jueves, 21 de enero de 2010

Hay planteos que se suscitaron en 1810 y que todavía siguen sin resolverse - Entrevista al doctor en Historia Fernando Enrique Barba

Hay planteos que se suscitaron en 1810 y que todavía siguen sin resolverse
Entrevista al doctor en Historia Fernando Enrique Barba
Luciana Mateo



LA PLATA (Corresponsal).- El 25 de mayo se cumplirán 200 años de la revolución argentina que confluyó en la formación de un primer gobierno patrio. Para celebrarlo, desde los Ejecutivos nacional y provincial tienen previsto realizar una serie de festejos y la concreción de obras de infraestructura a lo largo de todo 2010.

Sin embargo, para el historiador platense Fernando Enrique Barba, “todavía se discute si ésa es la fecha inicial de la argentinidad o si es simplemente un paso previo a la independencia”. Así y todo, considera que “la del 25 de mayo es la fecha más importante de la historia argentina, porque es el momento en que se forma un primer gobierno”.

Durante esta entrevista con LA CAPITAL, el doctor en Historia tiró por tierra varios mitos, cuestionó la enseñanza histórica que se brinda en las escuelas argentinas y ratificó la importancia de la fecha porque, entre otras cuestiones, “gran parte de las polémicas y luchas que se plantearon después, como porteños versus gente del interior, nacieron ese año”.

- ¿Cómo se iniciaron estas “polémicas y luchas” que menciona?
- Se produjo la incorporación de los diputados del interior a la Junta y se formó lo que se conoce como Junta Grande. Esta Junta duró poco porque en septiembre de 1811 el “morenismo”, aunque Moreno ya había fallecido, dio el primer golpe de Estado, disolvió la Junta Grande, dejó a los diputados como una Junta de observación que duró muy poco y en noviembre fue expulsada. Es decir que el gobierno nacido en Buenos Aires no aceptó compartir el gobierno con la gente del interior. Ahí se formaron los Triunviratos, constituidos por gente de Buenos Aires, aunque hay que reconocer que durante el Segundo Triunvirato se llamó a Asamblea General Constituyente, en el año XIII. Este fue un paso muy importante, primero porque convocaban de nuevo a las provincias a formar parte del Gobierno. Y segundo porque la Asamblea era Constituyente, y dictar una Constitución significaba declarar la independencia.

- ¿Qué cambios económicos trajo la revolución de 1810?
- La independencia, la separación de hecho de 1810 trajo grandes beneficios a la economía de Buenos Aires. Porque al permitirse el libre comercio, los productos que tenían poco valor, como los derivados del ganado vacuno, comenzaron a tener una importancia extraordinaria. Buenos Aires comenzó a generar riqueza pero era una riqueza que quedaba dentro de la provincia, que no se compartía. Y al resto de las provincias, este libre comercio impuesto por Buenos Aires les era perjudicial, porque al abastecerse Buenos Aires en forma barata de productos extranjeros, los productos del interior ya no llegaban a Buenos Aires; entonces la protesta de la gente del interior fue, no porque llegaran productos europeos al interior -que llegaban caros por lo que tardaba el transporte- sino que sus productos sólo llegaban a Buenos Aires. Hay planteos que se suscitaron en 1810 y que todavía siguen sin resolverse: los desequilibrios regionales existían y siguen existiendo, es cierto que algunas regiones se desarrollaron más que otras, pero también es cierto que en un país tan extendido geográficamente es muy difícil compaginar los intereses de todos. Antes, esto se manifestaba en guerras civiles y ahora en cambios de gobernadores. Estamos en un Bicentenario, es importante recordar qué es lo que se propone, pero también es importante ver todo lo que falta por hacer y tratar de que el reparto sea más parejo.

- O sea que los desequilibrios regionales han sido una constante durante los últimos 200 años...
- Claro, cuando uno estudia ve ciertas constantes. Por supuesto que después, a partir de 1880, cuando se incorporó toda la Pampa Húmeda a la producción agropecuaria, hubo regiones que se vieron beneficiadas, pero es lo mismo que ya planteaba Pedro Ferrer en 1830: él decía que determinados tipos de comercios sirven para determinados tipos de regiones o provincias, y que hay muchas que no pueden participar. Y ahora pasa lo mismo. Los que pueden participar de la soja, de la ganadería o del trigo, participan, los que no pueden y no tienen otras economías alternativas siguen sufriendo las desigualdades. En teoría, el asunto de la coparticipación debería tapar un poco estos desequilibrios, pero no es tan fácil. Todo esto genera a su vez la migración de las zonas pobres hacia las zonas ricas. En los últimos 30 años, por políticas equivocadas en forma sucesiva, se ha llegado a la formación de un gran conurbano de gente pobre. Esa desintegración del interior hizo que se formaran estos grandes núcleos. Esto se produce porque no hay un reparto equilibrado de la riqueza y no se fomenta el desarrollo del interior como medio para evitar la despoblación. Porque la gente que tiene trabajo en su pueblo se queda en su pueblo. Siempre hubo gente que no trabaja, pero en los últimos años se ha producido un desequilibrio muy grande. Son problemas que se vienen arrastrando pero que cada vez se van haciendo más grandes.

