domingo, 12 de julio de 2009

En nuestras escuelas no hay religión, pero sí ideología - Héctor Aguer

En nuestras escuelas no hay religión, pero sí ideología
Mons. Héctor Aguer


Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor”(Sábado 20 de junio de 2009)

“Hace unos meses se firmó un acuerdo entre la Santa Sede y la República del Brasil que incluye entre sus cláusulas la posibilidad de la enseñanza religiosa en las escuelas estatales de ese país. Esto en la Argentina de hoy sería absolutamente impensable, a pesar de que en algunas de nuestras provincias, por disposición de las respectivas constituciones existe ya enseñanza religiosa en las escuelas de gestión estatal”.

“Observemos de paso que la Constitución de la Provincia de Buenos Aires establece que los niños bonaerenses deben ser educados en los principios de la moral cristiana, respetando la libertad de conciencia; pero, al parecer, nadie se fija demasiado en esta disposición de la Constitución de nuestra provincia. De hecho, es letra muerta.”.

“De todos modos, el problema principal no es ése. Aún si no se quiere ahora reivindicar que haya enseñanza religiosa en las escuelas estatales, se puede hacer notar en la Ley de Educación Nacional, actualmente vigente, se habla de educación integral. ¿Cómo puede considerarse integral una formación de la persona que excluya la dimensión religiosa?”.

“Se reconoce que la educación es un bien personal y social pero no se ha querido explicitar cuáles son las dimensiones que constituyen esa integridad de la propuesta educativa, muy probablemente para no mencionar el hecho religioso, la dimensión religiosa de la persona”.

“Pero por su parte el Estado impone una cierta ideología, que se filtra en los contenidos curriculares, se ve en los materiales que se difunden a los docentes y en algunas “políticas de estado” que van siendo establecidas por comisiones interministeriales, sobre todo de Educación y Salud”.

“Podemos ofrecer algunos ejemplos al respecto. La nueva materia “Construcción de Ciudadanía” impone una teoría crítica que pretende hacer del niño, del alumno, un pequeño teórico-crítico para cambiar las sociedad, alterando el orden que corresponde en la transmisión de los conocimientos”.

“Se descuidan los saberes básicos y, sin embargo, se insiste en esta perspectiva crítica que es marcadamente ideológica. La fuente de inspiración es el neomarxismo de la Escuela de Frankfurt. ¿Acaso de las escuelas argentinas se quiere sacar analfabetos revolucionarios?”.

“Pensemos en otra materia, como Educación Sexual. Sobre este tema ha habido y sigue habiendo mucha discusión, pero me pregunto si los padres de familia saben qué es lo que se trasmite a sus chicos en la escuela; tendrían que informarse e interesarse seriamente sobre todo porque en esta área se ha impuesto, casi de un modo indiscutible, la ideología de género”.

“Según esta perspectiva, la sexualidad no se inscribe en la naturaleza de la persona, no es una realidad biológica, psicológica, afectiva y espiritual, sino una construcción histórica y socio-cultural. Se es varón o mujer no porque uno haya nacido varón o mujer, sino porque lo hace tal la cultura, que modela el género de las personas. Se propone una escisión entre sexo y género, de modo que se pueda hablar de diversas opciones sexuales; todas serían igualmente válidas”.

“Es curioso cómo, en nombre de la promoción de la mujer, se denigra la figura femenina; sobre todo no se quiere aceptar su vocación materna, porque la maternidad es vista como una carga, ya que la sexualidad está totalmente separada del matrimonio, la constitución de la familia, el amor permanente, la transmisión de la vida… ¿Qué clase de educación puede fundarse en estos principios?”.

“Pues bien, no hay religión en las escuelas pero sí una concepción reduccionista del ser humano que va configurando toda una manera de ver las cosas, que trasmite una cierta cosmovisión. Podemos preguntarnos entonces: ¿cómo se salva la libertad de conciencia y el derecho de los padres de familia a que sus hijos sean educados de acuerdo con sus propias convicciones?. Es un derecho inalienable, que el Estado debe respetar, y es un deber, una responsabilidad que los padres no pueden soslayar”.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata



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