martes, 31 de diciembre de 2013

“Evangelii Gaudium” y la Invitación al Diálogo con el Islam

“Evangelii Gaudium” y la Invitación al Diálogo con el Islam


Reproducimos aquí un extracto del artículo de Sandro Magister titulado “Islam y Cristianismo. Donde trastabilla el diálogo”.


ROMA, 30 de diciembre de 2013 – En la "Evangelii gaudium" el Papa Francisco dicta las reglas de la relación con los musulmanes. El jesuita islamólogo Samir Khalil Samir las examina exhaustivamente una por una, y denuncia los límites. 

En esa exhortación apostólica del 24 de setiembre del 2013, el más importante de los documentos publicados hasta ahora por Francisco, el Papa ha dedicado al diálogo con los musulmanes los dos siguientes parágrafos:

«252. En esta época adquiere gran importancia la relación con los creyentes del Islam, hoy particularmente presentes en muchos países de tradición cristiana donde pueden celebrar libremente su culto y vivir integrados en la sociedad. Nunca hay que olvidar que ellos, «confesando adherirse a la fe de Abraham, adoran con nosotros a un Dios único, misericordioso, que juzgará a los hombres en el día final». Los escritos sagrados del Islam conservan parte de las enseñanzas cristianas; Jesucristo y María son objeto de profunda veneración, y es admirable ver cómo jóvenes y ancianos, mujeres y varones del Islam son capaces de dedicar tiempo diariamente a la oración y de participar fielmente de sus ritos religiosos. Al mismo tiempo, muchos de ellos tienen una profunda convicción de que la propia vida, en su totalidad, es de Dios y para Él. También reconocen la necesidad de responderle con un compromiso ético y con la misericordia hacia los más pobres.

253. Para sostener el diálogo con el Islam es indispensable la adecuada formación de los interlocutores, no sólo para que estén sólida y gozosamente radicados en su propia identidad, sino para que sean capaces de reconocer los valores de los demás, de comprender las inquietudes que subyacen a sus reclamos y de sacar a luz las convicciones comunes. Los cristianos deberíamos acoger con afecto y respeto a los inmigrantes del Islam que llegan a nuestros países, del mismo modo que esperamos y rogamos ser acogidos y respetados en los países de tradición islámica. ¡Ruego, imploro humildemente a esos países que den libertad a los cristianos para poder celebrar su culto y vivir su fe, teniendo en cuenta la libertad que los creyentes del Islam gozan en los países occidentales! Frente a episodios de fundamentalismo violento que nos inquietan, el afecto hacia los verdaderos creyentes del Islam debe llevarnos a evitar odiosas generalizaciones, porque el verdadero Islam y una adecuada interpretación del Corán se oponen a toda violencia».


Los comentarios a la "Evangelii gaudium" han prestado escasa atención a estos dos parágrafos.

Pocos, por ejemplo, han advertido el insólito vigor con el que el Papa Francisco reclama también en los países musulmanes esa libertad de culto de la que gozan los creyentes del Islam en los países occidentales.

Pero quien ha puesto en evidencia este "coraje" del Papa –tal es el caso del jesuita e islamólogo egipcio Samir Khalil Samir– también ha avisado que él se ha limitado a pedir la sola libertad de culto, silenciando la privación de la libertad que obliga a convertirse de una religión a otra y que es el verdadero punto doloroso del mundo musulmán.


El padre Samir enseña en Beirut, Roma y París. Es autor de libros y de ensayos sobre el Islam y sobre su relación con el cristianismo y con Occidente, el último de los cuales fue publicado este año por EMI con el título: "Quelle tenaci primavere arabe" [Esas tenaces primaveras árabes]. Durante el pontificado de Benedicto XVI fue uno de los expertos más escuchados por las autoridades vaticanas y por el mismo Papa.

El pasado 19 de diciembre publicó en la importante agencia "Asia News" del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras una amplia nota de comentario a los pasajes de la "Evangelii gaudium" dedicados al Islam (se puede ver aquí: http://www.asianews.it/notizie-it/Papa-Francesco-e-l%27invito-al-dialogo-con-l%27Islam-29858.html).

