lunes, 14 de junio de 2010

Guitarra y aplausos en la liturgia católica - P. Jon M. de Arza

Guitarra y aplausos en la liturgia católica
P. Jon M. de Arza, IVE


Para entrar en el tema del uso de los instrumentos en la liturgia, y en particular de la guitarra, no estaría de más recordar, como enseña el Card. Ratzinger, que «la liturgia cristiana se define por su relación con el Logos» (seguimos libremente, J. RATZINGER, El espíritu de la liturgia. Una introducción, ed. Cristiandad, Madrid 2001, 171-179). Esto, en un triple sentido:

1) En la música litúrgica, basada en la fe bíblica, hay una «clara primacía de la palabra». De aquí se sigue «el predominio del canto sobre la música instrumental (que de ningún modo ha de ser excluida)».

2) El canto logra superar las palabras, que muchas veces no alcanzan para expresar la inefabilidad del misterio, pero no supera la Palabra (el Logos), por lo que se hace necesaria la música. Ahora bien, «la liturgia cristiana no está abierta a cualquier tipo de música». Una música que «arrastra al hombre a la ebriedad de los sentidos, pisotea la racionalidad y somete el espíritu a los sentidos», no eleva al hombre. Por eso la música litúrgica debe ser tal que, superando la sensualidad, eleve el corazón (sursum corda, “levantemos el corazón”).

3) «La música humana es tanto más bella cuanto más se adapte a las leyes musicales del universo». La liturgia debe ser cósmica, es decir, abierta al canto de los ángeles «que rodean a Dios e iluminan el universo». «Nosotros, al celebrar la Santa Misa, nos incorporamos a esta liturgia que siempre nos precede. Nuestro canto es participación del canto y la oración de la gran liturgia que abarca toda la creación». Por tanto, en la liturgia, los cantos deberían ser tales que se puedan cantar en presencia de los ángeles. Los instrumentos son el coro de las criaturas que acompañan la voz del hombre en la alabanza divina.

Pues bien, sobre estos principios, reformulamos la pregunta: ¿puede utilizarse la guitarra en la liturgia?. Creemos que no puede excluirse de plano, sino que su aceptación dependerá del tipo de música que se sirva de ella, y de su modo de ejecución.

En la música litúrgica judía, se utilizaban instrumentos de cuerda para «acompañar» (y subrayamos este verbo, «acompañar») el canto de los salmos. De hecho, «psalterio», viene del griego, «psallein» (traducción del hebreo «zamir», que significa «pulsar» (una cuerda) o «puntear», y salmodiar es cantar con acompañamiento de una cítara o un arpa, o un instrumento afín. De aquí se puede colegir la exclusión de la guitarra «rasgueada», que privilegia el ritmo, y se pone sobre la palabra y al nivel de los sentidos. En efecto, la guitarra así tocada, resuena en el corazón, pero no lo eleva.

Los Papas siempre se han preocupado de corregir los abusos en materia de música litúrgica, sobre todo para que la liturgia no se confunda con una teatralización de tipo operístico. Así, por ejemplo, Benedicto XIV, en la Encíclica Annus Qui, de 1749, delimitó el uso de los instrumentos musicales, admitiendo: «... el órgano, también violones, violoncelos, fagotes, violas y violines» y excluyendo «los timbales, los coros de caza, las trompetas, los oboes, las flautas, los flautines, los salterios modernos, las mandolinas e instrumentos similares, que sólo sirven para hacer la música más teatral». Aquí se circunscriben las guitarras. Sin embargo, la preocupación estaba dirigida no tanto a ciertos instrumentos sino a aquellos que representaban este tipo de música. «De forma semejante, Pío X intentó, entonces, alejar la música operística de la liturgia, declarando el canto gregoriano y la gran polifonía de la época de la renovación católica (con Palestrina como figura simbólica destacada) como criterio de la música litúrgica. Así, la música litúrgica se ha de distinguir claramente de la música religiosa en general...» (J. RATZINGER, El espíritu de la liturgia..., 169).

Si tenemos en cuenta el uso actual de la guitarra, esto es, para el folclore o canto popular, el canto melódico, incluso, el rock (con la guitarra eléctrica), no parece que sea un instrumento adecuado para la liturgia, pero si se toca con arte y punteando, de manera que sirva de acompañamiento, creemos que podría usarse, como pueden usarse la cítara y el arpa. El problema, de todos modos, estaría en ¿para qué tipo de música que sea apta para la liturgia, puede ser utilizada la guitarra como instrumento de acompañamiento?. ¿Y a qué textos velará con su sonido?.