- ¿Cuáles eran los objetivos en 1810? ¿Había una idea de Nación?
- Sí, yo creo que sí, es clarísima. Hubo de todo, porque cuando se produce un hecho como éste, hay intereses de todo tipo, pero Moreno y su grupo tenían muy claro que de acá se iba a la independencia. Sobre Saavedra se ha inventado un cuento que dice que era conservador, pero fue Saavedra el que puso al ejército en contra del Virrey Cisneros y a favor de la gente. Entonces, no era muy conservador que digamos... También había intereses económicos muy fuertes. De los 9 miembros de la Junta, 6 estuvieron de una u otra forma relacionados con el decreto de autorización a los ingleses para comerciar libremente firmado en 1809.

- ¿Qué pasaba en el resto del mundo en esa época?
- En esos años el mundo estaba convulsionado. Cuando uno hace un estudio de los años previos, el clima revolucionario de América del Sur era muy fuerte. La Europa de Napoleón era un lío, el poder realista en el Alto Perú era fuertísimo. porque los grandes ejércitos estaban en el Alto Perú y en Paraguay. Acá no había nadie, estaban las tropas que habían quedado de las invasiones inglesas, pero en Paraguay había 8 mil soldados de línea.

- Con respecto a las ideas que sostienen que en 1810 concurrió gran cantidad de gente con paraguas a la plaza, ¿es real o forma parte de la mitología?
- En ese época había muy pocos paraguas y eran carísimos, eran un elemento de lujo. Eso forma parte de un cuadro que se hizo en 1860. Por otro lado la gente que entró a la plaza era la que tenía autorización para pasar; estuvo digitado quiénes entraban a la plaza y quiénes no. O sea que los amigos del Virrey no podían pasar, pasaban los que apoyaban a la revolución. Había doscientos y pico de personas. Para la época eran muchas.

- ¿Qué piensa acerca de cómo se enseña la historia de la revolución de mayo en las escuelas argentinas?
- Hoy los chicos no saben nada del tema. Cuando doy clases, digo: “Esto yo lo sé, no porque sea profesor de historia, esto lo estudié en la primaria”. Este es el único país en el que la historia nacional se da poco y nada y se enseña más lo extranjero. A cualquier país que vayas, la historia nacional la saben todos. Yo creo que esto forma parte de un plan, porque es muy clarito: cuando uno no sabe de dónde viene, tampoco sabe a dónde va. Una forma de despersonalizar un país es quitarle sus símbolos. ¿Cuánta gente canta el himno? A los chicos les da vergüenza cantarlo. Todo esto forma parte de una enseñanza que ha deteriorado los valores nacionales, la enseñanza de la historia nacional.

- ¿Qué le parecen los festejos por el Bicentenario planeados por los gobiernos nacional y provincial?
- Si se van a hacer bien, me parece bien. Con la conmemoración por las invasiones inglesas (al Río de La Plata) hubo una repercusión muy grande. A mí me gustó porque en menos de un mes, seis personas me vinieron a pedir libros sobre las invasiones, o sea que despertó el interés de la gente. Yo creo que viene bien.

- En 1910 también hubo festejos, pero se trataba de una Argentina diferente...
- Sí, éramos potencia y hubo unos festejos espectaculares. Pero había gente pobre lo mismo. En 1904, terminando el segundo gobierno de Roca, se hizo un estudio que decía que para ese año, que seríamos un poco más de 4 millones de habitantes, producíamos comida para 30 millones, y había gente que pasaba hambre. Ahora producimos comida para 300 millones, somos 40 millones y sigue habiendo hambre.

- ¿Qué queda de los ideales de Mayo?
- Que hay que revivirlos. Desgraciadamente los políticos argentinos se han encargado de deshacer lo que tenía que ser un gran país, que tiene de todo, pero tenemos una clase dirigente que primero cuida sus intereses, evidentemente. Acá no hay una clase dirigente capaz de hacer un proyecto a 10 años, gobierne quien gobierne. Y eso que tenemos una mano de obra altamente calificada, que, comparada con la de otros países, es magnífica. Acá falta espíritu de grandeza y hacer un gran plan de desarrollo, porque tenemos todo, pero falta la grandeza. Y a la Argentina le faltan estadistas.


“En América no hay pueblos originarios”

A lo largo de la entrevista, Barba se manifestó en contra de algunos supuestos que circulan en la sociedad: “Acá los indios también mataron gran cantidad de gente. Rosas, durante una campaña, trajo dos mil quinientos y pico de cautivos blancos que estaban en manos de indios. Entonces no eran tan mansitos”, sostuvo el historiador. Y remarcó que los aborígenes “cuando venían, mataban y se llevaban todo”.

Asimismo aseguró que “en América no hay pueblos originarios, hay pueblos que llegaron primero”. Y baso sus dichos en que “el hombre no es originario de América. Acá vinieron de todos lados, siguiendo las líneas costeras y hubo otros que entraron directamente por (el estrecho de) Bering.


Perfil

Fernando Enrique Barba es titular del doctorado en Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata, de la que además es egresado.

Durante la entrevista realizada en la oficina que ocupa en esa unidad académica, el historiador manifestó su admiración por el ex presidente Arturo Frondizi (1958-1962), a quien calificó de un “tipo que tenía muy claras las pautas para desarrollar un país”. Contó además que en su juventud apoyó la gestión del gobernante radical, pero que en determinado momento se retiró de las filas del frondizismo porque “había prometido determinadas cosas y después las hizo al revés”.

Barba ha realizado gran parte de su carrera en el Archivo Histórico de la Provincia y ha participado como miembro activo de numerosos congresos nacionales e internacionales sobre su especialidad. Actualmente es vicepresidente primero de la Academia Nacional de Historia.


Fuente: Diario La Capital de Mar del Plata,
edición impresa del lunes 28 de diciembre de 2009, páginas 8 y 9.



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