miércoles, 14 de febrero de 2024

En los años 70 del pasado siglo, las ideologías eclesiásticas causaron un grave daño

Las Ideologías Eclesiásticas
Mons. Héctor Aguer

     En su sermón de la Misa de Epifanía, el Papa advirtió contra las “ideologías eclesiásticas” para “encontrar el sentido de la Santa Madre Iglesia”. Fue una justa y oportuna observación. En los años 70 del pasado siglo, las ideologías eclesiásticas causaron un grave daño, confusión y abandonos de la vocación sacerdotal; se hicieron fuertes en algunos sectores de la vida religiosa. El marxismo sobre todo se constituyó en una obsesión bajo el pretexto de acercamiento a los pobres. La relación de la Iglesia con la cultura implicó una “evangelización” al revés: las ideologías mundanas dieron origen a las eclesiásticas. Más adelante fueron las vigencias culturales; tuvieron su turno e impregnaron la vocación cristiana, con la crítica de la Tradición, descartada como lo contrario de la actualización pastoral.
     
     El sentido de la Iglesia se basa en la fe y se desarrolla en la experiencia de la vida eclesial. Las ideologías simulan el sentido de la Iglesia y lo destruyen. Proceden, por lo general, de mentes calenturientas que copian los modelos del mundo; así desconocen el Evangelio o lo contradicen. La ideología pretende una actualización del Evangelio; allí está el error y la injusticia. La experiencia de los 70 se extendió ampliamente en la Iglesia. La última década del pontificado de Pablo VI (1968 a 1978) conoció la ideología de carácter teológico, que difundió el repudio a la encíclica Humanae vitae, de varios autores sobre todo alemanes y franceses, y las ideologías sociales de corte socialista por la obsesión del marxismo. La “Iglesia de los pobres” fue una estafa que engañó a muchos; en varios países, sobre todo en Iberoamérica, y en África adquirió un cariz revolucionario. Muchos católicos, sacerdotes, sobre todo, se comprometieron con los movimientos guerrilleros; en Argentina ese fenómeno se configuró como una verdadera guerra interna con miles de víctimas.
     
     La advertencia del Sumo Pontífice ilustra muy bien un problema fundamental del actual camino que se ha abierto en Roma. No pueden entenderse algunas posiciones suyas sino reconociendo las dos ideologías que impulsan a Francisco. La primera, de carácter doctrinal, es el progresismo teológico, con una vertiente relativista. Así se comprende la tirria contra la Tradición, y el menosprecio que experimenta de los católicos apegados a ella, y que manifiesta todo el tiempo –especialmente, luego del escándalo de Fiducia supplicans, declaración que no debe obedecerse-; a veces de forma espontánea, y otras de manera programada. La identidad católica y la fidelidad a una línea vigente durante siglos y siempre actualizada, ya no son la inspiración del Pontificado. Una grave decisión fue nombrar Prefecto del Dicasterio de la Doctrina de la Fe al Cardenal Víctor Manuel Fernández, un autor de libritos de “espiritualidad”, y un libro escandaloso: “La pasión mística: espiritualidad y sensualidad”, en el que presenta una interpretación sexológica de la unión mística con Dios; es ignorancia y falseamiento de la teología mística. Este Cardenal ocupa el cargo que honró durante muchos años el gran teólogo Joseph Ratzinger (luego Benedicto XVI). El progresismo teológico de Francisco se ha manifestado especialmente en el campo de la Moral, donde también se percibe la tradición teológica de la Compañía de Jesús, que en un tiempo fue rigorista y modernamente es de inclinación laxista.
     
     La otra ideología que inspira a Francisco es el populismo peronista, que se encuentra también en varios obispos argentinos. Se trata de una corriente política y cultural que se combina con las decisiones dictatoriales del jefe. Llevada a Roma esta ideología se manifiesta en el cambio de la identidad de la Iglesia, que ya no aparece como un Cuerpo o una Comunión, sino con la figura de una pirámide invertida: en la cima estaría el pueblo, y abajo la jerarquía. Otra imagen usada por Francisco es el poliedro, que ilustra la superación de la clásica distinción entre la Iglesia docente (docens) y su magisterio, y la Iglesia que escucha y aprende (discens), los fieles. Esta distinción no es una creación histórica, sino que se funda en el Evangelio. Esta alteración de la realidad de la Iglesia oculta las decisiones despóticas del Papa. Peronismo es el nombre que se da en la Argentina a la doctrina y los seguidores de Juan Domingo Perón, tres veces presidente de la Nación. Se trata de un populismo singular, ya que incluye la obediencia a los dictados del Jefe. Este movimiento influye decisivamente en la política argentina en los últimos 80 años, sea o no gobierno.
     
     Jorge Bergoglio simpatiza desde joven con el peronismo, como no pocos sacerdotes en la Argentina, y esta atávica tendencia explica la vertiente pastoral de su pontificado: el peronismo eclesiástico ha llegado a ser peronismo papal. Esta referencia permite comprender que el populismo no excluya el autoritarismo de algunas medidas pontificias.
     
     El concepto de ideología tiene un significado de negatividad, de oposición a la verdad, de la cual es una falsificación. En la historia de la Iglesia se registran ideologías de corte subjetivista y heterodoxo, verdaderos sistemas, como el modernismo de principios del siglo XX. Es admirable cómo San Pío X supo comprender y analizar esa herejía y exponerla junto con su refutación en la encíclica Pascendi. El progresismo es más difuso, aunque es posible reconocer sus principios; sin embargo, carecemos de una caracterización de su identidad como ideología.
     
     El sentido de la Iglesia se verifica cuando la verdad eclesiológica es percibida subjetivamente; el miembro del Cuerpo eclesial toma conciencia de su pertenencia a la Totalidad y disfruta de ella, por la caridad, como disponibilidad total. Es un componente de la experiencia de la vida cristiana. En esta dimensión se percibe a Cristo como Cabeza del Cuerpo; el amor a Jesús y a la iglesia es una unidad que procura al cristiano el gozo de serlo en la comunión eclesial. Desde esta perspectiva plenamente católica se advierte la insuficiencia y el reduccionismo de la ideología, la cual se produce al contacto de una ideología secular.
     
     En el sermón pontificio citado al comienzo de esta nota se dice muy bien que es preciso deponer o abandonar la ideología eclesiástica para “encontrar el sentido de la Santa Madre Iglesia”. Las ideologías que explican la orientación del actual pontificado (el progresismo teológico y el populismo peronista) tienen patente argentina, y pueden ser contagiadas a través del discurso de Francisco a las iglesias particulares.
     
     
     + Héctor Aguer
     Arzobispo Emérito de La Plata.
 
Buenos Aires, 14 de febrero de 2024.
Miércoles de Ceniza. Inicio del Santo Tiempo de Cuaresma. 


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