Tal vez su uso litúrgico, pues, se vea reducido al acompañamiento de los salmos en la liturgia de las horas, a modo de cítara o arpa. Esto no obsta a que se use este hermoso instrumento para otro tipo de cantos religiosos, pero extra-litúrgicos, así como por ejemplo, en algún tipo de reuniones y jornadas.

La Constitución sobre la Liturgia, Sacrosanctum Concilium, del Concilio Vaticano II, establece: «Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales.

En el culto divino se pueden admitir otros instrumentos, a juicio y con el consentimiento de la autoridad eclesiástica territorial competente, a tenor del artículo 22, Par. 2, 37 y 40, siempre que sean aptos o puedan adaptarse al uso sagrado, convengan a la dignidad del templo y contribuyan realmente a la edificación de los fieles» (n. 120).

En cuanto a los aplausos en la liturgia, digamos, ante todo, que se oponen al decoro y la belleza propios de la liturgia. Se trata del culto de la Esposa de Cristo, en el que deben resplandecer el orden, la mesura, y las manifestaciones contenidas.

Hay manifestaciones artísticas que se introducen en la liturgia para hacerla más atractiva, como por ejemplo la inclusión de una danza antes del Evangelio, que generalmente terminan en aplausos espontáneos por parte de los fieles, «lo cual está justificado, -dice el Card. Ratzinger, si se tiene en cuenta, propiamente hablando, su talento artístico». Pero, -concluye el actual Pontífice-, «cuando se aplaude por la obra humana dentro de la liturgia, nos encontramos ante un signo claro de que se ha perdido totalmente la esencia de la liturgia...» (El espíritu de la liturgia. Una introducción, ed. Cristiandad, Madrid 2001, 223).

Cuando se aplaude, ¿a quién se aplaude?. Si se aplaude a una persona por un discurso, o porque ha hecho sus votos religiosos, o se ha casado, o porque ha cantado muy bien, etc, estamos ante una desnaturalización de la liturgia, que es el culto que se tributa a Dios y no al hombre, aunque sea porque se quiera alabar en el hombre, las “maravillas” de Dios.

Por el contrario, si es a Dios a quien se aplaude, entonces hay que decir que la liturgia tiene sus modos de alabar a Dios y de expresar el júbilo, y es mediante las aclamaciones, esto es, el canto del Aleluya, del Amen, del Deo gratias, etc. Los aplausos están muy ligados al uso profano. Pongamos un ejemplo. Así como en la liturgia hay modos propios de saludar y no cabe un cotidiano y vulgar “¡Buenos días!”, sino un bíblico (aunque no menos sencillo), “¡El Señor esté con vosotros!”, acompañado de un extender y juntar los brazos por parte del que saluda (como un modo estilizado y litúrgico del abrazo humano), así tampoco caben los aplausos en señal de aprobación o confirmación, o bien como expresión de júbilo, pues estos sentimientos del alma tienen su modo estilizado en las aclamaciones.


 
 



6 comentarios:

  1. Ciertamente, hay mucho que hablar acerca del tema de la música en la Liturgia. Es una de las cosas más deficientes actualmente.
    Gracias por el artículo.

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  2. Como catolica que sirvo hace muchos años en ministerio de musica tanto en la liturgia, como en reuniones no eucaristicas quisiera expresar mi opinion sobre el articulo " Guitarra y aplausos en la liturgia". El papel de la musica, tanto el canto como lo instrumental, tiene un rol importantisimo en la biblia y en la liturgia tanto del rito oriental como occidental y las de las iglesias evangelicas.
    Si estamos convencidos que la Biblia es la Palabra viva y actual del Señor, y conocemos algo de historia judeo-hebraica, el canto, los instrumentos e incluso la danza eran parte fundamental en sus ritos. Si nos basamos exclusivamente en la tradicion, podriamos decir que el organo es un instrumento no biblico y que nuestros ritos deberian ser con tambores, panderos,citaras, cuernos, etc , y que el canto gregoriano no es biblico y los salmos deberian cantarse en arameo. Pero como el Señor ve el corazon del hombre en la alabanza, el ritual en si pierde su valor ante los ojos de Dios si no va acompañado de un corazon sincero,misericordioso, justo; y un rasocinio que permita comprender lo que nuestros labios expresan. El hombre debe expresar su alabanza, su canto, con su propia lengua o con un idioma comprensible, sin menospresiar su cultura siempre en cuenta que esta no vaya contra los principios biblicos y evangelicos.
    Respeto a los hermanos que por su espiritualidad gustan de la musica gregoriana y el rito en latin, perono acepto que se menosprecie y se ponga en duda la alabanza que realizen otros hermanos en su propio idioma,con instrumentos autoctonos, si esta es realizada con respeto, devocion y ungida por el Espiritu Santo. Hnos. catolicos: tenemos que ser cuidadosos a la hora de objetar el Concilio Vaticano II, ya que indirectamente estamos cuestionando la Acción del Espiritu Santo en nuestros Pastores, y eso creo yo que es algo realmente grave, mas si nos tildamos de " fervientes catolicos practicantes". Paz y Bien. Stella Maris

