre algunos nudos muy importantes de la historia reciente de la teología que, una vez recuperados de modo crítico, podrían favorecer el diálogo y el desarrollo de la así llamada hermenéutica de la continuidad.


* * *


Sobre las motivaciones que llevaron a la organización de la jornada hemos hecho algunas preguntas a uno de los promotores, Lorenzo Bertocchi, estudioso de Historia del Cristianismo y perteneciente al Centro Cultural “Vera Lux” de Bolonia.


- ¿Por qué habéis decidido dedicar un Congreso a Romano Amerio?

Desde los orígenes, la Iglesia ha vivido siempre sufrimientos y hostilidades provenientes tanto de su interior como desde fuera de ella, pero ha podido contar con la presencia de “centinelas” que, por gracia de Dios, han sabido iluminarla sobre los peligros y los riesgos. Entre los peligros debe ser contado también el tema de la correcta interpretación del Concilio Ecuménico Vaticano II. De hecho, a partir del famoso discurso a la Curia Romana del 2005, varias veces Benedicto XVI ha vuelto sobre el tema de la así llamada hermenéutica de la continuidad. La confusa interpretación del Concilio, de hecho, no está privada de consecuencias para la vida de la Iglesia. En este contexto, Romano Amerio con su obra “Iota Unum” ha propuesto un articulado análisis sobre el atormentado período post-conciliar. No por casualidad el libro se cierra con estas palabras: “Custos quid de nocte?” (Isaías 21, 11). Es por eso que el Congreso pone una particular atención en Amerio, pero va más allá, subrayando la obra de otros “centinelas” como el Siervo de Dios P. Tomas Tyn O.P. y sobre todo el Cardenal Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI.


- ¿Cuáles son los fines que os proponéis alcanzar con el Congreso?

Para responder, quisiera citar un pasaje de Benedicto XVI en la audiencia general del pasado 10 de marzo: “Gracias a Dios, los timoneles sabios de la barca de Pedro, el Papa Pablo VI y el Papa Juan Pablo II, por una parte defendieron la novedad del Concilio y, por otra, al mismo tiempo, defendieron la unicidad y la continuidad de la Iglesia, que siempre es Iglesia de pecadores y siempre es lugar de gracia”. La jornada de estudios promovida por el Centro Cultural Vera Lux quiere, por lo tanto, animar el debate encaminado a desarrollar “la unicidad y la continuidad de la Iglesia” en el surco del Magisterio y en la conciencia de que la claridad doctrinal no es sólo un hecho elitista o intelectualista sino que tiene consecuencias importantes para todo el pueblo de Dios que fácilmente puede ser confundido por errores o interpretaciones heterodoxas.



Fuente: Zenit (edición en lengua italiana)



miércoles, 26 de mayo de 2010

La Comunión de rodillas y en la lengua - Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice

La Comunión de rodillas y en la lengua
Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice


La más antigua práctica de distribución de la Comunión fue, muy probablemente, la de dar la Comunión a los fieles en la palma de la mano. Sin embargo, la historia de la Iglesia evidencia también el proceso, iniciado tempranamente, de transformación de esta práctica. Desde la época de los Padres, nace y se consolida una tendencia a restringir cada vez más la distribución de la Comunión en la mano y a favorecer la distribución en la lengua. El motivo de esta preferencia es doble: por una parte, evitar al máximo la dispersión de los fragmentos eucarísticos; por otra, favorecer el crecimiento de la devoción de los fieles hacia la presencia real de Cristo en el sacramento.

A la costumbre de recibir la Comunión sólo sobre la lengua hace referencia también santo Tomás de Aquino, el cual afirma que la distribución del Cuerpo del Señor pertenece sólo al sacerdote ordenado. Esto, por diversos motivos, entre los cuales el Doctor Angélico cita también el respeto hacia el sacramento, que “no es tocado por nada que no esté consagrado: y, por eso, están consagrados el corporal, el cáliz, y también las manos del sacerdote, para poder tocar este sacramento. A ningún otro, por lo tanto, le es permitido tocarlo, fuera de casos de necesidad: si, por ejemplo, estuviera por caer al suelo u otras contingencias similares” (Summa Theologiae, III, 82, 3).

A lo largo de los siglos, la Iglesia siempre ha tratado de caracterizar el momento de la Comunión con sacralidad y suma dignidad, esforzándose constantemente por desarrollar de la mejor manera gestos externos que favorecieran la compresión del gran misterio sacramental. En su atento amor pastoral, la Iglesia contribuye a que los fieles puedan recibir la Eucaristía con las debidas disposiciones, entre las cuales figura el comprender y considerar interiormente la presencia real de Aquel que se va a recibir (cf. Catecismo de san Pío X, nn. 628 e 636). Entre los signos de devoción propios de los que comulgan, la Iglesia de Occidente estableció también el estar de rodillas. Una célebre expresión de san Agustín, retomada en el n. 66 de la Sacramentum Caritatis de Benedicto XVI, enseña: “Nadie come de esta carne [el Cuerpo eucarístico] sin antes adorarla [...], pecaríamos si no la adoráramos” (Enarrationes in Psalmos, 98,9). Estar de rodillas indica y favorece esta necesaria adoración previa a la recepción de Cristo eucarístico.

En esta perspectiva, el entonces cardenal Ratzinger había asegurado que “la Comunión alcanza su profundidad sólo cuando es sostenida y comprendida por la adoración” (Introducción al espíritu de la liturgia). Por eso, él consideraba que “la práctica de arrodillarse para la santa Comunión tiene a su favor siglos de tradición y es un signo de adoración particularmente expresivo, del todo apropiado a la luz de la verdadera, real y sustancial presencia de Nuestro Señor Jesucristo bajo las especies consagradas” (cit. en la Carta This Congregation de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, del 1° julio de 2002).

Juan Pablo II, en su última encíclica, Ecclesia de Eucaristia, escribió en el n. 61:

“Al dar a la Eucaristía todo el relieve que merece, y poniendo todo esmero en no infravalorar ninguna de sus dimensiones o exigencias, somos realmente conscientes de la magnitud de este don. A ello nos invita una tradición incesante que, desde los primeros siglos, ha sido testigo de una comunidad cristiana celosa en custodiar este «tesoro». [...] No hay peligro de exagerar en la consideración de este Misterio, porque «en este Sacramento se resume todo el misterio de nuestra salvación»”.

En continuidad con la enseñanza de su Predecesor, a partir de la solemnidad del Corpus Domini del 2008, el Santo Padre Benedicto XVI comenzó a distribuir a los fieles el Cuerpo del Señor, directamente en la lengua y estando arrodillados.






martes, 25 de mayo de 2010

Nada puede justificar los crímenes de José Stalin

Nada puede justificar los crímenes de José Stalin


Moscú (Rusia), 24 May. 10 (AICA).- Pocos meses después del reconocimiento oficial por parte de Rusia de la autoría de la masacre de polacos en Katyn, por el Ejército Rojo, se desató en el país una polémica nacional acerca de los méritos o deméritos del dictador comunista José Stalin.

En este contexto el Patriarcado ortodoxo de Moscú expresó el pasado 6 de mayo su desaprobación sobre una cierta “glorificación” de Stalin, días antes de la celebración del 65º aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi, el 9 de mayo.

La celebración del Día de la Victoria en Rusia se vio envuelta este año por la polémica generada por algunos sectores comunistas, entre ellos el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, que insistieron en poner carteles con el retrato de Stalin en las calles.

El Departamento de Relaciones Externas de la Iglesia Ortodoxa Rusa, en nombre del Metropolita Hilarión Alfeyev, hizo llegar una carta al periódico Zavtra, en la que expresa el malestar de la Iglesia ortodoxa.

