sábado, 14 de marzo de 2015

Marianito Fazio, el Ilustradito

Nuevos rumbos del Opus Dei
Cesáreo Marítimo


Tomado del blog amigo “Germinans Germinavit”


El nuevo Vicario General de la Prelatura del Opus Dei es argentino y amigo del papa Francisco. Supongo que se trata de alinear al Opus Dei con los nuevos tiempos de la Iglesia. Posiblemente el mismo Papa haya influido en este nombramiento. Y como en todo nombramiento en que se mueven instancias de poder, el nuevo Vicario General, monseñor Mariano Fazio, ha atraído sobre sí los focos de todo tipo de informativos. Y por supuesto se tira de hemeroteca para definir al personaje.

Se está dando estos días extensa circulación a un artículo que escribió monseñor Fazio en Clarín hace 3 años. El párrafo más llamativo de ese artículo, y el que ha levantado más comentarios, es el que sigue: “Vivimos días de búsqueda, en los que palabras como indignación, revuelta, manifestación, insatisfacción, poseen una especial resonancia. La sociedad de consumo no logra saciar al hombre, y los jóvenes lo denuncian. Ese es nuestro eclipse. Sin embargo, los hombres y las mujeres de hoy no renunciamos a los ideales grandes, queremos gritar con fuerza lo mismo que hace tantos años “¡Libertad, Igualdad, Fraternidad!”. No queremos ceder al cinismo o al conformismo”.

¿Tiene sentido poner en tela de juicio la idoneidad de este monseñor por haber escrito estas palabras? La lástima, una verdadera lástima, es que sí tiene sentido lamentar estas palabras de monseñor Fazio, porque son nada más y nada menos que el grito de guerra de la Ilustración contra la Iglesia. Y que un miembro destacado de la Iglesia al que se le ha destacado más aún como altísimo dirigente de la misma, utilice como santo y seña de su apostolado el grito de guerra contra la Iglesia, es ciertamente preocupante. Parece que últimamente a la Iglesia le están creciendo los enanos. ¿Qué hace un supuestamente respetable monseñor, abanderando la supuesta modernización de la Iglesia con el grito de guerra de sus más feroces enemigos?  

lunes, 9 de marzo de 2015

Juan Manuel De Prada: "el Nuevo Orden Anticristiano ya fue aceptado"

Una raza en vías de extinción
Agustín De Beitia


Juan Manuel De Prada afirma que hay un orden anticristiano que ya fue aceptado. Y que el pensamiento y el arte católico son productos del pasado. Hasta la Iglesia se pone hoy de rodillas y halaga al mundo para ser admitida, lamenta.


08.03.2015 | Juan Manuel de Prada, el famoso escritor y columnista español, es un apasionado apologeta católico, tal vez el más renombrado de la España actual. Sus artículos, donde se rebela contra el mundo y contra la tiranía de la cultura dominante, son publicados desde hace más de veinte años en el diario español ABC.

De Prada (Baracaldo, 1970) es un caso infrecuente. No sólo  su incisiva mirada sobre la realidad y su defensa de la doctrina católica, sino porque el desprecio que ha sufrido a veces por este motivo se atenúa por el éxito de sus novelas y la aclamación de la crítica. En una entrevista con este diario, el autor -que acaba de publicar en España su novela "Morir bajo tu cielo"- examina la figura del intelectual católico en el mundo actual.


- Los intelectuales católicos suelen merecer el ostracismo, hablar desde las catacumbas. Usted no. ¿Por qué?

- Bueno, he tenido un primer impulso como escritor y hoy cuento con unos lectores a los que estoy muy agradecido, que creen en mis obras y ven que no estoy al servicio del sistema como la mayoría de los llamados intelectuales españoles. Pero el sistema de a poco me ha ido poniendo un cerco.


- ¿Cómo es eso?

- El mundo liberal y progresista ha intentado arremeter contra mí y desprestigiarme de formas muy diversas. Cuando tú te inscribes a negociados de izquierda o de derecha, el sistema te permite encontrar tu lugar bajo el sol. Lo que no se soporta es una crítica más profunda, más radical. Eso te condena al ostracismo. A mí de joven me veían como un escritor conservador. A medida que se han dado cuenta que no es así las resistencias y las condenas van creciendo. Sin embargo, lo más duro para mí fue el ostracismo al que se me ha condenado desde medios católicos.