Ernesto Domingo Álvarez
Especial para el Blog "Sagrada Tradición"
Hace unos días el Obispo de San Luis (Argentina), Gabriel Bernardo Barba, celebró la Fiesta Patronal invitando a un transexual a leer una petición en Misa. La noticia ha corrido por el mundo dividiendo aguas. Y eso está bien. Cristo dijo: “No he venido a traer paz sino división” (cf. Lc 12, 49-53).
A los que dicen que lo que hizo Barba está bien hecho, que Cristo no rechazó a los pecadores, que comía con ellos, que recibía a las prostitutas, les recordamos que fue nuestro Señor quien le dijo a la pecadora pública “no peques más” (Jn 8, 11).
En el caso de este sujeto automutilado y vestido de mujer, que se acercó a leer la petición invitado por Barba, pareciera estar bastante lejos de la actitud de la pecadora pública. Ha declarado a la Agencia Télam, al terminar la Misa, que este “hecho histórico es muy esperanzador porque nos permitirá construir una iglesia como seres humanos, donde las opciones de vida de las familias diversas encontraban muchos obstáculos para vivir su vida espiritual”. Dijo también que pudo “valorar” la iglesia a la que pertenece “por mandato familiar”, como un “lugar de inclusión y amor al prójimo”. Es claro que este sujeto no parece estar en plan de convertirse y cambiar de vida. Más bien quiere que los católicos se conviertan o al menos acepten su ideología como algo normal.
Sobre el Obispo Barba, nada bueno puede decirse. Es amigote de Francisco… lo que en buen criollo significa que está bastante lejos de la sana doctrina católica. ¡Y todo esto era de esperarse! Hay también otros Obispos en Argentina que ya amenazaron con “incluir” trabas y trans en futuras “farsas a-litúrgicas”. ¡La gran estafa recién comienza!