miércoles, 4 de noviembre de 2015

Las amargas palabras del Papa al término del Sínodo

El enfado del Papa
Las descalificaciones del Papa


Tomado del Blog “Cristo era Sabio” del Portal InfoVaticana.


Las palabras del Papa al término del Sínodo han sido claramente amargas. Epítetos y descalificaciones no han faltado.

Da la impresión a los progresistas de que el Sínodo no ha aportado nada nuevo. Repetir lo de siempre. Lo más que se hace es inocular el virus de la ambigüedad, pero evitando algo de sesgo abiertamente kasperista. ¿Para esto hacía falta tanto lío?

Lo improductivo de este Sínodo parece haber sido la primera preocupación del Papa, que se adelanta a justificar con parrafadas más poéticas que reales para qué ha servido todo esto. Pero la verdad es que, a la prensa mundana, el Sínodo no aporta ningún titular, salvo que manipulen con descaro.

Y aquí vienen los reproches del Papa en negrita:

Significa haber puesto al descubierto a los corazones cerrados, que a menudo se esconden incluso dentro de las enseñanzas de la Iglesia o detrás de las buenas intenciones para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, los casos difíciles y las familias heridas.

¿Cuáles son los corazones cerrados? ¿Qué han dicho tan malo? ¿Esconderse dentro de las enseñanzas de la Iglesia no significará corresponderse con las enseñanzas de la Iglesia? ¿Qué significa juzgar? ¿Decir lo que está bien y lo que está mal? Eso es más discernimiento que juicio, en caso de definir el juicio desde una óptica negativa.

Siguiente reproche:

Significa haber intentado abrir los horizontes para superar toda hermenéutica conspiradora o un cierre de perspectivas para defender y difundir la libertad de los hijos de Dios, para transmitir la belleza de la novedad cristiana, a veces cubierta por la herrumbre de un lenguaje arcaico o simplemente incomprensible.

¿A quiénes se refiere? ¿Qué han dicho tan arcaico? ¿Han de ser los parámetros del cristiano lo arcaico frente a lo nuevo, o lo que es de Cristo frente a lo que no lo es? Sobre el lenguaje incomprensible, solo aporto una cita: “Y en ellos se cumple la profecía de Isaías que dice: AL OÍR OIRÉIS, Y NO ENTENDERÉIS  Y VIENDO VERÉIS  Y NO PERCIBIRÉIS […] A todo el que oye la palabra del reino y no la entiende, el maligno viene y arrebata lo que fue sembrado en su corazón” (Mateo 13, 14-19).

Y siguen las acusaciones:

… –Y por desgracia a veces con métodos no del todo benévolos– […] para refrescar los corazones resecos.

¿Quiénes son? ¿Qué hicieron? ¿Qué propuesta se merece tal calificación? ¿Acaso las tradicionales no iban simplemente en la línea del magisterio de toda la vida de la Iglesia?

Y ahora entramos con la cultura:

En realidad, las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado.

Como si los mandamientos de Cristo o el Evangelio se supeditase a cada cultura, y no que cada cultura se deba supeditar a Cristo o al Evangelio.

Sigue el Papa:

La experiencia del Sínodo también nos ha hecho comprender mejor que los verdaderos defensores de la doctrina no son los que defienden la letra sino el espíritu; no las ideas, sino el hombre; no las fórmulas sino la gratuidad del amor de Dios y de su perdón.

Digo yo que la letra revelará el espíritu, y el espíritu puede explicarse con letras. Las letras están para reflejar y concretar lo que es el espíritu y lo que no. Tal dicotomía es solo trampa para que lo escrito no sirva. También digo yo que defender al hombre no debe necesariamente contraponerse a defender las ideas, porque las ideas pueden definir lo que uno entiende por defender al hombre. Si no, que no haya Sínodo ni conclusiones, pues no importan las ideas ni las palabras. Y el perdón de Dios es gratis pero no sin condiciones. Es necesario el arrepentimiento.

Sigue el Papa:

Significa superar las tentaciones constantes del hermano mayor (cf. Lucas15, 25-32) y de los obreros celosos (cf. Mateo 20, 1-16).

¿Quién es el hermano mayor y quiénes los obreros celosos? Los que siguen la Palabra de Dios, no. El fallo del hermano mayor no era defender la moral frente a la actitud del hermano pródigo. Hay que recordar que aquél díscolo SE ARREPINTIÓ Y VOLVIÓ A CASA, y por tanto el hermano mayor no debió reprochar la actitud del padre. Pero en el Sínodo se habla de los que no se arrepienten ni vuelven a casa. Con los obreros celosos ocurre lo mismo. La parábola se refiere a la necesidad de aceptar a  los que se arrepienten y se unen al trabajo a las cinco de la tarde en vez de a primera hora, que recibirán el mismo pago. Habla del arrepentimiento, no de cobrar sin trabajar.

Hermanos mayores”, “obreros celosos”, “no defender al hombre”, “métodos no benévolos”, “corazones resecos”, “hermenéutica conspiradora”, “cierre de perspectivas”, “corazones cerrados”, “herrumbre”, “arcaico”… Y todavía algunos dudan del enfado del Papa…

Ciertamente es llamativo que al fin de un Sínodo acompañen estas palabras. En situaciones normales, ¿no debería de haber un espíritu de júbilo?

Pero lo peor de todo, lo más amargo, es que muchos buenos católicos se sientan con estas palabras atacados por el Papa después de esta dura lucha por defender a la familia.

La batalla espiritual aún no ha acabado. No termina con el Sínodo, que por cierto, ha concluido por una parte pero por otra no.

Ya nos conocemos todos. Y sabiendo lo que hay, sabemos lo que es posible esperar. 








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