jueves, 27 de enero de 2011

Por qué Benedicto XVI irá a Asís - Paolo Rodari

Por qué Benedicto XVI irá a Asís
Paolo Rodari


Luego de que el Papa Benedicto XVI, en el primer día de este año, anunció su intención de viajar a Asís en el próximo mes de octubre con ocasión del 25º aniversario del encuentro de oración por la paz convocado en esa ciudad por Juan Pablo II, han sido muchos y diversos los comentarios que se han hecho sobre esta decisión. El vaticanista Paolo Rodari, pocos días después del anuncio, publicó este artículo en el cual presenta los diversos argumentos a favor y en contra. Es importante destacar que, por el momento, sólo ha sido anunciado el viaje del Pontífice y no cuál será la naturaleza del encuentro que allí se realice.


Joseph Ratzinger irá a Asís en el próximo mes de octubre, veinticinco años después del encuentro de oración interreligioso por la paz convocado por Karol Wojtyla. En 1986 la reunión recibió diversas críticas, incluso dentro de la curia romana: “¿No se abre así el camino al indiferentismo y al relativismo religioso?”, era el juicio de muchos, según algunos también el del entonces prefecto del ex-Santo Oficio. ¿Y hoy?. ¿Por qué Benedicto XVI va a Asís?. ¿No se alimenta de este modo la idea de que una religión vale lo mismo que otra?. Y también: ¿es correcto dialogar con el Islam sin un explícito compromiso al reconocimiento de la libertad religiosa para los cristianos en los países musulmanes?.

El historiador Giovanni Maria Vian dirige L’Osservatore Romano. Dice: “La decisión de ir a Asís es una consecuencia lógica de la línea que el Papa ha tenido siempre, desde la elección, sobre las relaciones con las otras religiones: confrontación amistosa y, al mismo tiempo, insistencia en la necesidad de que sea garantizada a todos la posibilidad de ser ellos mismos, en resumen, la libertad religiosa. Asís, en este sentido, es un evento simbólico, que sin embargo dio lugar a interpretaciones equivocadas y aclaradas con la declaración Dominus Iesus, del 2000. Y en el 2002 fue el cardenal Ratzinger quien acompañó al Papa a la ciudad de san Francisco. El 20 de abril de 2005, al otro día de la elección, Benedicto XVI pidió «un diálogo abierto y sincero» con las otras culturas y religiones. El 20 de agosto del mismo año, en Colonia, se encontró con algunos musulmanes y les pidió lo mismo. Les dijo: «Nosotros queremos buscar las vías de la reconciliación y aprender a vivir respetando cada uno la identidad del otro. La defensa de la libertad religiosa, en este sentido, es un imperativo constante, y el respeto de las minorías una señal indiscutible de verdadera civilización». Después de Colonia, en el 2006, estuvo en Ratisbona. El centro de la lectio papal no fue el Islam sino el vínculo entre fe y razón. En mi opinión, en aquella ocasión el Papa fue instrumentalizado. Su línea, en cambio, era la de siempre: «Nemo impediatur, nemo cogatur», dijo Pablo VI sintetizando la Dignitatis humanae. Es decir, «ninguno sea impedido, ninguno sea obligado». En este sentido, es importante que todos gocen de una efectiva libertad de religión. Pero es importante también el diálogo. Asís es todo esto”.

Dice al respecto Antonio Socci: “Pienso que Asís es, en cierto sentido, una realización de Ratisbona, digamos que es la otra cara de la moneda. En Alemania el Papa dijo la verdad: no puede haber fe sin razón. Pero lo dijo tendiendo la mano al Islam. Esta mano tendida, sin embargo, no fue acogida. Esto es lo que Ratzinger hace hoy en Asís. Vuelve a tender la mano, aunque sin renegar de la verdad”.

Según algunos críticos, y no sólo en el área más tradicionalista de la Iglesia, rezar juntos puede crear confusión y corre el riesgo de diluir las diferentes identidades, la identidad católica a la cabeza. Dice todavía Vian: “Todo encuentro entre religiones presenta riesgos. Todo depende, sin embargo, de cómo es pensado y presentado. Ratzinger, obviamente, sabe lo que hace. No olvidemos que fue él quien firmó la declaración Dominus Iesus dedicada a la unicidad y a la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia. Era la doctrina del Vaticano II y de siempre. Una doctrina inequívoca. En Asís todo esto estará bien presente”. En la curia muchos recuerdan cuando Ratzinger fue a Asís en el 2002 para una reedición del encuentro de 1986. Acompañó a Wojtyla. A la vuelta dijo a Andrea Riccardi, jefe de la Comunidad de San Egidio que desde el ’86 había seguido convocando anualmente a los líderes religiosos: “Estoy muy contento. Todo se ha llevado a cabo de la manera correcta”. Una vez en Roma, Ratzinger escribió sus reflexiones para la revista 30Giorni, y parecen una respuesta indirecta a aquellas críticas. Explicó que Asís era “una espléndida señal de esperanza”. Dijo que los cristianos “no deben temer” encuentros similares porque Asís no era “una autorepresentación de religiones que serían intercambiables entre ellas. No se ha tratado de afirmar una igualdad de las religiones, que no existe. Asís ha sido, más bien, la expresión de un camino y de una búsqueda por la paz que es tal solo si va unida a la justicia”.

En pocas palabras: bienvenido sea Asís con tal que los buenos propósitos sean acompañados por la afirmación de los derechos de cada uno. También “la ausencia de guerra”, escribió el Papa, “puede ser sólo un velo detrás del cual se esconden injusticia y opresión”.

De todos modos, todavía hoy Asís sigue siendo un tema que hace discutir mucho en el Vaticano. No todos, también dentro la curia, lo digieren. Fuera de la curia, los más acérrimos enemigos de Asís son los lefebvristas. En las pasadas horas, monseñor Bernard Fellay, superior de la Fraternidad San Pío X, dijo: “Un escalofrío me pasó por la columna vertebral cuando supe que el Papa irá a Asís. Se busca negar lo que ocurrió la primera vez”. ¿Qué cosa? La acusación es la que hizo en primer lugar Marcel Lefebvre. Fue él quien, en 1986, dos años antes de la excomunión papal, insistió en una acusación de la cual las reuniones sucesivas buscaron enmendarse: el sincretismo. Fue en aquellos días que se difundió una foto que impresionó a muchos: un santuario con una estatua de Buda sobre el altar de la iglesia de san Pedro, sobre las reliquias del mártir Vittorino, asesinado 400 años después de Cristo para dar testimonio de su fe.

Ayer, en Il Foglio, algunos católicos han pedido al Papa no reavivar, yendo a Asís, las confusiones sincretistas. Filippo Di Giacomo escribe en L’ Unità y firmaría el llamamiento del Foglio. Dice: “Es difícil entender por qué el Papa va a Asís. Sin duda hay una estructura de diálogo oficial en la Iglesia que siente la necesidad de ser visible por medio de la realización de este tipo de gestos. Pero la pregunta de fondo permanece: ¿de qué sirven estos encuentros?. ¿Qué dejan?. Más allá del riesgo de que haya, incluso en la Iglesia, quien piense que Dios es alguien que tiene un nombre que cambia según la religión que se profesa, hay un elemento muy concreto que no debe ser subvalorado. Y es el hecho de que encuentros como el de Asís muestran a los ojos de los fieles de otras religiones un catolicismo débil, gentil, que hace preguntar: ¿no es que todo este florecimiento de mártires cristianos es un fruto perverso de esta estación dialogante?”.







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