“El Patriarcado de Moscú cree que ningún logro de la Unión Soviética, incluyendo la victoria sobre el fascismo, puede justificar los crímenes de Stalin”, afirma el comunicado.

“Bajo el régimen de Stalin se estableció un sistema inhumano, y nada puede justificarlo –ni la industrialización, ni la bomba atómica, ni la salvaguarda de las fronteras, ni siquiera la victoria en la Gran Guerra Patriótica, porque no fue mérito personal de Stalin, sino la conquista de nuestro pueblo multinacional”.

Según la carta, el régimen de Stalin “se basaba en el terror, la coerción, la supresión de la persona, el engaño y las denuncias falsas. Este régimen se estaba devorando a sí mismo, cuando los propios torturadores se convirtieron en víctimas”, en referencia a las famosas “purgas”.

“La glorificación de los infieles y de sus métodos de gobierno del país no pueden consolidar a los pueblos de la Rusia histórica. Al contrario, sólo separa a nuestras comunidades”.

Además, la carta cuestiona el papel de Stalin en la segunda guerra mundial: “Varios historiadores competentes creen que fue Stalin el culpable de todas las incalculables pérdidas sufridas por este país, al sacrificar millones de vidas de nuestros ciudadanos por la victoria debido a la irracional política interna antes de la guerra", dice la carta.

También afirma el mensaje que fue la política de Stalin la que puso una “bomba de tiempo” entre los territorios rusos “al rehacerlos según su voluntad, creando fronteras artificiales entre las repúblicas soviéticas”. "Como resultado de esta política de Stalin, ahora recogemos los frutos del extremismo, el nacionalismo y la xenofobia”, añade la carta.



lunes, 24 de mayo de 2010

Mártires Mexicanos del siglo XX - San Cristóbal Magallanes y 24 compañeros mártires

Mártires Mexicanos del siglo XX
San Cristóbal Magallanes y 24 compañeros mártires


En 1917 fue promulgada en México una nueva Constitución, firmada por el presidente Don Venusiano Carranza. estaba inspirada en principios anticlericales y provocó una era de violenta persecución religiosa.

En 1926, bajo la presidencia de Don Plutarco Elías Calles, la persecución se hace más violenta, con la expulsión de algunos sacerdotes, la clausura de escuelas privadas y de obras de beneficencia.

Fueron muchos los fieles que sufrieron el martirio por defender su fe, de entre ellos presentamos ahora a veinticinco que fueron proclamados santos de la Iglesia por Juan Pablo II.

Los 25 santos canonizados el 21 de mayo del 2000 fueron:

Cristobal Magallanes Jara, Sacerdote

Roman Adame Rosales, Sacerdote

Rodrigo Aguilar Aleman, Sacerdote

Julio Alvarez Mendoza, Sacerdote

Luis Batis Sainz, Sacerdote

Agustin Caloca Cortés, Sacerdote

Mateo Correa Magallanes, Sacerdote

Atilano Cruz Alvarado, Sacerdote

Miguel De La Mora De La Mora, Sacerdote

Pedro Esqueda Ramirez, Sacerdote

Margarito Flores Garcia, Sacerdote

Jose Isabel Flores Varela, Sacerdote

David Galván Bermúdez, Sacerdote

Salvador Lara Puente, Laico

Pedro de Jesús Maldonado Lucero, Sacerdote

Jesus Mendez Montoya, Sacerdote

Manuel Morales, Laico

Justino Orona Madrigal, Sacerdote

Sabas Reyes Salazar, Sacerdote

Jose Maria Robles Hurtado, Sacerdote

David Roldan Lara, Laico

Toribio Romo Gonzalez, Sacerdote

Jenaro Sanchez Delgadillo

David Uribe Velasco, Sacerdote

Tranquilino Ubiarco Robles, Sacerdote


Conozca más sobre los "Cristeros" viendo el siguiente informe del periodista Jaime Septién (Horizontes - EWTN), en tres partes:


Parte 1




Parte 2




Parte 3




¡VIVA CRISTO REY!
¡Y SANTA MARÍA DE GUADALUPE!


miércoles, 19 de mayo de 2010

Pedido de Ordinariato Personal en Reino Unido

Pedido de Ordinariato Personal en Reino Unido


Los miembros de la Traditional Anglican Church, rama británica de la Traditional Anglican Communion han enviado una carta al Cardenal Levada, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, pidiéndole la implementación de la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus. En octubre del año pasado, incluso antes de la publicación de la Constitución del Papa Benedicto XVI, los anglicanos de la TAC (UK) habían expresado su agradecimiento y la intención de sumarse a la iniciativa que había sido anunciada poco tiempo atrás, y de la que se esperaba la cristalización definitiva con la publicación del documento.


Su Eminencia Cardenal William Levada
Congregación para la Doctrina de la Fe

Domingo de la infraoctava de la Ascensión, 16 de mayo de 2010


Su Eminencia,

Los fieles de la Traditional Anglican Church en el Reino Unido (una provincia de la Traditional Anglican Communion) expresan su profunda gratitud por vuestra respuesta positiva del día 16 de diciembre de 2009 a nuestra Carta a la Congregación para la Doctrina de la Fe del día 5 de octubre de 2007, en la que expresábamos nuestro deseo de “buscar un modo comunitario y eclesial de ser católicos anglicanos en comunión con la Santa Sede, atesorando al mismo tiempo la plena expresión de la fe católica y nuestra tradición dentro de la cual hemos llegado a esta instancia”.

Hemos leído y estudiado cuidadosamente la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus con las Normas Complementarias y el Comentario que las acompañaba, junto con la declaración inicial de vuestro Dicasterio en el momento de vuestra conferencia de prensa con el Arzobispo DiNoia.

Y ahora, en respuesta a vuestra invitación de contactarnos con vuestro Dicasterio para comenzar el proceso que ha trazado, y en conformidad con el voto unánime de nuestro sínodo de octubre del 2009, que decía así:

“Esta Asamblea, que representa a la Traditional Anglican Communion en Gran Bretaña, ofrece su gozoso agradecimiento al Papa Benedicto XVI por su próxima Constitución Apostólica que permite la reunión corporativa de anglicanos con la Santa Sede, y pide al Primado y al Colegio de Obispos de la Traditional Anglican Communion que tome los pasos necesarios para implementar esta Constitución”.

Por consiguiente, pedimos:

1) Que la Constitución Apostólica sea implementada en el Reino Unido y que se erija un Ordinariato Personal.

2) Que podamos establecer un Consejo de Gobierno interino.

3) Que el Santo Padre pida a este Consejo interino que proponga una terna de nombres para el nombramiento de un ordinario en un Ordinariato para el Reino Unido.

Aunque no podemos hablar en nombre de otros grupos de anglicanos en el Reino Unido, estaremos encantados si otros solicitan su aceptación según los términos de Anglicanorum Coetibus.

Esperamos vuestras instrucciones con continuadas expresiones de aprecio por la generosidad del Santo Padre en reunir a los anglicanos en la plenitud de la comunión eucarística.

Sinceramente en Cristo,


+David L. Moyer,
Visitador Apostólico


+Robert Mercer CR,
emérito, asistente del Visitador






lunes, 17 de mayo de 2010

Adhesión al Magisterio y anuncio de la fe, alienta Benedicto XVI en Porto

Adhesión al Magisterio y anuncio de la fe, alienta Benedicto XVI en Porto


PORTO, 14 May. 10 (ACI).- En su saludo a los miles de fieles presentes en la Avenida dos Aliados al finalizar la Eucaristía en esta ciudad portuguesa, el Papa Benedicto XVI agradeció el caluroso recibimiento que le dieron y resaltó la adhesión al Magisterio de los universitarios así como el testimonio de fe de los católicos de Porto.

