Francisco construye muros, se olvida del olor a oveja y del hospital de campaña
La “iglesia saliente se ha atrincherado en el Vaticano por el coronavirus”, observó Antonio Socci el pasado 9 de marzo.
“No más puentes, sino muros” detrás de los cuales se han escondido Francisco, Cardenales y Monseñores.
Socci observa que “Bergoglio dijo que los pastores debían tomar el olor de las ovejas, pero él y los pastores han huido y ahora están bien lejos de las ovejas y su aliento”. (Y han dejado a los fieles sin sacramentos).
Para Socci, esta es “la gran hipocresía de la «iglesia progresista»”.
También recuerda el eslogan de Bergoglio de la “Iglesia como hospital de campaña” pero tan pronto como estalló la epidemia, “se perdieron los rastros de este hospital”.
Las iglesias en Italia han sido cerradas, “el país que es el centro de la cristiandad permanecerá totalmente, y por días, sin misa”.
El mensaje que ha llegado al pueblo es terrible: enseña que en la desgracia es mejor abandonar a Dios, “porque no sirve para nada”.
Comentario:
El ejemplo de Francisco nos recuerda el de la mayoría de los obispos argentinos, aunque no de todos ciertamente. Porque los hay buenos y muy buenos. Pero debemos informarles, queridos católicos argentos, que los pseudopastores progresistas son legión… Ellos tienen los templos, con sus prohibiciones de comulgar en la boca y la obligación de comulgar en la mano con la excusa de la “pandemia”. Pero nosotros tenemos la fe. Y la pondremos en acción si intentan dejar esta indigna disposición una vez pasado el peligro de contagio. Nos quieren transformar, no lo lograrán. No, no lo lograrán.
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