Un comentario a dos caras. En la primera parte de la nota el padre Samir saca a la luz "las numerosas cosas positivas" dichas por el papa Francisco sobre el tema. Pero en la segunda parte revisa los límites, con rara franqueza.

A continuación presentamos esta segunda parte de su comentario.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Cardenal Meisner: «El Papa me respondió: los divorciados pueden comulgar, pero no así los divorciados vueltos a casar»

Cardenal Meisner: «El Papa me respondió: los divorciados pueden comulgar, pero no así los divorciados vueltos a casar»


El Prelado preguntó al Papa directamente sobre el tema


(Deutschlandfunk/InfoCatólica) 27/12/13.- El Cardenal y Arzobispo de Colonia, S.E.R Joachim Meisner, ha concedido una entrevista en la que explica el contenido de su último encuentro con el Papa. Sobre la cuestión de la comunión a los divorciados vueltos a casar, afirma que el Santo Padre le dio una respuesta muy clara: «los divorciados pueden comulgar, pero no así los divorciados vueltos a casar» y que la postura de Mons. Müller es la del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que está en el primer puesto jerárquico de la Curia.


Jürgen Liminski: Parece que es un juego muy popular para la gente de los medios: sacudirle a la Iglesia. Los Obispos en realidad lo podrían sobrellevar con tranquilidad, pero algunas encuestas les deben dar que pensar, por ejemplo la de Allensbach, según la cual dos tercios de los católicos están a favor de que a los divorciados se les permita casarse por la iglesia de nuevo. Y para hablar sobre éste y otros temas, doy la bienvenida al Arzobispo de Colonia, Cardenal Joachim Meisner. Buenos días, Eminencia.
Cardenal Joachim Meisner: ¡Buenos días!


–Su Eminencia, Navidad, ¿Qué es lo que va a predicar usted esta noche?
–Esa es una buena pregunta. El tema del sermón de Navidad realmente no se puede elegir. El contenido de la fiesta de Navidad es tan abrumador, que el Dios eterno se ha convertido en uno de nosotros, un hombre, que no se puede predicar sobre nada más. Esto también alegra a la gente en última instancia, y también nos da una perspectiva real para el presente y el futuro de nuestra vida.


–Este Dios nace en una familia. Los temas familia y matrimonio son actuales, el debate sobre la divorciados vueltos a casar parece dividir a la Iglesia en Alemania. ¿Cuál es su posición?
–Querido señor Liminski, en todo momento, la Iglesia, especialmente los Obispos junto con el Papa tiene el encargo de ejemplificar ante los hombres la obediencia a la Palabra de Dios. Los Obispos también comparten con el Papa el Magisterio. Pero siempre cum Petro et sub Petro, es decir, por debajo de Pedro y con Pedro. Así que cualquier disenso entre la enseñanza del Papa y el Obispo es teóricamente inconcebible. Déjeme añadir algo más: Desde tiempos inmemoriales la Iglesia está convencida de que la unidad de Cristo con su Iglesia, que es su Cuerpo, es normativa también para el matrimonio. Y el apóstol Pablo lo dice explícitamente: «El matrimonio es un misterio profundo. Yo lo refiero a Cristo y la Iglesia». Y Cristo dice entonces, lógicamente, que lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre. A esto no hay realmente nada más que añadir. Puede usted pensar tal vez que esto se lo lanzo como un disparo. Es que todos los días me veo confrontado con estas cuestiones y por eso su pregunta no era nueva para mí.

viernes, 13 de diciembre de 2013

El preocupante apartado 32 de la exhortación apostólica "Evangelii Gaudium" - César Uribarri

El preocupante apartado 32 de la exhortación apostólica "Evangelii Gaudium"
César Uribarri


Publicamos un artículo de César Uribarri que "misteriosamente" ha desaparecido a las pocas horas de su publicación en "Religión en Libertad".