"Me siento feliz de encontrarme entre vosotros y os agradezco el recibimiento festivo y cordial que me habéis dispensando en Porto, la 'Ciudad de la Virgen'. Confío a su protección materna vuestras vidas y vuestras familias, vuestras comunidades e instituciones al servicio del bien común".

De manera particular, el Santo Padre se refirió a las "universidades de esta ciudad cuyos estudiantes se han reunido aquí conmigo y me han manifestado su gratitud y su adhesión al magisterio del Sucesor de Pedro. Gracias por vuestra presencia y por el testimonio de vuestra fe".

Tras agradecer a quienes organizaron la visita, Benedicto XVI comentó que no le era posible quedarse más tiempo en Portugal e impartió su bendición.

Para leer el saludo completo ingrese a:



viernes, 14 de mayo de 2010

Benedicto XVI exhorta a sacerdotes a vivir fidelidad en la Iglesia Católica

Benedicto XVI exhorta a sacerdotes a vivir fidelidad en la Iglesia Católica


FÁTIMA, 12 May. 10 (ACI).- Al presidir el rezo de las Vísperas de la Fiesta de la Virgen de Fátima, con los sacerdotes, religiosos y consagrados en la Iglesia de la Santísima Trinidad en Fátima, el Papa Benedicto XVI alentó a cuantos entregan su vida a Cristo y a la Iglesia en el servicio a los demás a vivir intensamente la fidelidad, alentándose mutuamente y promoviendo también las vocaciones sacerdotales.

Tras agradecer a quienes han trabajado por la organización de este encuentro, el Santo Padre se dirigió a los presentes, "que habéis entregado vuestras vidas a Cristo" y les expresó "el aprecio y el reconocimiento de la Iglesia. Gracias por vuestro testimonio a menudo silencioso y para nada fácil; gracias por vuestra fidelidad al Evangelio y a la Iglesia".

"Permitidme que os abra mi corazón para deciros que la principal preocupación de cada cristiano, especialmente de la persona consagrada y del ministro del Altar, debe ser la fidelidad, la lealtad a la propia vocación, como discípulo que quiere seguir al Señor. La fidelidad a lo largo del tiempo es el nombre del amor; de un amor coherente, verdadero y profundo a Cristo Sacerdote".

Seguidamente el Papa se refirió al Año Sacerdotal que está pronto a terminar e hizo votos para que "descienda sobre todos vosotros abundantes gracias para que viváis el gozo de la consagración y testimoniéis la fidelidad sacerdotal fundada en la fidelidad de Cristo".

"Esto supone evidentemente una auténtica intimidad con Cristo en la oración, ya que la experiencia fuerte e intensa del amor del Señor llevará a los sacerdotes y a los consagrados a corresponder de un modo exclusivo y esponsal a su amor", explicó.

Tras resaltar la profunda vivencia del amor en el Santo Cura de Ars, el Papa comentó lo importante que es el testimonio actualmente de los sacerdotes y consagrados y pidió a los presentes considerar "la extraordinaria gracia de vuestro sacerdocio. La fidelidad a la propia vocación exige arrojo y confianza, pero el Señor también quiere que sepáis unir vuestras fuerzas; mostraos solícitos unos con otros, sosteniéndoos fraternalmente".

"Estad particularmente atentos a las situaciones que debilitan de alguna manera los ideales sacerdotales o la dedicación a actividades que no concuerdan del todo con lo que es propio de un ministro de Jesucristo. Por lo tanto, asumid como una necesidad actual, junto al calor de la fraternidad, la actitud firme de un hermano que ayuda a otro hermano a 'permanecer en pie' ", exhortó.

Asimismo animó a mantener "en vuestro interior y en vuestro entorno la tensión de suscitar entre los fieles –colaborando con la gracia del Espíritu Santo– nuevas vocaciones sacerdotales. La oración confiada y perseverante, el amor gozoso a la propia vocación y la dedicación a la dirección espiritual os ayudará a discernir el carisma vocacional en aquellos que Dios llama".

Dirigiéndose luego a los seminaristas, el Santo Padre dijo: "el Papa os anima a ser conscientes de la gran responsabilidad que tendréis que asumir: examinad bien las intenciones y motivaciones; dedicaos con entusiasmo y con espíritu generoso a vuestra formación".

La Eucaristía, continuó, "centro de la vida del cristiano y escuela de humildad y de servicio, debe ser el objeto principal de vuestro amor. La adoración, la piedad y la atención al Santísimo Sacramento, a lo largo de estos años de preparación, harán que un día celebréis el sacrificio del Altar con verdadera y edificante unción".

Benedicto XVI dijo luego: "en este camino de fidelidad, amados sacerdotes y diáconos, consagrados y consagradas, seminaristas y laicos comprometidos, nos guía y acompaña la Bienaventurada Virgen María".

"Con Ella y como Ella somos libres para ser santos; libres para ser pobres, castos y obedientes; libres para todos, porque estamos desprendidos de todo; libres de nosotros mismos para que en cada uno crezca Cristo, el verdadero consagrado al Padre y el Pastor al cual los sacerdotes, siendo presencia suya, prestan su voz y sus gestos; libres para llevar a la sociedad moderna a Jesús muerto y resucitado, que permanece con nosotros hasta el final de los siglos y se da a todos en la Santísima Eucaristía", concluyó.

Para leer la homilía completa, ingrese a:





martes, 11 de mayo de 2010

Discurso del Papa sobre la Santa Misa: Benedicto XVI no señala “abusos” sino males graves y profundos - Mario Caponnetto

Discurso del Papa sobre la Santa Misa: Benedicto XVI no señala “abusos” sino males graves y profundos
Mario Caponnetto


1. El Santo Padre Benedicto XVI dirigió, el pasado 15 de abril, un Discurso a los Obispos de Brasil (Región Norte 2), en ocasión de la visita ad limina, en el que se contiene una clara advertencia respecto de ciertas graves distorsiones que afectan, nada menos, que el sentido y la naturaleza de la Santa Misa. A modo de Apéndice de este comentario el lector podrá hallar el texto completo de dicho Discurso.

El Discurso no tuvo, a nuestro juicio, toda la difusión que la capital importancia del tema requiere. Algunos medios católicos publicaron una versión resumida, por ejemplo, la Agencia Informativa Católica Argentina (cf. Boletín de AICA, 30 de abril de 2010) que, además, demoró quince días en dar la noticia. Un tiempo excesivamente largo si se tiene en cuenta la creciente aceleración de la velocidad informativa que vivimos. Pero, además de la demora, lo que llama la atención en el resumen de AICA (y lo mismo en el de otras agencias) es el título que encabeza la noticia: El Papa señala abusos en la celebración de la santa Misa.

2. Y aquí nos vemos obligados a una primera y fundamental aclaración: el Santo Padre en ningún momento de su Discurso hace referencias a “abusos”, ni siquiera menciona dicha palabra una sola vez. Es que no se trata de abusos. Abusar significa “usar mal, excesiva, injusta, impropia o indebidamente de algo o de alguien”, según el Diccionario de la RAE. Pero el Papa se refiere a otra cosa, mucho más grave: en efecto, en el comienzo de su Discurso, el Santo Padre hace explícita referencia a una situación eclesial -muy extendida, agregamos- que consiste en prestar “una menor atención” al culto del Santísimo Sacramento. Esta menor atención es, a su vez, “indicio y causa del oscurecimiento del sentido cristiano del misterio, como sucede cuando en la Santa Misa ya no aparece como preeminente y operante Jesús, sino una comunidad atareada con muchas cosas en vez de estar en recogimiento y de dejarse atraer a lo Único necesario: su Señor”.