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  3. ¿Hacia una nueva reforma litúrgica?
    A las 12:24 PM, por Luis Fernando
    Categorías : Abusos litúrgicos, Actualidad, Liturgia

    La conferencia pronunciada por monseñor Guido Marini, responsable de la liturgia en las celebraciones papales, vuelve a poner en el candelero el deseo de muchos católicos de que se acometa una reforma litúrgica que pueda facilitar una actitud de adoración más consistente en los fieles.

    Yo parto de un hecho. La adoración parte del corazón del creyente. Y si en ese corazón no hay amor, celo, temor y pasión por Dios, dará igual que el “fiel” asista a la liturgia más excelsa posible, que no adorará “en espíritu y en verdad” (Jn 4,23). Pero igual que digo eso, afirmo que la buena liturgia facilita mucho las cosas a quien va a Misa para lo que realmente hay que ir. A saber, para asistir al sacrificio eucarístico y para adorar a Dios. El componente de “celebración comunitaria” es importante, sin duda, pero la comunidad que se reúne lo hace no para jugar al parchís, ver un partido de fútbol o tomarse unas copas, sino para adorar a Dios. Si no hay adoración, me atrevería a decir que no hay verdadera comunidad cristiana.

    La adoración, aun siendo un acto que nace del interior, conviene que tenga una “consecuencia” externa. Dice el refrán que “de la abundancia del corazón habla la boca". Pues bien, “de la abundancia de nuestro amor por Dios hablan nuestros gestos `litúrgicos´”. Se me dirá que no tengo por qué preocuparme por lo que hacen los demás, pero a mí hay pocas cosas que me causen tanta desazón como ver que cuando el sacerdote consagra son muchos los católicos que no se arrodillan. En muchos lugares no será así, pero en mi parroquia, desgraciadamente, somos muy minoritarios los que nos arrodillamos cuando hay que arrodillarse. Y no creo que las enfermedades óseas hayan aumentado exponencialmente en los últimos años. Más bien pienso que existe una verdadera enfermedad espiritual que se hace visible en la liturgia. Mejor no digo nada de la forma de comulgar de algunos, porque al fin y al cabo no soy yo quien escudriña los corazones. Quizás donde veo falta de respeto hay en realidad una simple falta de educación litúrgica no atribuible a la persona.

    En resumidas cuentas, toda reforma que ayude a recuperar el verdadero sentido de la liturgia en los fieles ha de ser bienvenida. Pero la verdadera reforma es la de los corazones. Con un Novus Ordo bien celebrado se adora a Dios perfectamente. Pero si se mejora retomado aspectos que han quedado relegados y que forman parte de la tradición, mejor que mejor. Como dijo San Pablo, “hágase todo decentemente y con orden” (1ª Cor 14,40).

    Pax et bonum,
    Luis Fernando Pérez

    Hay que escuchar y estar en sintonia con lo que desea el Papa para el bien de la Iglesia, no ajustarnos a nustros gustos y modas. Jose LUis Ventrice

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  4. REFORMA DE LA MÚSICA SACRA