Quizá es más cómodo callar. Yo he estado en silencio voluntario casi 6 meses y uno acaba acostumbrándose a los placeres de lo oculto: ves, oyes, lees, interpretas… y no tienes que dar cuenta a nadie de tus silencios.

Quizá no quería hablar o quizá, simplemente, no podía. Desde la elección del Papa Francisco un terrible nubarrón se cernió, a mi entender, sobre la realidad. Y preocupado por la tormenta futura veía como mi desasosiego era, por el contrario, gozo y alegría en casi todos. Pero no era un gozo normal, era casi enfermizo, avasallador, total. Si sobre y contra Benedicto XVI se pudo decir cualquier cosa, parecía que con el advenimiento de Francisco estuviera prohibido el disenso. Y así los medios, casi al unísono, se convertían en portavoces del Papa. Incluidos, claro está, los medios católicos, ortodoxos o heterodoxos: lo curioso es que en ellos cualquier opinión en contrario era silenciada, cuanto menos dificultada. Y eso, esa unanimidad en los aprecios, en el seguidismo, no era normal -basta recordar las campañas de acoso contra Benedicto XVI que empezaron en el mismo inicio de su pontificado, incluso desde dentro de la misma Iglesia, y que en absoluto han ocurrido con el Papa Francisco-. Algo había cambiado en la percepción de ésta, tanto desde fuera como desde dentro de la Iglesia. No en vano el Papa Francisco ha sido elegido personaje del año 2013 por la revista Time, en lo que es la conclusión, el súmmum, del aprecio que le tienen los medios tradicionalmente enemigos de la moral y del papado. Por contra, ¿acaso hemos de olvidar la persecución que sufriera el Papa Benedicto XVI, dentro y fuera de la Iglesia? Cómo no recordar la terrible carta de 2009 en la que Benedicto XVI públicamente lloró por el abandono que había sufrido por parte de los obispos y de los católicos, reconociendo cómo unos y otros se habían lanzado a herirle “con una hostilidad dispuesta al ataque”, o usando calificativos tales cual “morder o devorar” referidos a su misma persona. 

Pero bastó que subiera Francisco a la silla de Pedro para que preclaras figuras de la Iglesia comentaran que con el nuevo papado se había abierto una ventana de aire fresco en la Iglesia queriendo indicar que con el nuevo Papa vendrían nuevos tiempos. Imagen de la ventana abierta que me desasosegaba, por cuanto me parecía que el tal aire más bien nos iba a constipar, amén de lo poco respetuoso que me parecía para con el Papa emérito. Luego me contaron que algún otro, más malévolo, parafraseando a Pablo VI dijo que Satanás ya no tendría que esforzarse en entrar por los resquicios de la Iglesia, ya que ahora se le habían abierto las ventanas de par en par. Y es que algunos, pocos, mirábamos con preocupación la deriva que parecía tomar el rumbo de la Iglesia, mientras que una mayoría ingente gozaba el tal evento.

Se dirá que nada cambiaba, pero la realidad nos mostraba, día a día incluso, que al menos el lenguaje sí había cambiado y con él muchos gestos. El problema es que tras el lenguaje se cambiara el contenido. Y esa era la preocupación, porque no se trataba simplemente de cambios menores como el coche papal, los apartamentos pontificios, o las diarias homilías en santa Marta. No era, simplemente, que el Papa día a día quisiera ser un pastor más, como párroco en su pequeña parroquia, permitiéndose ambiguas frases comprensibles por lo pastoral y coloquial del lugar y del discurso. No. Había una intención, una querencia que solo se vislumbraba en frases concretas, entrevistas desaparecidas o mensajes cara a cara. Y esa intención, lo que el Supremo Pontífice de la Iglesia entendía sobre cual habría de ser su misión y la misión de la misma Iglesia, se evidenciaba someramente a pesar de los ímprobos esfuerzos del voluntario equipo de traductores y comentadores que trataban día tras día de reconducir todo cuanto dijera a la ortodoxia. Pero era un reflejo, un brillo, que permanecía en un terreno fantasmagórico. Lo querías atrapar y se escapaba. Querías ampararte en esas frases para alertar y se escapaban en lo coloquial o interpretable de las mismas. Parecía una lluvia fina que empapa sin darse cuenta. Nada cambiaba, decían, mientras nos parecía que el barco de la Iglesia se adentraba en aguas pantanosas. 