Es evidente que lo que preocupa al Papa es mucho más que un “abuso”. Lo preocupan, por el contrario, una negligencia, rayana en el desprecio, hacia la Sagrada Eucaristía y una progresiva sustitución de la presencia operante de Jesucristo por un creciente e indebido protagonismo de una comunidad dominada por el desasosiego y el activismo esencialmente contrarios a la adoración y a la alabanza.

Conviene recordar que estos dos elementos apuntados por el Santo Padre, negligencia y activismo que enajena la actitud contemplativa y adorante, configuran un grave vicio moral muy bien conocido por los Doctores y los Santos: nos referimos a la acedia. Santo Tomás la define como “una cierta tristeza que procede de un rechazo del afecto humano por el bien espiritual divino; tal rechazo, en efecto, es manifiestamente contrario a la caridad que se adhiere al bien espiritual y se deleita en él” (De malo, XI, a 3, corpus). Esta tristeza, que consiste en un auténtico pesar por la presencia de lo divino (el acédico no soporta a Dios, en definitiva) se oculta, muy a menudo, bajo la apariencia de un activismo febril, suerte de agitación y de desasosiego espiritual. Por tanto, desde el comienzo mismo de su Discurso, el Santo Padre no apunta a un abuso sino a un vicio moral capital.

3. Continúa el Papa señalando la enorme distancia que separa a quienes “en nombre de la inculturación, caen en el sincretismo introduciendo ritos tomados de otras religiones o particularismos culturales en la celebración de la Santa Misa” del verdadero culto y de la auténtica liturgia. Y añade: “El misterio eucarístico es un «don demasiado grande -escribía mi venerable predecesor el Papa Juan Pablo II- para soportar ambigüedades y reducciones», particularmente cuando, «despojado de su valor sacrificial, es vivido como si en nada sobrepasase el sentido y el valor de un encuentro fraterno alrededor de la mesa» (Enc. Ecclesia de Eucharistia, 10)”.

Tampoco aparecen aquí referencias a “abusos”; antes bien, lo que se señala con claridad inequívoca, es la desnaturalización de la Sagrada Eucaristía que, despojada de su esencia de sacrificio, queda reducida a un mero encuentro fraterno, a una “comida de la amistad”, a una “fiesta”, como con harta frecuencia se insiste en afirmar desde las “rúbricas” y los “cantitos” festivos que acompañan las celebraciones litúrgicas. No, no se trata de “abusos”. Es algo mucho más grave: es el cambio de la lex orandi que arrastra tras de sí el cambio de la lex credendi, esto es, la adulteración de la Fe.

4. Pero donde las palabras de Benedicto XVI calan profundo es cuando ponen al descubierto aquello que está en la base de esta gravísima adulteración de la Fe y de la Liturgia. El Papa lo define como “una mentalidad incapaz de aceptar la posibilidad de una real intervención divina en este mundo en socorro del hombre […] La confesión de una intervención redentora de Dios para cambiar esta situación de alienación y de pecado es vista, por cuantos participan de la visión deísta, como integrista, y el mismo juicio se formula a propósito de un signo sacramental que hace presente el sacrificio redentor. Más aceptable, a sus ojos, sería la celebración de un signo que corresponda a un vago sentimiento de comunidad”.

Pero, ¿no está, acaso, el Santo Padre, nombrando aquí, con todas sus letras, al inmanentismo radical que subyace en la base de la civilización contemporánea?. ¿Qué otra cosa es esa mentalidad incapaz de aceptar la intervención de Dios en socorro del hombre que la más radical expresión del principio de inmanencia y del secularismo que invaden y asfixian al mundo de nuestro tiempo?. ¿Qué otra cosa es ella que el programa del hombre autosuficiente, separado de Cristo y de su Iglesia?. ¡Mysterium iniquitatis!

Es fácil advertir en este último punto, más que en cualquiera de los otros arriba mencionados, que el término “abuso” no sólo es absolutamente inadecuado para referirse, en el caso que comentamos, al pensamiento del Papa sino que es un eufemismo -si inocente o no, sólo Dios lo sabe- con el que se pretende cubrir o disimular la gravedad y la profundidad del mal que hoy aqueja a la Iglesia.

Pero cubrir o disimular el mal es hacerse cómplice de él. A quien le caiga el sayo…


***

Apéndice


Discurso del Santo Padre Benedicto XVI
a los obispos de la Conferencia Episcopal del Brasil (Región Norte 2)
en visita “ad limina Apostolorum”


Jueves 15 de abril de 2010


Amados hermanos en el Episcopado,

Vuestra visita ad Limina tiene lugar en el clima de alabanza y júbilo pascual que envuelve a toda la Iglesia, adornada con los fulgores de la luz de Cristo Resucitado. En Él, la humanidad atravesó la muerte y completó la última etapa de su crecimiento penetrando en los Cielos (cf. Ef 2, 6). Ahora Jesús puede libremente volver sobre sus pasos y encontrarse como, cuando y donde quiera con sus hermanos. En su nombre, me complace acogeros, queridos pastores de la Iglesia de Dios peregrina en la Región Norte 2 de Brasil, con el saludo hecho por el Señor cuando se presentó vivo a los Apóstoles y compañeros: “La paz esté con vosotros” (Lc 24, 36).

Vuestra presencia aquí tiene un sabor familiar, pues parece reproducir el final de la historia de los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 33-35): habéis venido a contar lo que ha pasado a lo largo del camino hecho con Jesús por vuestras diócesis diseminadas en la inmensidad de la región amazónica, con sus parroquias y otras realidades que las componen, como los movimientos y nuevas comunidades y las comunidades eclesiales de base en comunión con su obispo (cf. Documento de Aparecida, 179). Nada podría alegrarme más que saberos en Cristo y con Cristo, como testimonian los informes diocesanos que me habéis enviado y que os agradezco. Estoy agradecido de modo particular a monseñor Jesús Maria Cizaurre por las palabras que acaba de dirigirme en nombre vuestro y del pueblo de Dios confiado a vosotros, confirmando su fidelidad y adhesión a Pedro. A vuestro regreso, aseguradle mi gratitud por estos sentimientos y mi Bendición, añadiendo: “Realmente el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón” (Lc 24,34).

En aquella aparición, las palabras – si las hubo – se diluirían en la sorpresa de ver al Maestro vuelto a la vida, cuya presencia dice todo: Estaba muerto, mas ahora vivo y vosotros viviréis por Mi (cf. Ap 1, 18). Y, por estar vivo y resucitado, Cristo puede convertirse en “pan vivo” (Jn 6, 51) para la humanidad. Por eso siento que el centro y la fuente permanente del ministerio petrino están en la Eucaristía, corazón de la vida cristiana, fuente y culmen de la misión evangelizadora de la Iglesia. Podéis así comprender la preocupación del Sucesor de Pedro por todo lo que pueda oscurecer el punto más original de la fe católica: hoy Jesucristo continúa vivo y realmente presente en la hostia y en el cáliz consagrados.

