martes, 15 de octubre de 2013

Día de la Raza - addenda

El Doce de Octubre y una Estatua Tumbada
Mario Caponnetto


El 12 de Octubre pasó desapercibido. Apenas un feriado en un fin de semana largo. Ningún acto oficial. Ningún desfile. Ni una misa, siquiera, convocada por algún alma piadosa para agradecer a Dios la gracia y la gloria del Descubrimiento, Conquista, Civilización y Evangelización de América. Menos aún una de esas habituales “ofrendas florales” que se colocan al pie de los monumentos por la sencilla razón de que ya ni los monumentos permanecen en pie. La hermosa estatua del Almirante Colón que dominaba la Plaza homónima, detrás de la Casa de Gobierno —por obra y gracia de la mayor estupidez humana unida a la mala fe y a la perversión yace tumbada en el suelo a la espera de una supuesta reparación que no llega nunca. Así, el Gran Almirante —“el divo Cristóbal, Príncipe de las carabelas”, que cantó Darío— ya no mira el mar sino el cielo plomizo, gris y sucio de la Ciudad Apóstata.
  
¡Un 12 de octubre con Colón en decúbito dorsal! Jamás lo hubiéramos imaginado. Tampoco hubiéramos imaginado que el Día de la Raza se convirtiera, ahora, en el Día del Respeto a la Diversidad Cultural. Es cierto que aquella vieja denominación, obra del Presidente Yrigoyen, no era la más adecuada. Como bien decía Don Ramiro de Maeztu en su Defensa de la Hispanidad (a cuyas páginas hemos vuelto en estos días para consuelo y solaz del alma):

“«El 12 de Octubre, mal titulado el Día de la Raza, deberá ser en lo sucesivo el Día de la Hispanidad». Con estas palabras encabezaba su extraordinario del 12 de octubre último un modesto semanario de Buenos Aires, El Eco de España. La palabra se debe a un sacerdote español y patriota que en la Argentina reside, D. Zacarías de Vizcarra. Si el concepto de Cristiandad comprende y a la vez caracteriza a todos los pueblos cristianos, ¿por qué no ha de acuñarse otra palabra, como ésta de Hispanidad, que comprenda también y caracterice a la totalidad de los pueblos hispánicos?”.

¿Qué diría hoy el ilustre sacerdote español ante esta denominación estúpida y aviesa que pretende cambiar la Historia o reescribirla en caracteres ideológicos? ¿De qué diversidad cultural hablan estos mentecatos? Tan malos cuanto indoctos, tan rencorosos cuanto brutos, estos mentores de la “historia nueva” que inventan estas denominaciones y las imponen a palos, sin consultar a nadie (ellos tan democráticos y amigos de los debates y discusiones), por su cuenta y riesgo, están logrando, merced a la pasmosa pasividad de quienes debieran salir al cruce de tales desatinos, que el nobilísimo significado y el sublime contenido de esta fecha entrañable se vayan borrando, paulatinamente, del alma argentina.

Me contaba una maestra, a la que le tocó reemplazar en un grado de escuela primaria a otra, que al hacerse cargo del aula, en la víspera del 12 de octubre, preguntó a los chicos qué era el 12 de octubre y qué se festejaba. La respuesta fue unánime:

— No hay nada que festejar porque es un día de luto; es el día en que los españoles malos llegaron a América y mataron a los indios buenos.

— Pero, exclamó azorada la maestra, ¿quién les dijo esto, de dónde han sacado esta historia?

— ¡La otra maestra, señorita!, respondieron los párvulos.
  
Esto ocurría en un Colegio católico.
  
¿Qué dice el Consudec? ¿Qué piensa el obispo a cargo de la educación católica en la Conferencia Episcopal Argentina? ¿Qué el Arzobispo de Buenos Aires en cuya jurisdicción funciona aquella escuela?

Nadie dice una palabra. Todos callan mientras Colón tumbado sobre el suelo es el símbolo mudo y elocuente de un pueblo al que le han robado el alma.
  
¡Qué tristeza!








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