Era necesario algo más, palabras firmes, no movibles por lo coloquial del lugar o del discurso. Con Lumen Fidei habló nuevamente Benedicto XVI, porque la encíclica que firmara Francisco nació de la mano y del corazón del Papa anterior. Pero ahora, con la exhortación Evangelii Gaudium el Papa reinante ha expresado su programa, su parecer del mundo y de su misión. Y su contenido me preocupa porque la Iglesia parece que ha dejado de enfilar su mascarón de proa hacia Dios, para enfilarlo hacia el hombre. Y así, se dice en dicha exhortación apostólica que “el obispo siempre debe fomentar la comunión misionera en su Iglesia diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades cristianas, donde los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4,32). Para eso, a veces estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos” pero la sensación que tenemos es que sólo se permiten caminos escorados hacia las fronteras. Que no en vano conviene recordar como en ese encuentro del Papa Francisco con la Presidencia de la CLAR el 16 de junio del 2013 les animaba a equivocarse (¿doctrinalmente?) y si les llegaba una carta de la Congregación para la doctrina de la fe (sí, era doctrinalmente) que no se preocuparan, que siguieran adelante. No parece que, por ejemplo, los Franciscanos de la Inmaculada puedan decir lo mismo. ¿Permitirá el Papa que el olfato del rebaño de los Franciscanos puedan fundar esa nueva congregación que pretenden y que así han solicitado a Roma, anclada en el rito litúrgico vetus ordo, ahora que se les ha impedido celebrarlo? Desgraciadamente percibimos ya con los hechos como esos “nuevos caminos” que se van a poder abrir son caminos concretos en las fronteras de la doctrina y muy alejados de la tradición de siempre. Los otros, los que libremente el rebaño quiera dirigir hacia aquellos otros pastos, quizá esos no sean permitidos.

Pero no debo detenerme en esto. Otros serán los que vayan marcando y señalando esos aspectos. Yo, con todo, prefiero alertar de un riesgo que intuyo y que puede hacer entender unos de los aspectos más desconcertantes de Fátima. 

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Pedimos la Dimisión del Padre Volpi, Comisario de los Franciscanos de la Inmaculada - Roberto de Mattei

Pedimos la Dimisión del Padre Volpi,
Comisario de los Franciscanos de la Inmaculada
Roberto de Mattei


¡Por favor, lo invitamos a sumar su firma!


Un grupo de páginas web y asociaciones de laicos católicos han iniciado una recogida de firmas para pedir la dimisión del Padre Fidenzio Volpi de su cargo de comisario de los "Franciscanos de la Inmaculada". Todos lo que quieran adherir a este llamamiento pueden hacerlo clickeando aquí: http://www.corrispondenzaromana.it/firma-per-chiedere-le-dimissioni-di-padre-fidenzio-volpi/

En el espacio de cinco meses el Padre Volpi ha destruido el instituto provocando caos y sufrimiento en su interior, escándalo entre los fieles, críticas en la prensa, malestar y perplejidad en el mundo eclesiástico. Importa poco saber si el Padre Volpi es el artífice o el ejecutor del plan de destrucción. Lo que es cierto es que si no se detiene este plan, las consecuencias serán desastrosas y es para evitar que a este desastre se añadan más desastres que el Padre Volpi debe ser cesado.