La menor atención que en ocasiones se presta al culto del Santísimo Sacramento es indicio y causa del oscurecimiento del sentido cristiano del misterio, como sucede cuando en la Santa Misa ya no aparece como preeminente y operante Jesús, sino una comunidad atareada con muchas cosas en vez de estar en recogimiento y de dejarse atraer a lo Único necesario: su Señor. Al contrario, la actitud primaria y esencial del fiel cristiano que participa en la celebración litúrgica no es hacer, sino escuchar, abrirse, recibir… Es obvio que, en este caso, recibir no significa permanecer pasivos o desinteresarse de lo que allí acontece, sino cooperar – porque nos volvemos capaces de actuar por la gracia de Dios – según “la auténtica naturaleza de la verdadera Iglesia. Esta, en efecto, tiene la característica de ser, al mismo tiempo, humana y divina, visible y dotada de realidades invisibles, ferviente en la acción y dada a la contemplación, presente en el mundo y sin embargo peregrina, pero todo esto de tal forma que lo que en ella es humano se ordene y subordine a lo divino, lo visible a lo invisible, la acción a la contemplación, la realidad presente a la ciudad futura hacia la que nos encaminamos” (Const. Sacrosanctum Concilium, 2). Si en la liturgia no emergiese la figura de Cristo, que está en su principio y que está realmente presente para hacerla válida, ya no tendríamos la liturgia cristiana, completamente dependiente del Señor y sostenida por su presencia creadora.

¡Qué distantes están de todo esto los que, en nombre de la inculturación, caen en el sincretismo introduciendo ritos tomados de otras religiones o particularismos culturales en la celebración de la Santa Misa (cf. Redemptionis Sacramentum, 79)!. El misterio eucarístico es un “don demasiado grande – escribía mi venerable predecesor el Papa Juan Pablo II – para soportar ambigüedades y reducciones”, particularmente cuando, “despojado de su valor sacrificial, es vivido como si en nada sobrepasase el sentido y el valor de un encuentro fraterno alrededor de la mesa” (Enc. Ecclesia de Eucharistia, 10). Subyacente a las varias motivaciones aducidas, está una mentalidad incapaz de aceptar la posibilidad de una real intervención divina en este mundo en socorro del hombre. Este, sin embargo, “se descubre incapaz de rechazar por sí mismo los asaltos del mal, de modo que cada uno se siente como encadenado” (Const. Gaudium et spes, 13). La confesión de una intervención redentora de Dios para cambiar esta situación de alienación y de pecado es vista, por cuantos participan de la visión deísta, como integrista, y el mismo juicio se formula a propósito de un signo sacramental que hace presente el sacrificio redentor. Más aceptable, a sus ojos, sería la celebración de un signo que corresponda a un vago sentimiento de comunidad.

Pero el culto no puede nacer de nuestra fantasía; sería un grito en la oscuridad o una simple autoafirmación. La verdadera liturgia supone que Dios responda y nos muestre cómo podemos adorarlo. “La Iglesia puede celebrar y adorar el misterio de Cristo presente en la Eucaristía, precisamente porque el propio Cristo se dio primero a ella en el sacrificio de la Cruz” (Exort. ap. Sacramentum caritatis, 14). La Iglesia vive de esta presencia y tiene como razón de ser ampliar esta presencia en el mundo entero.

“¡Quédate con nosotros, Señor!” (cf. Lc 24, 29): así están rezando los hijos e hijas de Brasil camino hacia el XVI Congreso Eucarístico Nacional, que se celebrará de aquí a un mes en Brasilia y que de este modo verá el jubileo áureo de su fundación enriquecido con el "oro" de la eternidad presente en el tiempo: Jesús Eucaristía. Que Él sea verdaderamente el corazón de Brasil, de donde venga la fuerza para que todos los hombres y mujeres brasileños se reconozcan y ayuden como hermanos, como miembros del Cristo total. Quien quiera vivir, tiene dónde vivir, tiene de qué vivir. ¡Que se acerque, que crea, que entre a formar parte del Cuerpo de Cristo y será vivificado!. Hoy y aquí, todo esto deseo a la esperanzada parcela de este Cuerpo que es la Región Norte 2, al conceder a cada uno de vosotros, extensiva a vuestros colaboradores y a todos los fieles cristianos, la Bendición Apostólica.


[Traducción del original portugués por Inma Álvarez]








jueves, 6 de mayo de 2010

Volvamos a la Tradición: será un progreso - Mons. Nicola Bux

Volvamos a la Tradición: será un progreso
Mons. Nicola Bux


Ofrecemos nuestra traducción de la entrevista que Antonio Gaspari ha realizado a Monseñor Nicola Bux y que fue publicada el viernes 19 de Marzo de este año en la edición italiana de Zenit.


En julio de 2007, con el Motu Proprio «Summorum Pontificum», el Pontífice Benedicto XVI ha restaurado la celebración de la Misa en latín. El evento suscitó revuelo. Se levantaron vibrantes voces de protesta pero también valientes aclamaciones.

Para explicar el sentido y la práctica de la reforma litúrgica de Benedicto XVI, don Nicola Bux, sacerdote, experto en liturgia oriental y consultor de la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice, publicó el libro La reforma de Benedicto XVI. La liturgia entre tradición e innovación (Piemme, Casale Monferrato 2008), con prefacio de Vittorio Messori.

En el libro, don Nicola explica que el restablecimiento del rito latino no es un paso atrás, un retorno a los tiempos precedentes al Concilio Vaticano II, sino más bien un mirar adelante, retomando de la tradición pasada cuanto de bello y significativo ella pueda ofrecer a la vida presente de la Iglesia.

Según don Bux, lo que el Pontífice quiere hacer en su paciente obra de reforma es renovar la vida del cristiano, los gestos, las palabras, el tiempo de lo cotidiano, restaurando en la liturgia un sabio equilibrio entre innovación y tradición. Haciendo así emerger la imagen de una Iglesia siempre en camino, capaz de reflexionar sobre sí misma y de valorizar los tesoros de los que es rico su cofre milenario.

Para tratar de profundizar el significado y el sentido de la Liturgia, sus cambios, la relación con la tradición y el misterio del lenguaje con Dios, Zenit ha entrevistado a don Nicola Bux y a publicado esta entrevista.


- ¿Qué es la liturgia y por qué es tan importante para la Iglesia y para el pueblo cristiano?

NB: La sagrada liturgia es el tiempo y el lugar en que, con seguridad, Dios va al encuentro del hombre. Por lo tanto, el método para entrar en relación con Él es precisamente el de rendirle culto: Él nos habla y nosotros le respondemos; le damos gracias y Él se comunica a nosotros. El culto, del latín colere, cultivar una relación importante, pertenece al sentido religioso del hombre, en toda religión desde los orígenes.

Para el pueblo cristiano, la sagrada liturgia y el culto divino realizan, por lo tanto, la relación con lo más querido que tiene, Jesucristo Dios – el atributo sagrado significa que en ella tocamos su presencia divina. Por eso, la liturgia es la realidad y la “actividad” más importante para la Iglesia.


- ¿En qué consiste la reforma de Benedicto XVI y por qué ha suscitado tanto revuelo?

NB: La reforma de la liturgia, término que debe ser entendido según la Constitución litúrgica del Concilio Vaticano II, como instauratio, es decir, restablecimiento en el lugar correcto en la vida eclesial, no comienza con Benedicto XVI sino con la historia misma de la Iglesia, de los apóstoles a la época de los mártires, con el papa Dámaso hasta Gregorio Magno, de Pío V y Pío X a Pío XII y Pablo VI. La instauratio es continua, porque siempre existe el riesgo de que la liturgia caiga de su puesto, que es el de ser fuente de la vida cristiana; la decadencia ocurre cuando se somete el culto divino al sentimentalismo y al activismo personales de clérigos y laicos, que penetrando en el culto lo transforman en obra humana y entretenimiento espectacular: actualmente un síntoma de esto está dado por el aplauso en la iglesia que acompaña indistintamente el bautismo de un recién nacido y la salida del ataúd en un funeral. Una liturgia convertida en entretenimiento, ¿no necesita reforma?. Esto es lo que Benedicto XVI está haciendo: como emblema de su obra reformadora quedará siempre el restablecimiento de la Cruz al centro del altar con el fin de hacer entender que la liturgia está dirigida al Señor y no al hombre, aunque sea ministro sagrado. El revuelo está siempre en todo giro de la historia de la Iglesia pero no hay que impresionarse.


