Las beatificaciones riojanas y la “traición de los clérigos”
Rodolfo Méndez
[Especial para el Blog «Sagrada Tradición»]
“La traición de los clérigos” (1927) fue un libro escrito por Julién Benda, un judío francés errante, en el que se quejaba contra los intelectuales, progresistas o conservadores, que sin miramientos habían renunciado a la verdad en aras del partido, de la clase, del poder o del interés personal.
El pasado 27 de abril, en La Rioja, fueron beatificados cuatro hombres, tres clérigos y un laico, habiendo decretado la Iglesia, a través del Pontífice Romano, su “muerte martirial por odio a la fe”. Son ellos, Monseñor Enrique Angelelli, el fraile Carlos de Dios Murias, OFM, el presbítero Gabriel Longueville, y el laico Wenceslao Pedernera, quienes vivieron y murieron en dicha provincia argentina en los años 70 del siglo pasado.
Para los propósitos de esta nota doy por bien conocidos los antecedentes de los cuatro nombrados y también el contexto histórico nacional, sea político, sea eclesial, en el que obraron.
Quiero decir, doy por sabido el plan del comunismo internacional y la guerra revolucionaria en Argentina; bien conocida la historia del grupo Montoneros, brazo armado del peronismo de izquierda; la historia “caliente” y dramática de la penetración marxista-leninista dentro de la Iglesia, mediante la creación de “propuestas renovadoras” como el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, Cristianos por el Socialismo, y las diversas modalidades de la Teología de la Liberación; que, además, existieron organizaciones de “fachada” que cubrían los objetivos específicos de las agrupaciones terroristas armadas; por último, descuento también, que se conozcan los aciertos y desaciertos de la actuación de las Fuerzas Armadas en el combate contra la guerrilla marxista.
Endeble es la legitimidad de estas beatificaciones si está asentada sobre una ruinosa falsificación histórica a propósito de los hechos, especialmente en lo que concierne a la muerte de Monseñor Enrique Angelelli, y, acerca del carácter martirial por odio y explícita persecución a la fe católica, de la muerte de los cuatro “beatos”, habida cuenta de que Murias, Longueville y Pedernera sí fueron asesinados.