Una distinción peregrina en un texto anodino
Ernesto Alonso
Excelente análisis de la Declaración de varias Comisiones Episcopales de la Conferencia Episcopal Argentina.
Distinguir para confundir
No me siento precisamente feliz de tener que habérmelas con los Obispos Argentinos cuando como Pastores se expresan sobre temas de particular gravedad como es el caso que aquí me ocupa. Confieso que me aflige un poco abandonar mi burguesa comodidad cincuentona y exclamar con contundencia, “Yerran Señores Pastores y confunden seriamente al rebaño”.
Se trata de la Declaración titulada “Distingamos: Sexo, Género e Ideología” emitida por las Comisiones Episcopales de Laicos y Familia, de Catequesis y de Pastoral de la Salud, el pasado viernes 26 de octubre. El título suscita los primeros temores al sostener la distinción entre «sexo» y «género», por un lado, separando de ambos la noción de «ideología». Y el desasosiego se instala definitivamente en el ánimo cuando se advierten los subtítulos que temáticamente dividen el texto, a saber, «perspectiva de género» e «ideología de género».
Justificase la separación pues se discierne “sin separar, el sexo biológico del papel sociocultural del sexo, es decir, el género”, citando el número 56 de «Amoris Laetitia», la Exhortación Apostólica Postsinodal del Papa Francisco. “Sexo y género son realidades profundamente conectadas, pero no son exactamente lo mismo”, se dice completando el punto.
Cuando el texto de la Declaración afronta la distinción propuesta entre «perspectiva» e «ideología de género», asevera paladinamente que “los estudios de género pueden ofrecer una herramienta de análisis que nos permita ver cómo se han vivido en las diversas culturas las diferencias sexuales entre varones y mujeres, e indagar si esta interpretación establece relaciones de poder y cómo las establece. No se vive igual la condición masculina o femenina hoy, que hace cien años (…) El Papa lo advierte al afirmar que «la historia lleva las huellas de culturas patriarcales» (…) En este sentido, «género» es una categoría útil de análisis cultural, un modo de comprender la realidad. Mirar la sociedad teniendo en cuenta los roles, las representaciones, los derechos y deberes de las personas de acuerdo a su género, es adoptar una perspectiva de género. Situación que es necesaria para ver que todas las personas sean tratadas según su igual dignidad”.
Se me excusará la extensión de esta cita. ¡Señores, debemos agradecer profundamente la llegada de la «perspectiva de género» pues ella ha quitado las vendas de nuestros ojos y admirablemente nos ha enseñado que las culturas son diferentes, que históricamente ha habido diferencias sexuales entre el varón y la mujer, afincadas esas diferencias en las culturas mismas; con dicha perspectiva el Santo Padre parece haber aprendido el «arte de interpretar» las huellas recónditas de «culturas patriarcales», horroroso fundamento de las aún más odiosas «relaciones de poder», que fundan la asimetría de los géneros, cuidando, claro está, de no develar aquí que estamos parafraseando a Michel Foucault!