- ¿Cuáles son las diferencias entre los denominados innovadores y los tradicionalistas?

NB: Estos dos términos deben ser aclarados en primer lugar. Si innovar significa favorecer la instauratio de la que hablaba, es precisamente de lo que tenemos necesidad; como también si traditio significa custodiar el depósito revelado sedimentado también en la liturgia. Si, en cambio, innovar quiere decir transformar la liturgia de obra de Dios en acción humana, oscilando entre un gusto arcaico que quiere conservar sólo los aspectos que agradan y un conformismo a la moda del momento, vamos fuera de camino; o por el contrario, ser conservadores de tradiciones meramente humanas que se han superpuesto a modo de incrustaciones en el cuadro, no permitiendo ya captar la armonía del conjunto. En realidad, los dos opuestos terminan por coincidir y revelar la contradicción. Un ejemplo: los innovadores sostienen que la Misa antiguamente era celebrada dirigida al pueblo. Los estudios demuestran lo contrario: la orientación ad Deum, ad Orientem, es la propia del culto del hombre a Dios. Piénsese en el judaísmo. Todavía hoy todas las liturgias orientales la conservan. ¿Cómo es que los innovadores, amantes de la restauración de los elementos antiguos en la liturgia postconciliar, no la han conservado?.


- ¿Qué significado tiene la tradición en la historia y en la fe cristiana?

NB: La tradición es una de las dos fuentes de la Revelación: la liturgia, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica (1124), es un elemento constitutivo de ella. Benedicto XVI, en el libro “Jesús de Nazaret”, recuerda que la Revelación se ha hecho liturgia. Luego están las tradiciones de fe, de cultura, de piedad, que han entrado y han revestido la liturgia; actualmente conocemos varias formas de ritos en Oriente y en Occidente. Todos comprenden, entonces, por qué la Constitución litúrgica, después de haber recordado que sólo la Santa Sede es la autoridad competente para regular la sagrada liturgia, afirma perentoriamente en el n. 22, § 3: “Nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la Liturgia”.


- ¿Sería posible, en su opinión, volver actualmente a la Misa en latín?

NB: El Misal Romano renovado por Pablo VI es en latín y constituye la edición llamada típica, ya que a ella deben hacer referencia las ediciones en lengua vernácula a cargo de las Conferencias Episcopales nacionales y territoriales, aprobadas por la Santa Sede. Por lo tanto, la Misa en latín se ha continuado celebrando también con el nuevo Ordo, si bien raramente. Esto ha terminado contribuyendo a la imposibilidad, para una asamblea compuesta de lenguas y naciones diversas, de participar en una Misa celebrada en la lengua sagrada universal de la Iglesia Católica de rito latino. Así, en su lugar surgieron las llamadas Misas internacionales, celebradas de tal forma que las partes de las que se compone la Santa Misa se recitan o cantan en varias lenguas; de este modo, ¡cada grupo comprende sólo la suya!.

Se ha sostenido que el latín no lo entendía nadie; ahora, si la Misa en un santuario es celebrada en cuatro lenguas, cada grupo termina entendiendo sólo una cuarta parte. Aparte de otras consideraciones, como ha deseado el Sínodo del 2005 sobre la Eucaristía, se debe volver a la Misa en latín: al menos, una dominical en las catedrales y en las parroquias. Esto ayudará, en la aclamada sociedad multicultural actual, a recuperar la participación católica, tanto en el sentirse Iglesia universal como en el reunirse junto a otros pueblos y naciones que componen la única Iglesia. Los cristianos orientales, aún dando espacio a las lenguas nacionales, han conservado el griego y el eslavo eclesiástico en las partes más importantes de la liturgia como la anáfora y las procesiones con las antífonas para el Evangelio y el Ofertorio.

A instaurar todo esto contribuye mucho el antiguo Ordo del Misal Romano anterior, restaurado por Benedicto XVI con el Motu Proprio «Summorum Pontificum» que, simplificando, es llamada Misa en latín: en realidad, es la Misa de san Gregorio Magno, en cuanto su estructura se remonta a la época de aquel Pontífice y permaneció intacta a través de los añadidos y simplificaciones de Pío V y de los otros pontífices hasta Juan XXIII. Los padres del Vaticano II la han celebrado cotidianamente sin notar ningún contraste con la actualización que estaban realizando.


- El Pontífice Benedicto XVI ha planteado el problema de los abusos litúrgicos. ¿De qué se trata?

NB: En realidad, el primero en lamentar las alteraciones en la liturgia fue Pablo VI, a pocos años de la publicación del Misal Romano, en la audiencia general del 22 de agosto de 1973. Pablo VI estaba convencido de que la reforma litúrgica realizada después del Concilio realmente había introducido y sostenido firmemente las indicaciones de la Constitución litúrgica (discurso al sagrado Colegio del 22 de junio de 1973). Pero la experimentación arbitraria continuaba y se agudizaba, por otro lado, la nostalgia del antiguo rito. El Papa, en el consistorio del 27 de junio de 1977, reprendía a “los contestatarios” por las improvisaciones, banalizaciones, ligerezas y profanaciones, pidiéndoles severamente atenerse a la norma establecida para no comprometer la regula fidei, el dogma, la disciplina eclesiástica, lex credendi y orandi; y también a los tradicionalistas para que reconocieran la “accidentalidad” de las modificaciones introducidas en los ritos.

En 1975, la bula «Apostorum Limina» de Pablo VI para convocar el año santo había apuntado a propósito de la renovación litúrgica: “Nos estimamos extremadamente oportuno que esta obra sea reexaminada y reciba nuevos desarrollos de modo que, basándose sobre lo que ha sido firmemente confirmado por la autoridad de la Iglesia, se pueda ver por todas partes aquellas que son realmente válidas y legítimas y continuar su aplicación con un celo aún mayor, según las normas y los métodos aconsejados por la prudencia pastoral y por una verdadera piedad”.

Dejo a un lado las denuncias de abusos y sombras en la liturgia por parte de Juan Pablo II en varias ocasiones, en particular en la Carta «Vicesimus quintus annus» de la entrada en vigor de la Constitución litúrgica. Benedicto XVI, por lo tanto, ha querido reexaminar y dar nuevo impulso precisamente abriendo una ventana con el Motu Proprio, para que poco a poco cambie el aire y se reubique en el correcto carril lo que ha ido más allá de la intención y la letra del Concilio Vaticano II en continuidad con la entera tradición de la Iglesia.


- Usted ha afirmado varias veces que, en una correcta liturgia, es necesario respetar los derechos de Dios. ¿Nos puede explicar qué es lo que quiere sostener?

NB: La liturgia, término que en griego indica la acción ritual de un pueblo que celebra, por ejemplo, sus glorias, como ocurría en Atenas o como ocurre todavía hoy para la inauguración de las Olimpiadas u otras manifestaciones civiles, evidentemente es producida por el hombre. La sagrada liturgia tiene este atributo porque no es a nuestra imagen – en tal caso, el culto sería idolátrico, es decir, creado por nuestras manos – sino que es hecha por el Señor omnipotente: en el Antiguo Testamento, con su presencia indicaba a Moisés cómo debía predisponer en los mínimos detalles el culto al Dios único y verdadero, junto a su hermano Aarón. En el Nuevo Testamento, Jesús hizo otro tanto al defender el verdadero culto echando a los mercaderes del Templo y dando a los Apóstoles las disposiciones para la Cena pascual. La tradición apostólica ha recibido y relanzado el mandato de Jesucristo. Por lo tanto, la liturgia es sagrada, como dice Occidente, y divina, como dice Oriente, porque ha sido instituida por Dios. San Benito la define Opus Dei, obra de Dios, a la que nada debe anteponerse.