    La preocupación de San Pío X por la liturgia no empezó a partir de su elevación al Sumo Pontificado. Como joven vicario, y todavía en Tómbolo, creó una "Schola cantorum" con jóvenes de Salzano, a los cuales formó con el mayor cuidado en la práctica del canto llano y en las ceremonias.
    En su parroquia realizó su ideal de esplendor litúrgico, que provocaba admiración de clero y pueblo. Él mismo decía: "Ni hay que cantar, ni hay que rezar durante la misa; hay que cantar y rezar la misa".
    "El canto y la música sacra por su melodía deben excitar a los fieles a la devoción, disponiéndolos a recibir más fácilmente los frutos de la gracia que acompañan a todos los santos misterios celebrados con solemnidad. Entonces, estando estrechamente unida a la liturgia, ka música sacra debe por esto mismo armonizarse con el texto y presentar las cualidades sin las cuales no sería más que un entremés: en particular, la santidad, la perfección del arte y la universalidad".
    La primera de las reformas concierne a la música sacra. A lo largo del siglo XIX, numerosos abusos, desviaciones lentas y progresivas se habían ido introduciendo en la práctica musical eclesiástica.
    Las causas de esta decadencia se resumen en su Motu Proprio "Tra le Sollicitudini", (4) publicado en la fiesta de Santa Cecilia, el 22 de noviembre de 1903:
    "Sea por la naturaleza de este acto, en sí mismo flotante y variable; sea por la sucesiva alteración del gusto y de las costumbres en el curso de los tiempos; sea por la funesta influencia que el arte profano y teatral ejerce sobre el arte sagrado, sea por el placer que la música produce directamente y que no siempre es fácil contener en justos límites, sea, por fin, por los mismos prejuicios que, en semejante materia, se insinúan y luego permanecen tenaces, aún entre personas autorizadas y piadosas, hay una continua tendencia a desviarse del camino recto, fijado según la finalidad por la cual el arte sagrado es admitido al servicio del culto y muy claramente indicado en los cánones eclesiásticos, en las ordenanzas de los concilios generales y provinciales, en las prescripciones repetidas emanadas de las Sagradas Congregaciones romanas y de los Soberanos Pontífices".
    El Papa precisa allí su pensamiento:
    "Nuestro muy vivo deseo es que el verdadero espíritu cristiano vuelva a florecer en todas formas y se mantenga en todos los fieles. Por eso es necesario proveer, ante todo, a la santidad y a la dignidad del templo, donde precisamente los fieles se reúnen para sacar este espíritu de su fuente primera e indispensable, es decir, la participación activa en los sacrosantos misterios y a la oración pública y solemne de la Iglesia".
    La liturgia aparece claramente como la fuente del espíritu cristiano:
    "Como una parte integrante de la liturgia solemne, la música sacra participa de su finalidad general, que es la gloria de Dios, la santificación y la edificación de los fieles".
    En la continuación de su Motu Proprio, llamado por el autor "Código jurídico de la música sacra", San Pío X enumera las cualidades de la música sacra:
    "Debe ser santa, y por consiguiente excluir todo elemento profano, no solamente en sí misma, sino también en la manera con la cual se ejecuta. Debe ser un arte verdadero, pues si no, es imposible que tenga sobre el alma de los oyentes la eficacia que la Iglesia espera de su liturgia. Pero, a la vez, debe ser universal".
    El Papa permite aquí a todas las naciones admitir en las composiciones religiosas formas particulares que, en una cierta manera, constituyan el carácter específico de su música propia; estas formas, sin embargo, deben estar subordinadas a los caracteres generales de la música sacra.

    Jose Luis Ventrice.

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  5. Querida Stella Maris, son ciertos los datos que das de la Biblia. Pero en lo que decís permitime disentir en algo. NO se menosprecia la guitarra, ni los timbales, ni los instrumentos que pusistes, ni a la gente que le gusta eso, ni ese tipo de música. Simplemente se dice que para una misa no es adecuado. Y creo que se dice con razón. La misa no está centralizada en hacernos sentir bien... o en que encontremos a Dios en "nuestro interior" o en que "suene lindo"... por la simple razón de que no está centrada en nosotros... sino en el sacrificio divino. Está centrada en Dios, El es el centro... es un acontecimiento divino y Teocéntrico por excelencia. Y la música debe ser acorde con dicho momento. Quedate tranquila... yo no soy un cantante gregoriano ni afecto a dicha música.. de hecho me encanta tocar la guitarra y cantar a viva voz... pero lo reservo para un asado entre amigos. En la misa, comprendiendo de lo que se trata hay que aceptar que la música es una adenda... nuestra intervención está por debajo y para adorar al que se sacrifica cada misa por nosotros. No es un espectáculo musical. Por más piadosos que sean los coristas, guitarreros y musiqueros, lo que determina la cosa es el lugar y acontecimiento al que se asiste, y de ahí surge el tipo y modo de ejecución de la música correcto o no.
    Asimismo querida amiga, vi que firmás con "paz y bien"... tal como lo hacía Francisco, y si Francisco viviera y leyera que el Papa recomienda tal y cual manera de celebración, sin titubear adoptaría tal forma y no otra. Me despido, espero no tomes a mal mi disenso. Paz y Bien. Hugo.

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