Con el Papa Contra la Homoherejía
P. Dariusz Oko
Este artículo nos brinda la posibilidad de reflexionar sobre una denuncia de "homoideología" y "homomafia" en toda la Iglesia, reportada desde Polonia, en el 2012. No debiéramos estar particularmente sorprendidos o asombrados, sin embargo, sabiendo que el clero católico se ha sometido a la influencia de los tiempos, inclusive las peores influencias. Si son intelectualmente o moralmente débiles, no sólo están sujetos a esas influencias sino que algunos han sucumbido a ellas y, en muchos casos, trabajan contra Cristo y Su Iglesia.
Ya por varias semanas Polonia ha sido testigo de una acalorada discusión sobre "la enorme red oculta de homosexuales en la Iglesia", provocada por la reciente publicación del libro del P. Tadeusz Isakowicz-Zaleski titulado Chodzi mi tylko o prawde [1]. Algunos niegan la existencia de tal red subterránea y proponen tesis profundamente inconsistentes con la enseñanza de la Iglesia: ambas cosas están en desacuerdo con la verdad [2]. El problema es serio, por lo cual creo que debo unirme a la discusión, ya que a mí también me importa la verdad, y antes que nada me importa el bien, el bienestar fundamental del hombre y de la Iglesia, la comunidad básica en la que el hombre vive.
Cualquier discusión tiene que tener como punto de partida la suposición axiomática que cualquiera de nosotros puede saber con certeza sólo un poco, y que ese poco puede estar parcialmente equivocado. Eso debiera resultar en que cualquier opinión sea presentada con humildad y que los argumentos, tanto de nuestros asociados como los de nuestros oponentes sean escuchados con atención. De esa forma nos podemos beneficiar y corregir mejor el poco de conocimiento que nos toca. Permanecerá siempre como fracción pero será, a un grado mayor, aumentado y purificado de error. Tal es la bendición que trae un diálogo honesto y es en tal espíritu en el que debemos proceder.
Siento que debo tomar una posición como resultado de mi participación en la crítica filosófica de la ideología y la propaganda homosexuales (que abreviaré como homoideología y homopropaganda respectivamente) con las cuales he lidiado por ya algunos años a pedido y con el aliento de muchos Cardenales y Obispos [3]. Al hacerlo he acumulado lo que es, probablemente, la mayor colección de escritos sobre dicho tópico en el idioma polaco y he amasado una de las más grandes colecciones de datos. Esto se ha logrado con la ayuda de muchos amigos y aliados, tanto laicos como religiosos, profesores universitarios y médicos y una gran cantidad de otras personas a quienes no conocía de antemano pero que, alentados por las opiniones por mí expresadas y habiendo leído mis artículos, quisieron agregar y corregir mis conceptos. Así he recibido noticias, resultados de estudios científicos y documentos oficiales de diversas partes de Polonia y de otras regiones del mundo, en particular de los Estados Unidos, Gran Bretaña, Irlanda, Alemania, Austria, Holanda e Italia, como así también, en primer grado de importancia, de la Santa Sede. Di comienzo a mi obra contendiendo contra una amenaza mortal externa al Cristianismo, pero luego descubrí gradualmente que la división no es tan simple. El enemigo no está solamente fuera de la Iglesia sino también dentro de ella, en ocasiones perfectamente camuflado como el caballo de Troya. Lidiamos no solamente con el problema de la homoideología y el homolobby fuera de la Iglesia, sino también con un problema análogo intramuros, donde la homoideología adquiere la forma de una homoherejía. Uno no tiene que estudiar siquiera los archivos del Instituto Nacional de la Memoria, que es apenas una de mis muchas fuentes de información. Estos hechos son evidentes por sí mismos hasta en esos países en que no se ha oído para nada de semejante institución. Es suficiente con juntar información confiable de los medios laicos y católicos en lo que toca a los años recientes, agregándola al conocimiento de la naturaleza humana, más algo de lógico sentido común, para sumar dos más dos y luego estudiar los documentos que presentan la respuesta de la Iglesia a esos hechos.