Precisamente la función mediadora entre Dios y el hombre, propia del sumo sacerdocio de Cristo y ejercida en y con la liturgia por el sacerdote ministro de la Iglesia, atestigua que la liturgia desciende del cielo, como dice la liturgia bizantina basándose en la imagen del Apocalipsis. Es Dios quien la establece y, por lo tanto, indica cómo se debe “adorar en espíritu y en verdad”, es decir, en su Hijo Jesús y en el Espíritu Santo. Él tiene el derecho de ser adorado como Él quiere.

Sobre todo esto se necesita una profunda reflexión, ya que su olvido está en el origen de los abusos y de las profanaciones, ya muy bien descritas en la Instrucción «Redemptionis Sacramentum» de la Congregación para el Culto Divino. La recuperación del «Ius divinum» en la liturgia contribuye mucho a respetarla como algo sagrado, como prescribían las rúbricas; pero también las nuevas deben volver a ser seguidas con espíritu de devoción y obediencia por parte de los ministros sagrados para edificación de todos los fieles y para ayudar a muchos que buscan a Dios a encontrarlo vivo y verdadero en el culto divino de la Iglesia. Los obispos, los sacerdotes y los seminaristas deben volver a aprender y a realizar los sagrados ritos con tal espíritu y contribuirán así a la verdadera reforma querida por el Vaticano II y, sobre todo, a reavivar la fe que, como escribió el Santo Padre en la Carta a los Obispos del 10 de marzo de 2009, corre el riesgo de apagarse en muchas partes del mundo.



Fuente: Zenit (edición en lengua italiana)




Ver también:








Un dudoso moralismo de los que se ensañan contra el Papa - Mons. Héctor Aguer

Un dudoso moralismo de los que se ensañan contra el Papa
Mons. Héctor Aguer


La Plata (Buenos Aires), 5 May. 10 (AICA).- “En los días que corren arrecian los ataques que vienen apuntando contra la figura del Papa Ratzinger desde el comienzo de su pontificado. Se ha pretendido descalificarlo haciendo una caricatura de su anterior oficio de ‘defensor de la ortodoxia’, como si el empeño de tutelar la doctrina de la fe fuera algo desusado en la Iglesia o no correspondiera a las urgencias más hondas de un mundo necesitado de la verdad y del amor que tienen su fuente en Dios”. Así lo expresa el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, en un artículo publicado por el diario “El Día” el pasado 30 de abril.

Tras señalar que “la impugnación ha partido, algunas veces, de personas y grupos que adoptaron una hermenéutica de la discontinuidad y la ruptura para interpretar el Concilio Vaticano II en contra de la gran tradición eclesial”, advierte que “luego, cualquier oportunidad ha parecido propicia para criticar presuntas ‘gaffes’ y crear equívocos, difundidos por una turba mediática superficial y prejuiciada”.

En ese sentido, sostiene que “los ‘flashes’ de la comunicación globalizada simplifican el discurso, buscan acentuar las contradicciones, reales o aparentes, incitan a la confrontación y con frecuencia responden a una posición tomada, anticatólica” y subraya: “No hace falta acudir a una teoría de la conspiración para sospechar que detrás de este fenómeno se mueven fuerzas oscuras y poderosos intereses”.

El pastor platense destaca que “Joseph Ratzinger se ha distinguido siempre por su vigor intelectual, su vastísima cultura, su sensibilidad artística, y más íntimamente por la sencillez de su trato, por su mansedumbre y afabilidad. Su obra teológica tiene un valor innegable, no sólo como exposición actualizada de la fe católica, sino también porque implica una reivindicación del papel de la razón y de su capacidad para descubrir la verdad y hacer de ella el fundamento de una vida con sentido plenamente humano y de un orden social que se erija sobre los pilares de la justicia y la solidaridad. Estas características se reflejan también en su magisterio desde la cátedra de Pedro”.

Al recordar que el motivo más reciente de los ataques “ha sido el descubrimiento de casos de pedofilia de los cuales se han hecho culpables, en las últimas décadas, sacerdotes de diversos países”, aclara que “en esta perversión la patología consiste en una compulsión de dominio que lleva al comportamiento criminal contra niños y adolescentes; en la inmensa mayoría de los casos los autores son hombres casados y el abuso se verifica, a menudo, dentro de la propia familia”.

Si bien reconoce que “es mucho más grave el delito cuando los culpables son sacerdotes”, sin embargo, considera “llamativo que sólo se hable de ellos y no se afronte en profundidad el vergonzoso problema que abarca al mundo entero”.

En cuanto a la actitud del Papa frente a los casos de pedofilia en la Iglesia señala que “se ha ubicado con claridad del lado de las víctimas” y también que, “mucho antes de que estos hechos lamentables se hicieran públicos, él había determinado con mayor rigor los procedimientos a seguir para juzgar según las leyes eclesiásticas a los autores de tan graves pecados”.

Por eso asegura que “esta triste realidad es aprovechada con otra intención: minar la credibilidad de la Iglesia y en especial su misión de orientar el sentido moral de la sociedad”.

“Es notable observar que se ensañan contra el Papa los promotores del aborto y la eutanasia, los que intentan alterar la esencia del matrimonio y desbaratar completamente la familia, los que en nombre de una libertad sin contenido, sin referencia a valores objetivos y universales, niegan que exista una naturaleza de la persona humana. Un dudoso moralismo, en suma, el de aquellos que destruyen los fundamentos del orden moral y se atreven a arrojar la primera piedra”, concluye.



martes, 4 de mayo de 2010

Vivir el amor en medio del mundo para no "vegetar", pide el Papa a jóvenes

Vivir el amor en medio del mundo para no "vegetar", pide el Papa a jóvenes


TURÍN, 03 May. 10 (ACI).- En el encuentro que sostuvo ayer por la tarde con más de 20 mil jóvenes de la arquidiócesis de Turín y varias diócesis cercanas, el Papa Benedicto XVI los alentó a "vivir y no vegetar", siguiendo el ejemplo del beato Piergiorgio Frassati, testimoniando intensamente el verdadero amor ante el mundo que niega la existencia de compromisos para siempre en las personas.

Recordando que hace 25 años Juan Pablo II dedicó a los jóvenes una carta centrada en el encuentro de Jesús con el joven rico, que le pregunta qué debe hacer para alcanzar la vida eterna, Benedicto XVI dijo: "Hoy no es fácil hablar de vida eterna ni de realidades eternas porque la mentalidad de nuestra época nos dice que no hay nada definitivo: todo cambia y con gran velocidad. Cambiar se ha vuelto en muchos casos la contraseña y de este modo también vosotros, jóvenes, os sentís llevados a pensar a menudo que es imposible tomar decisiones definitivas que os comprometan para toda la vida".

Pero, cuestionó el Santo Padre, "¿es verdad que para ser felices nos tenemos que contentar con pequeñas alegrías fugaces y momentáneas que, una vez pasadas, dejan amargura en el corazón?. Queridos jóvenes, esta no es la verdadera libertad, la felicidad no se alcanza así. Cada uno de nosotros está creado no para tomar decisiones provisionales y revocables, sino definitivas e irrevocables que den pleno sentido a la existencia. Lo vemos en nuestra vida: querríamos que cada experiencia bella, que nos colma de felicidad, no acabase jamás. Dios nos creó teniendo en cuenta el 'para siempre' y puso en nuestro corazón la semilla de una vida que realice algo bueno y grande".