Después del decreto de intervención, del pasado 11 de julio, el Padre Volpi, con la ayuda de un puñado de desatados subcomisarios, entre los que se encuentran el Padre Alfonso Bruno y el Prof. Mario Castellano, ha comenzado a dejar caer su hacha sobre el instituto. Ha prohibido la celebración de la santa Misa y de la liturgia de las horas según la forma extraordinaria prevista por el Motu Proprio «Summorum pontificum»; ha desautorizado y transferido uno tras otro a los más fieles colaboradores de Padre Manelli, todas personalidades de relieve intelectual y moral, atribuyendo sus cargos a frailes disidentes, a menudo incultos y sin experiencia de gobierno; ha amenazado y castigado a los frailes que dirigieron una petición a la Santa Sede y se negaban a retractarse. Finalmente, con un diktat del 8 de diciembre de 2013, ha cerrado el seminario, ha suspendido las ordenaciones sacerdotales y diaconales; ha fulminado con la interdicción las publicaciones de las Ediciones Casa Mariana, prohibiendo su difusión en las iglesias y santuarios confiados a los religiosos; ha extendido su guerra personal a los terciarios y a los laicos que apoyan al instituto, suspendiendo toda actividad de la MIM (Misión Inmaculada Mediadora) y del TOFI (Tercer Orden Franciscano de la Inmaculada); ha amenazado con la intervención a las Franciscanas de la Inmaculada y les ha quitado, a ellas y a las Clarisas, el cuidado espiritual de los frailes. Por último quiere imponer un “juramento modernista” de fidelidad al Novus Ordo Missae y al Concilio Vaticano II (para ver la carta, clickée aquí: http://www.corrispondenzaromana.it/wp-content/uploads/2013/12/Lettera-Volpi-8-12-13.pdf).

domingo, 8 de diciembre de 2013

La posible comunión de divorciados y el posible cisma en la Iglesia - Luis Fernando Pérez Bustamante

La posible comunión de divorciados y el posible cisma en la Iglesia
Luis Fernando Pérez Bustamante


Se le podrán dar todas las vueltas que se quiera a este asunto, pero va siendo hora de que haya más obispos y cardenales que den un paso al frente y dejen las cosas claras. La idea de que se puede abrir la posibilidad de que los divorciados vueltos a casar comulguen va en contra de la fe católica. Es decir, no estamos ante una mera cuestión pastoral, sino algo que afecta a la misma esencia de dos sacramentos: el del matrimonio y el de la Eucaristía.

El primero, en cuanto que es indisoluble, no puede ser ninguneado aceptando una segunda unión irregular, a la que Cristo, recordémoslo, llama adulterio. Puede que la palabra adúltero sea hoy políticamente incorrecta. Puede que pastoralmente se opte por rebajar el tono de la descripción de la realidad espiritual de esas personas. Pero Cristo dijo lo que dijo. Ante los ojos de Dios, quien se ha divorciado y vuelve a casarse es un adúltero. Y a quien no le guste que yo lo diga, que le pida explicaciones a nuestro Señor y Salvador, que fue quien usó esa palabra.

Ni que decir tiene que si un adúltero quiere mantener una vida espiritual, la Iglesia no puede rechazarle y dejarle “tirado en la calle”. Como madre, debe recibirle, ayudarle, encaminarle hacia la salvación. Pero en esa ayuda no se puede soslayar la verdad. A saber:

«¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros…» (1 Cor 6, 9)

«El matrimonio sea tenido por todos en honor; el lecho conyugal sea sin mancha, porque Dios ha de juzgar a los fornicarios y a los adúlteros» (Heb 13, 4)

¿Qué tipo de pastoral sería aquella que deja al pecador en un pecado que es incompatible con la salvación? ¿Me lo puede explicar alguien sea seglar, religioso, diácono, sacerdote, obispo, cardenal o Papa? ¿o quizás vamos a ser más “buenos pastores” que Cristo, que nos recordó aquello de “lo que Dios unió no lo separe el hombre” (Mt 19, 6)? ¿de verdad alguien piensa que el poder para atar y desatar que el Señor dio a su Iglesia consiste en que pueda decir que lo afirmado por Él en relación al matrimonio y el adulterio ya no es válido?