"En el diálogo con el joven que poseía muchas riquezas, Jesús indica cual es la riqueza más grande de la vida: el amor; amar a Dios y a los demás con todo nuestro ser. No hay nada más grande para el ser humano, que es mortal y limitado, que participar en la vida de amor de Dios. Hoy vivimos en un contexto cultural que no favorece las relaciones humanas profundas y desinteresadas; al contrario, lleva a menudo a encerrarse en uno mismo, al individualismo. Pero el corazón de los jóvenes es, por naturaleza, sensible al amor verdadero. Por eso me dirijo a vosotros con gran confianza y os digo: No es fácil convertir vuestra vida en algo hermoso y grande, cuesta trabajo, ¡pero con Cristo todo es posible!".

"Vivid este encuentro con el amor de Cristo en una fuerte relación personal con Él; vividlo en la Iglesia, sobre todo en los sacramentos", exhortó Benedicto XVI a los jóvenes.

"El amor de Cristo por el joven del Evangelio es el mismo que siente por cada uno de vosotros. No es un amor confinado en el pasado, no es una ilusión, no está reservado a pocos. ¡Que cada uno se sienta parte viva de la Iglesia, involucrado en la obra de evangelización, sin miedo, con los hermanos en la fe y con los pastores, saliendo de una tendencia individualista también a la hora de vivir la fe, para respirar a pleno pulmón la belleza de formar parte del gran mosaico de la Iglesia de Cristo!".

El Santo Padre puso como ejemplo al beato Piergiorgio Frassati, de quien se celebra el 20° aniversario de su beatificación, que "vivió con gran compromiso su formación cristiana, dando un testimonio de fe sencillo y eficaz".

Benedicto XVI recordó que el lema de Frassati era "Vivir y no vegetar", e invitó a cuantos le escuchaban a "descubrir como él que vale la pena esforzarse por Dios y con Dios, responder a su llamada en las decisiones fundamentales y en las cotidianas, aunque cueste".

"Que la Sábana Santa sea para vosotros una invitación a grabar en vuestro espíritu el rostro del amor de Dios, para ser vosotros mismos, en vuestros ambientes y con vuestros coetáneos, una expresión creíble del rostro de Cristo".



lunes, 3 de mayo de 2010

Sábana Santa muestra esperanza y amor posibles solo con Dios, dice el Papa Benedicto XVI

Sábana Santa muestra esperanza y amor posibles solo con Dios, dice el Papa Benedicto XVI


TURÍN, 02 May. 10 (ACI).- El Papa Benedicto XVI llegó esta mañana a Turín en ocasión de la Ostensión de la Sábana Santa en esta ciudad italiana. En la Misa que presidió en la Plaza de San Carlos ante más de 50 mil fieles, el Santo Padre señaló que la Síndone es un testimonio concreto de cómo debe ser el amor y la esperanza –sin límites y hasta el extremo– que debe vivir toda persona cotidianamente, haciendo frente a las dificultades incluso del propio corazón, para transformarlo todo a Cristo.

Tras saludar y agradecer a quienes hicieron posible esta visita, el Papa explicó que la glorificación de Cristo no comienza con su resurrección sino con su pasión. "Él ha amado al Padre, cumpliendo su voluntad hasta el final, con una donación perfecta, ha amado a la humanidad dando su vida por nosotros", convirtiéndose en el ejemplo supremo de la manera en la que el ser humano debe vivir el amor cotidianamente.

Seguidamente Benedicto XVI se refirió al mandamiento "nuevo" legado por el Señor Jesús: "amaos mutuamente como yo os he amado": el Santo Padre explica que este mandato ya aparecía en el Antiguo Testamento. "¿Entonces donde está la novedad", cuestiona, y responde que Jesucristo "realiza un aporte muy importante: 'como yo os he amado a vosotros, así ámense los unos a los otros'. Lo que es nuevo es este 'amar como Jesús ha amado'. Todo nuestro amar está precedido por su amor y se refiera a este amor, se inserta en este amor, se realiza también por este amor".

Este amor, dijo el Papa, "se trata de un amor sin límites, universal, capaz de transformar todas las circunstancias negativas y todos los obstáculos en ocasiones para progresar en el amor".

"Jesús nos pide vivir su mismo amor, de su mismo amor, que es el signo verdaderamente creíble, elocuente y eficaz para anunciar al mundo la venida del Reino de Dios. Obviamente con nuestras fuerzas somos débiles y limitados. Siempre hay en nosotros una resistencia al amor y en nuestra existencia hay tantas dificultades que provocan divisiones, resentimientos y rencores. Pero el Señor nos ha prometido estar presente en nuestra vida, haciéndonos capaces de este amor generoso y total, que sabe vencer todos los obstáculos, también aquellos que están en nuestros corazones. Si estamos unidos a Cristo, podemos amar verdaderamente de este modo".

El Papa Benedicto XVI resaltó también que "amar a los otros como Jesús nos ha amado es posible solo con aquella fuerza que nos viene comunicada en la relación con Él, especialmente en la Eucaristía, en la que se hace presente de modo real su Sacrificio de amor que genera amor: es la verdadera novedad en el mundo y la fuerza de una permanente glorificación de Dios, que se glorifica en la continuidad del amor de Jesús en nuestro amor".

Tras alentar a los sacerdotes, religiosos y consagrados a "alimentar su relación cotidiana de amor con Dios en la oración para llevar el anuncio profético" ante las dificultades y los desafíos actuales a los que deben hacer frente, el Papa comentó que, efectivamente ser cristianos no es fácil: "sí, la vida porta muchas dificultades por afrontar, muchos problemas, pero es la certeza que nos viene de la fe, la certeza de que no estamos solos, que Dios ama a cada uno sin distinción y está cerca de cada uno con su amor, la que hace posible afrontar, vivir y superar las fatigas de los problemas cotidianos".

El Santo Padre alentó luego a las familias, a quienes estudian y trabajan en las universidades y en el mundo de la cultura y a los encargados de la cosa pública a "vivir la dimensión cristiana del amor en las simples acciones cotidianas", a hacer la sociedad "siempre más humana, como signo de que el pensamiento cristiano sobre el hombre no está nunca contra su libertad, sino a favor de una mayor plenitud que solo en una 'civilización del amor' encuentra su realización".

Seguidamente el Papa subrayó cómo la Sábana Santa muestra que Aquel que "ha sido crucificado, que ha compartido nuestro sufrimiento (…) es Aquel que ha resucitado y nos quiere reunir a todos en su amor. Se trata de una esperanza estupenda, fuerte, sólida, porque, como dice el Apocalipsis: '(Dios) enjugará toda lágrima de sus ojos y no habrá más muerte ni luto ni lamentos ni afanes, porque las primeras cosas ya han pasado' ".

"¿La sagrada Síndone no comunica tal vez el mismo mensaje?. En ella vemos, como reflejados, nuestros afanes y sufrimientos en los sufrimientos de Cristo: 'Passio Christi. Passio hominis'. Por lo mismo ella es un signo de esperanza: Cristo ha afrontado la Cruz para ponerle una barrera al mal, para hacer ver, en su Pascua, el anticipo de aquel momento en el que también para nosotros, toda lágrima será enjugada y no habrá más muerte, ni luto, ni lamento ni afán".

Luego de asegurar que solamente el amor de Dios es capaz de transformarlo todo, el Papa concluyó exhortando "con fuerza y con afecto, a seguir firmes en aquella fe que han recibido, que da sentido a la vida, que da fuerza de amar, a no perder nunca la luz de la esperanza en Cristo Resucitado, que es capaz de transformar la realidad y hacer nuevas todas las cosas, a vivir, en la ciudad, en los barrios, en las comunidades y en las familias, de modo simple y concreto el amor de Dios: 'Como yo os he amado a vosotros, así ámense los unos a los otros' ".



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